Sálvame y te salvaré

21. El motivo de su felicidad

La vida de Grace había dado un vuelco de ciento ochenta grados. Su familia había muerto, ya no iba al instituto, intentó quitarse la vida aunque no con la suficiente valentía o rapidez. Había hecho un amigo, Aiden, y de la mano de él traía una enemiga, Alexandra. Y, por último, pero no menos importante, había retomado el contacto con su tía y eso le agradaba. 

La verdad era que la castaña nunca se lo habría imaginado. Pasar de tenerlo todo a no tener nada era un paseo vertiginoso y lleno de malos momentos. 

Se había pasado la tarde entera buscando un solo momento de felicidad, por más pequeño y corto que fuese, pero no encontraba ninguno y eso le ponía triste. 

El papel blanco le sonreía burlonamente desde el escritorio y estrujó el boli que tenía entre los dedos. 

-¡Es imposible!-gritó mientras empujaba con sus pies la silla de ruedas sobre la que se encontraba sentada.

Rodó un par de metros hasta chocar contra la cama y dio un salto cayendo de pie. Soltó el boli encima del colchón y caminó hasta la mesita de noche en la que se encontraba su móvil y ese número al que no estaba segura de si llamar o no.

Abrió el cajón decidida y sacó su teléfono, el cual estaba apagado y sin batería. También sacó el cargador y tardó dos segundos en enchufarlo a la corriente para que el aparato cargase la batería.

Durante este tiempo no había echado de menos su móvil. 

Tampoco es que tuviera con quien hablar.

Pero tenía que empezar a hacer caso a su psicólogo y retomar su vida al igual que su instituto.

-¡Grace baja, la cena está lista!

-¡No tengo hambre!-gritó en respuesta para su tía-¡Cenad vosotros!

Llevaba un tiempo que había empezado a comer algo más regular, aunque solía escaquearse cuando su tía no se encontraba en casa.

No quería que la internasen en un centro pero tampoco le apetecía seguir al pie de la letra la dieta que su nutricionista le había mandado. Aun estaba delgada, bastante delagada. Pero se notaba que poco a poco iba adquiriendo peso y eso era suficiente. 

Tampoco era necesario engordar todo de golpe.

-Niña-llamó su tía desde la puerta de la habitación. Grace dio una vuelta sobre la cama y vio a su tía con el delantal puesto-. Baja ahora mismo, no voy a permitir que te saltes ninguna comida mientras esté presente.

La chica soltó un bufido y se sentó en la cama.

-De verdad que no tengo hambre-intentó convencer a su tía-. Más tarde cenaré.

La mujer miró desafiante a su sobrina y ella no tardó en agachar la cabeza y bajar las escaleras para sentarse a la mesa.

-Buena chica-pronunció Anne para si misma.

-¿Qué tal pequeña Grace?-preguntó Blake en cuanto vio a la chica sentarse a su lado. 

-¿Pequeña?-levantó ella una ceja en dirección a él-. ¿Hace cuánto terminaste la Universidad?

Blake se encogió en su asiento sin saber que responder. Lo cierto era que ella no era tan pequeña para él.

-Lo que pensaba-añadió Grace al no obtener respuesta.

-Es un adulto-interrumpió Anne-. Tú aun eres una niña, puede llamarte pequeña perfectamente.

-Un adulto que necesita ayuda para vestirse.

-¡Ey, sigo aquí!-anunció el muchacho algo fastidiado porque Grace no había dejado de meterse con su edad desde que había pisado la casa. 

-Lo sabemos-habló Grace mientras se metía un trozo de carne en la boca-. Te pasas el día aquí. 

Anne miró acusatoriamente a su sobrina. No entendía por qué tenía ese comportamiento pero no pensaba dejar que siguiera de esa forma.

-Grace, cena y déjale en paz.

-Oh vaya-la chica levantó la cabeza del plato y levantó las cejas haciéndose la sorprendida, aunque con una sonrisa en la cara-. El pequeño Blake necesita a su mamá para que le defienda. 

Lo cierto era que le encantaba meterse con el novio de su tía. Le consideraba un amigo prácticamente aunque ella era menor que él. 

-No-habló él entre dientes-. Mi madre me espera mañana para comer con ella, no como a otras. 

La cara de Grace emblanqueció al instante y soltó el tenedor en el plato haciendo que este hiciera un ruido chirriante. Su corazón empezó a latir muy rápido y su cuerpo se había quedado helado. El vello de su nuca se había erizado al recordar una y otra vez el agujero que se había llevado a su familia. 

Por su parte, Blake enmudeció después de soltar aquello. No medir sus palabras era algo que le pasaba a menudo pero esta vez se había pasado de la ralla.

-No quise...

-Blake-le cortó Anne.

La mujer había dejado el tenedor encima de la mesa y miraba a su sobrina, la cual no se movía. 

El ambiente se había vuelto denso y la tensión podía cortarse con un cuchillo. Entonces Grace arrastró su silla hacia atrás y miró a Blake. El chico le devolvió la mirada y empezó a hablar otra vez.



#12016 en Joven Adulto

En el texto hay: amor, liberacion

Editado: 22.05.2019

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