Capítulo 7

Mi cumpleaños llegó y con él otro día común y corriente en mi vida. Me preparé para ir al colegio; mis amigos y profesores me felicitaron no sin dejar de recordarme que estaba algo delgado y que talvez debía visitar a un médico. Yo solo sonreía. Para mí, yo estaba mejor que nunca y esto que aun debía bajar un poco más. Mis compañeros hicieron una pequeña fiesta en el aula y por compromiso tuve que aceptar la gaseosa y comer un par de bocados.

En casa nadie me esperaba, saqué verduras de la nevera y me hice una ensalada de almuerzo con una pechuga sancochada de pollo. Cansado me tiré en la cama y dejé que el sueño se apoderara de mi cuerpo. Desperté por el incesante sonido de mi celular.

—Aló—respondí con voz ronca

—Hombre, feliz cumpleaños. ¿Dónde andas? Llevo media hora llamándote.

—¿Quién eres?

—En serio estabas profundo, ¿eh? Soy Henry, bestia. Estamos aquí con los chicos en la canchita, ¿vienes?

—En 10 minutos llego—empecé a levantarme.

—Espera, ¿no estás haciendo nada importante? Es tu cumpleaños, talvez estas con tu familia. Sí, que tonto soy; debes estar con tu mamá.

—No, estoy desocupado.

—¿Seguro? Kim me dijo que estarías con tu madre.

—Sí, eso…eh. Almorzamos juntos, ella no podía faltar al trabajo. El domingo talvez pasemos el día juntos.

—Bueno entonces, si no estás ocupado…te esperamos.

—Ahí los veo—y colgué.

Cuando llegué a la canchita, los chicos me esperaban con una gaseosa y una caja de bocaditos. Mas carbohidratos y calorías, pensé. El miedo a engordar se apoderó de mí; había aceptado ir porque jugar futbol me ayudaría a quemar la grasa que consumí en el colegio, pero ahora tenía que comer los bocaditos y tomar la gaseosa. Aun no me habían visto, debería dar la vuelta e inventar una excusa. A la mierda. En casa nadie me esperaba, a nadie le importada. Tendría que hacer más ejercicios para bajar las calorías, pero pasaría tiempo con mis amigos. Recibí el saludo de todos y acordamos celebrar después del partido, no podía decirles que no.

Grande fue mi sorpresa cuando comenzamos a repartir los bocaditos y Kim apareció; llevaba un short que enmarcaba su cintura y las suaves curvas de sus caderas, que no dudaba se volverían más pronunciadas con el pasar del tiempo. Era un short un poco flojo, no se adhería a sus piernas y tampoco enmarcaba las partes más privadas de una mujer, como era el caso de muchas de su edad e incluso de la mía por ese entonces. No juzgaba a las chicas que lucían shorts cortos, pero no estaba muy de acuerdo con ellos. Kim también llevaba una blusa un tanto suelta baja que dejaba ver sus hombros. No usaba maquillaje, no lo necesitaba. Su sonrisa y el brillo de sus ojos bastaba para llamar la atención.

—Disculpa que te diga esto Henry, pero tu hermana es un pequeño bombón—comentó Lucas.

—Lo sé—concordó Henry tristemente—. Pero tienes prohibido intentar algo con ella. Le llevas 3 años.

—Calma ahí, nunca dije que intentaría algo. Tengo novia, solo daba una opinión.

—Es cierto Henry; tampoco le voy, pero no puedo negar que tu hermana es muy bonita.

—Ya ya; dejen de mirarla—y así siguió el resto del grupo, soltando halagos. Yo por mi parte preferí callar.

Kim volvió a aparecer en nuestro radar, pero ahora con 3 chicas más. Dos de ellas eran altas, delgadas, pero sin rayar la notoriedad de sus huesos, simpáticas, pero no me sentía atraído por ninguna de ellas. Lo más loco de esto era que yo estaba incluso más delgado que ellas, pero en ese momento aún no me daba cuenta. Y bueno, la tercera chica era del tamaño de Kim, pero con curvas más acentuadas, algo rellenita.

—Vaya, si hubiera sabido que Kim tenía una amiga como aquella…—al parecer Lucas se había quedado prendado de la chica curvilínea.

—¿No que tienes novia?

—Sí, y la amo.

—Entonces deberías dejar de mirar a Antonia.

—Antonia, ¿eh? Es preciosa, pero soy fiel.

—Claro.

Ellas se acercaron sin temor y nos sonrieron, claro que la pequeña curvilínea fue un poco más tímida que el resto.

—Hola chicos—saludaron Kim y sus amigas

—Hola—respondimos en coro.