Narra Violet
No sabía cómo sentirme. Tenía tantas sensaciones dentro de mí, que no me explicaba como organizaría cada una.
A penas podía asimilar lo que sucedía a mi alrededor. Todo me parecía muy confuso y no entendía si las cosas que estaba por hacer realmente estaban bien.
Alejandro no salía de mi cabeza. Aquel beso que me había dado significó mucho para mí, sus palabras también lo fueron todo.
Cuando estaba a su lado me sentía mejor, como si las cosas estuvieran cambiando. Me hacía darme cuenta de que yo podía salir de esto, me daba mucho ánimo y todo se tornaba de otro color.
Y no, no me explico de dónde saca tanta luz, porque personas como el ya no existen. Ha llegado a mi vida por pura coincidencia, y ha decidido quedarse y ayudarme. Él no ha huido del caos que soy, incluso sin tomarle importancia a que lo vieran entrando o saliendo de mi casa ha venido por mi porque le he preocupado.
¿Saben ustedes hace cuanto no me sentía querida por alguien? Un montón de tiempo.
Él no me ha rechazado, me ha ofrecido su ayuda, la cual no se compara con ninguna otra mejor. Y no solo eso, él no tiene por qué preocuparse si voy o no a las consultas, ni tiene razón para venir a mi casa a ver si estoy bien, y, sin embargo, lo ha hecho.
No está obligado a nada conmigo, no soy un familiar suyo, no me conoce al máximo y, aun así, me ha buscado.
Si tuviera alguna amiga entonces yo le preguntaría que ¿por qué él está haciendo esto por mí?, ¿por qué me besó?, le preguntaría que por que me ha coqueteado, ¿por qué a mí?
Él es Alejandro Collado, un hombre tan prestigiado en este pueblo. Un joven a quien le llaman señor por ser tan emprendedor y muy rico en dinero y sin embargo me ha besado a mí, ha tomado mi mano para darme fuerzas y en otras palabras me ha consolado.
De tan solo pensar en el abrazo que me dio cuando me vio abrir los ojos porque pensó que había atentado contra mi vida, que me apegó a su pecho y me abrazó, fue un gesto que vale por mil años y que no puedo expresar a la perfección para detallar como me sentí yo en ese momento.
Había olvidado lo que era que te abrazaran de esa forma, también lo que se sentía sentirse importante para alguien, porque ustedes bien deben de saber cuándo alguien se preocupa por ti es porque le importas.
Pero, sin duda alguna es un hombre muy grande y no hablo de estatus social solamente, si no de corazón, tan solo miren como también me ha ofrecido ser su secretaria, cosa que le negué, pero me insistió tanto que simplemente él fue quien quedó con la última palabra. Además de que no podía ser tan tonta, yo necesitaba dinero para vivir ahora que mi madre no estaba.
Comenzaría a ocuparme de la casa, mis alimentos, mis estudios, mis cosas de uso personal, ropas y también combustible, por lo que era obvio que necesitaba un trabajo.
Por esa gran razón me encontraba frente al espejo mirando mi reflejo, lista para salir de mi casa con rumbo a la clínica.
Me vestí con una chaqueta y un pantalón de jeans, un top rosa y unos tenis del mismo color. Me dejé el cabello caer que no era que le hacía mucha cosa, simplemente lo lavaba, lo dejaba secar con el viento y así lo usaba.
Me eché al hombro un bolso en el cual entré una mascota de apuntes y un lápiz. Aquí tomaría nota de todo lo que tenga que aprender o memorizar para este empleo.
Salí de mi casa, y cerré las puertas con llaves, asegurándome de haber dejado todo en orden. Ahora todo caía sobre mis hombros y creo que esto me ayudará a madurar, sin duda alguna. Espero no estresarme.
Había agarrado mucho ánimo después de todo, y eso gracias a Alejandro.
La partida de mi madre creo que solo me ha hecho más fuerte, ya lloré, ya me puse mal. Ahora necesito levantarme poco a poco, de absolutamente todo.
Miré aquel auto de papá, al menos ella no se lo había llevado. Me subí en él y emprendí mi camino hacia aquel lugar al que odiaba ir, pero que ahora empezaba a gustarme solo por la simple razón de que allí estaría Alejandro y puede sonar como que ya me estoy ilusionando con él, pero no es así, es solo que ya me siento familiarizada con él por su forma de ser.
Es muy simple, muy humilde, lleno de bondad. Quisiera saber de dónde ha salido.
Aunque no se crean, sigo teniendo miedo, yo sé que la gente hablará y especulará muchas cosas feas como siempre y no quiero que se ensucie su nombre por mí.
Aparqué en el estacionamiento y me adentré a la clínica hasta llegar al área de psicología.
De inmediato me fijé en Carla, la secretaria. Me saludó muy amable y me dijo que ya estaba al tanto de que tenía que enseñarme absolutamente todo lo que ella hacía.
Se mostraba muy simpática. Ella realmente nunca había opinado en absolutamente nada respecto a mi caso ni me había dicho algún comentario fuera de lo laboral.
Siempre que venía a mis citas me atendía muy amable. Pero es su trabajo, no se sus verdaderos pensamientos.
-Solo serás la secretaria del Dr. Alejandro y el Dr. Patrick. Los otros dos tienen otra secretaria- me informó
En la clínica había tres áreas de psicología, el área A, B y C. Cada una contaba con cuatro psicólogos con una secretaria para cada par.
En mi caso yo sería la secretaria del área B de esos dos doctores.
-Solo tienes que mantener todo muy bien organizado, si crees que se te pueden olvidar las cosas entonces las anotas en estas hojitas y las colocas en este tablón- me dijo mostrándome su escritorio que pronto sería mío.
La pequeña pizarra en donde colocaba las notitas tenías una línea de por medio con un lado para el doctor Alejandro y el otro para el doctor Patrick.
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Editado: 09.10.2022