Salvando A Mi Ángel

Capítulo 7

Todos en la oficina están celebrando su trabajo dio buenos resultados, el nuevo producto de la compañía tuve una buena acogida por las masas y todo gracias al excelente trabajo de este departamento.

No hago de menos a los otros departamentos, pero como fui jefe de este departamento por unos años esto me trae viejos recuerdos y ver que Sofía hace lo mismo que yo, es mucho mejor.

–Felicidades a todos. Todo nuestro esfuerzo ha dado frutos –dice Sofía –sigamos así, mejorando la imagen de nuestra compañía.

Todos la aplauden, sabe motivar a sus compañeros. También empiezo aplaudir, las acciones de la compañía han subido, al igual la hacienda ha dado mejores resultados. Creo que es buena idea recompensar este esfuerzo de todos ellos. Entonces.

–Escuchen…

–Nuestra compañía –la voz de Oscar interrumpe mis palabras –quera decir mi compañía, señorita Morales –dice como autosuficiencia y arrogancia y eso me cabrea. –todo esto es debido a mí –enfatiza la última palabra –trabajo. No olviden.

Me cabrea tanto su comportamiento, pero no pienso permitirlo –Oscar –me revelo y él se sorprende –no deberías quitarles méritos a los trabajadores. Recuerda que es por ellos que esta empresa se mantiene en pie. –estoy frente a frente a él.

–Si tienes razón. –noto su cinismo –pero esta compañía es mía. Yo la cree, sino fuera por esta compañía ellos no existirían. Y ten mucho cuidado con tus palabras Logan. Solo eres un accionista –me desafía.

–Precisamente porque soy el segundo accionista más grande, es que te digo que debes reconocer el trabajo de los empleados de esta compañía –digo con seriedad.

Oscar hace una mueca de enojo y se da media vuelta marchándose del departamento. Antes no pude hacer nada por mis compañeros, siempre permití que no los valoraran, que no nos dieran el crédito que se merecían. En esta ocasión no lo permitiré.

–Joven Lombardi, se lo agradezco –habla Sofía.

–Pueda que él sea el jefe, pero no es nadie sin ustedes –respondo. Todos empiezan agradecerme –escuchen voy a dar una fiesta en mi hacienda este fin de semana, como reconocimiento de su buen trabajo. Están invitados los espero.  

Dicho eso me retiro del departamento tengo una pequeña fiesta que planificar para ese día. Salgo de hasta el estacionamiento donde veo a Oscar esperándome como una mirada nada grata.

–Ocurre algo –me detengo frente a él.

–No se te ocurra volver a cuestionarme, frente a los empleados. Entendiste –dice severo.

–¿Cuestionarte? –digo con duda –lo único que hice fue reconocer a los trabajadores. Algo que deberías hacer, por su trabajo.

–Esta empresa es mía, todo el éxito de ella es gracias a mí. Y si vuelves a cuestionarme, me voy a pensar en nuestra sociedad –advierte.

Doy un paso al frente –Oscar tengo el cuarenta y nueve por ciento de la empresa. Prácticamente soy su segundo dueño. Si rompes nuestra sociedad, el único perjudicado serás tú. Además de accionista aporta con mi producción de leche. En serio quieres perder todo eso.

–Al principio pensé que era una fortuna asociarme contigo, pero debí rechazarlo cuando Joaquín murió –suelta con furia.

Sonrió –lamentablemente. Joaquín era mi socio al igual que sus acciones.

–Eres un desgraciado. Encontrare la forma de sacarte de mi empresa. Tenlo por seguro. –suelta Oscar.

–Buena suerte, pero mientras tanto vas a tener que sopórtame. Socio –digo con una sonrisa irónica.

Oscar solo se voltea a verme con odio. Sin embargo, el odio es mutuo. No me voy a detener hasta descubrir sus platos sucios y refundirlo en la cárcel. Ingreso a mi auto saliendo del estacionamiento dirigiéndose hasta la hacienda dejando el auto en el garaje, ingreso dentro de la mansión.

–Joven Logan bienvenido –Alice me recibe como siempre.

–Buenas tardes Alice. Hay alguna novedad –hablo.

–No todo está bien. La señorita Ester y su madre salieron a dar un paseo a caballo por la hacienda –informa.

–¿Hace cuando se fueron? –pregunto.

–Ya deben de estar por regresar. Desea que le sirva la comida –dice ella.

–Te lo agradezco –ella asiente la cabeza dándose la vuelta –una cosa más Alice –se detiene.

–Dígame.

–¡Por favor! Deja de dirigirte a mí con tanta formalidad. Te lo he dicho muchas veces –Alice me agrada, pero su comportamiento. Es como si yo fuera su señor de la edad antigua.

–Tratare –dice ella.

–No trates hazlo. –digo subiendo a mi habitación.

Me quito la leva y la dejo colgando junto la corbata, la verdad vestirme de esta forma es algo ostentoso para mí. Saco la camisa del pantalón y recojo las mangas de la camisa abriendo unos botones a la altura del cuello, salgo hasta el comedor y en la entrada me encuentro con mi ángel y su madre admito que solo verla a ella hace que estos deseos impulsados por mis demonios mermen.

–Buenas tardes Logan –me saluda. Y del mismo modo su madre.




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