Capítulo 4
Los días fueron pasando y la rutina se repetía: todas las mañanas, temprano, venia el mocoso a entrenar con su hermana. Mientras ella lavaba en el rio yo hacía correr al chico por la orilla del rio por varios kilómetros, al principio tardaba, pero ahora lo hace más rápido y resiste más tiempo, así que le explique los principios de la respiración del viento. Había veces que el mocoso me sacaba de mis casillas y le acomodaba un buen golpe en la cabeza, sobre todo cuando dice mal mi nombre, pero debo reconocer que aprendía rápido. Quizá pronto ya le deje tomar ese palo de madera para entrenar…
- Ya he acabado señor Shinazugawa….- dijo la chica mientras se ponía en pie luego de haber estado arrodillada toda la mañana fregando.
Sin responder nada me pongo en pie y tomo el cesto de ropa, siempre hago lo mismo, no me molesta, lo hago porque quiero, nadie me lo pide, pero parece que esta chica no para de sentirse culpable de hacerme cargar con esto y siempre me invita a tomar té, además me ofrece comida… ¡Como si no supiera que apenas les alcanza para comer! Siempre le digo que no, pero ella vuelve a insistir cada maldito día…
Cuando por fin llegamos dejo rápidamente el cesto en la puerta de entrada de la casa para poder irme pero ella me vuelve a preguntar
- Señor Shinazugawa quisiera hoy sí pasar a tomar algo de te?…- revoleo los ojos molesto, estaba por abrir la boca para mandarla al diablo cuando oigo que dice- Creo que tengo algo de Ohagi que me dio la señora del almacén para acompañar….
- ¿Dijiste Ohagi?- no podía evitar sentir interés, hacía tiempo que no comía ohagi.
- Sí… ¿Le gustan? Tengo varios, venga, pase.
Me detuve a pensarlo unos segundos, no quiero involucrarme con estos chicos, estoy bien así, manteniendo distancia… pero por una vez podría…
- De acuerdo, pero solo un momento.- le respondí.
La chica sonrió de oreja a oreja y me hizo pasar, una vez dentro comprobé que era una casa humilde, como la mía, pero estaba bien mantenida, era un salón grande, había un tatami en el centro y más atrás estaban los futones donde dormían, aunque uno de ellos estaba simplemente hecho un bollo en un rincón, había también varias prendas de ropa tiradas por el suelo. A un costado había una puerta que supongo llevaba a la cocina.
Cuando ella entro noto de inmediato el desorden y se quejó.
- Oh este estúpido Josh… le dije que ordenara sus cosas antes de salir! Como estaba preparando la ropa no me di cuenta que no lo había hecho...
- Descuida, tu ve por el té.- le dije.
- De… de acuerdo.
Rápidamente fue a la cocina y mientras ella lo hacía tome el futon y lo doble como corresponde, también junte la ropa del mocoso y la coloque sobre el futon… siempre solía hacer lo mismo con las cosas de Genya, Shuya y Hiroshi, eran muy pequeños y no lo hacían bien, después de todo es el deber de un hermano mayor cuidar de sus hermanos…
Estar con estos hermanos me recuerda mucho a cuando era pequeño, cuando todavía no conocía a los demonios, cuando creía que el mundo era un lugar asombroso, cuando todavía era feliz…
- Lamento la espera, ya está listo el té.- la voz de ___ me saca del trance en el que me encontraba, ella se da cuenta que las cosas están acomodadas pero no dice nada, lo cual agradezco, solo me ofrece una gran sonrisa mientras coloca las cosas en la mesa.- Aquí están los ohagi, como lo prometí.
Sin perder un segundo pruebo los ohagi, saben deliciosos, aunque mi receta es mejor, tal vez debería comprar los ingredientes y hacer unos cuantos.
- Veo que le gustan mucho- comenta risueña.
- No es que me gusten especialmente- respondo.
- ¿Entonces porque hoy acepto mi oferta?- pregunta mientras levanta las cejas con aires de haber descubierto mi secreto.
- Solo quise hacerlo, ¡y punto!- contesto tajante para que deje de fastidiar, jamás reconoceré que me gustan estos condenados ohagi.
- Como usted diga.- dice aun sonriendo.
Mientras servía él te me empezó a hacer preguntas acerca de mi trabajo, la causa de mis heridas y donde aprendí a luchar… esperaba que en algún momento lo preguntase así que simplemente le conté la verdad: le hable acerca de los demonios y la asociación de cazadores, de Muzan y de cómo luchamos hasta derrotarlo y con él a todo el linaje de demonios que el controlaba.
- Esa es la historia,- ella continuaba viéndome con cara de sorpresa luego de haber dicho todo eso, seguro no me creyó una palabra, después de todo los cazadores eran una organización secreta y el común de las personas ignoraban todo esto.- Si no me crees, no hay problema, soy un simple matón que se metió en muchos problemas y ya. Cree la historia que mejor te plazca. - Dije bebiendo lo último de té que había en el vaso. Pero para mi sorpresa ella dijo
- Le creo.-bajo la vista y agrego- Mis padres, cuando niños, nos decían que no saliéramos a jugar cuando oscurecía porque podría atacarnos un espíritu maligno. Yo creí que eran supersticiones de mis padres, pero ellos me contaron la historia de una familia de la ciudad cuya madre fue poseída por un espíritu maligno, -me tenso al oír eso- Me dijeron que ataco y mato a toda su familia… su nombre… no lo recuerdo…
- La familia Shinazugawa.- digo sin más, a lo que ella se sorprende aún más.
- Lo… lo siento, no sabía…
- Descuida. Ya ha pasado tiempo de ello…- digo para restar importancia.
- No importa el tiempo que pase, el dolor de una muerte de un ser querido perdura mucho tiempo. Me pasa con lo de mis padres.- asevero ella.- desde que ellos murieron la hemos pasado mal pero…. Desde que usted llego he comenzado a pensar que… todo puede mejorar. Que podremos volver a ser felices, como antes…- ella se inclina y agrega- Siga cuidando de nosotros, por favor.
- Tsk… que molestos…- comento sin más, pero lo cierto es que algo parecido me ocurre… el dolor de perder a Genya no se ha ido, pero cuidar de ese m mocoso y esta chica me hace sentir tranquilo, como si por fin mi corazón tuviera paz.