Sálvame y te salvaré

10. Primeras citas y primeros besos

Aiden acompañó a Alexandra hasta su casa después de salir de aquella habitación de hospital. El camino hacia casa de ella había sido silencioso. Intercambiaron un par de palabras sobre si mañana pasaría a buscarla a lo que él asintió sin más. Cada uno estaba absorto en sus pensamientos; Aiden, por su parte, rememoró todos los momentos que pasó con Grace y una punzada se instaló en su pecho al recordar que ella no sabía quién era él. Por otra parte, Alex pensaba en qué pasaría con su amistad con su mejor amigo, estaba un poco preocupada. 

Cuando llegaron a casa de la chica él se despidió con un beso, como siempre, y volvió sobre sus pasos para volver a la suya.

Se encontraba pensativo, sabía que no debía presionarla, que ella seguramente le recordaría poco a poco. Aunque tampoco podía estar seguro cien por ciento, no había tenido tiempo de dejarle demasiados recuerdos. 

No sabía exactamente como sentirse, aunque era inevitable sentirse feliz. El chico había deseado con tantas fuerzas que ella despertara que creía que él lo había hecho. Pero era imposible. 

Después de unos minutos llegó a su casa y entro pegando un portazo.

-¡Ha despertado, má!-fue directo a ella y la abrazó a pesar de su cara de confusión.

-¿No deberías estar en el instituto, Martin?-la voz de la mujer hizo cosquillas en su nuca y en ese momento debería sentir miedo. Había olvidado que se estaba saltando las clases. Pero no sentía miedo, era imposible.

Entonces se dio cuenta de que su madre también debería estar trabajando, en cambio estaba en casa. Se separó del abrazo y la miró con los ojos entrecerrados.

-¿Y tú qué haces que no estás en el trabajo?

La pregunta sorprendió a Emma pero esta rio mientras negaba con la cabeza. 

-Me han despedido.

A Aiden se le desencajó la mandíbula de la sorpresa.

-¿Y lo dices así como si nada?-gritó en un signo de desesperación-. Ahora tendré que dejar los estudios, buscar trabajo, comprar la comida, pagar las facturas... ¡¿Cómo estás tan tranquila?!

-Aiden no me han despedido-rio la mujer al darse cuenta de que su hijo había entrado en un bucle de soltar palabras sin sentido-. Estoy de vacaciones, ¿recuerdas?

-Ah sí, cierto-recordó y después se sentó en el sofá más tranquilo.

-Entonces...-ella se sentó a su lado-, ¿ha despertado?

La cara de Aiden empezó a iluminarse con solo pensar en ella. Sus ojos habían cogido un brillo especial y su sonrisa había vuelto. 

Ni siquiera él sabía qué le pasaba. Nunca había sentido esa necesidad de estar con alguien, acompañarle, de ayudarle, de hacerle reír, de quererle, de, simplemente, estar. 

-Ella está viva mamá, respira, habla, me ha mirado... ¡Me ha mirado!-las palabras salían de su boca tropezándose unas con otras, pero inmediatamente se calló al darse cuenta de que...-. Ella no me ha reconocido-su voz se convirtió en un susurro a medida que iba pronunciando la frase. Intentaba hacerse a la idea. 

¿Qué debía sentir?

Esa pregunta llevaba rondando por la cabeza del chico desde que salió del hospital, pero aun no había encontrado la respuesta. Debía sentirse feliz por que ella había despertado, y lo estaba, pero ese pequeño detalle, el hecho de que no le haya reconocido, le reconcomía por dentro.

Aiden nunca había sido de chicas. Nunca había tenido la necesidad de estar con una, de tener novia. Había tenido sus aventuras, las que habían surgido, pero solo quedaban en eso, aventuras. Nunca antes había sentido la necesidad y el deseo de pasar tiempo con una chica más allá de un sentimiento de amistad. Sin contar la novia que tuvo con diez años, a sus dieciocho años él no había experimentado eso a lo que llaman enamorarse, mariposas en el estómago, manos sudorosas... Cuando veía a sus amigos destrozados después de que sus enamoradas les dejasen, se sentía dichoso por no tener que pasar por esa situación. No conocía ese tipo de amor, no sabía si quería conocerlo.

Pero tenía la leve sensación de que pronto lo haría y que fracasaría estrepitosamente.

-Cariño-habló su madre atrayendo su atención. El chico giró la cabeza y la miró fijamente-, es una muy buena noticia. Es normal que ella no recuerde todos los detalles, verás que con el tiempo te reconocerá y serán felices y tendrán muchos hijos.

Lo primero que captó fue el hecho de que su madre le acababa de decir que él solo era un detalle en la vida de Grace. Como cuando se te olvida comprar las galletas para el desayuno, detalles... Aunque no tuvo tiempo de reprochar por eso porque analizó más a fondo la frase y la palabra ''hijos'' hizo que se atragantara con su propia saliva.

Sí, asqueroso.

Giró su rostro en dirección a su madre después de volver a respirar con normalidad y se encontró con la sonrisa de la mujera.

-¿Hijos?-para Aiden, Emma se había montado toda una historia rara. Él no quería hijos con Grace, solo estar-. Mamá, no voy a tener hijos con ella.



#12018 en Joven Adulto

En el texto hay: amor, liberacion

Editado: 22.05.2019

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