“La brisa tranquila de la primavera era cambiada por la brisa fresca del verano, los seres del bosque disfrutaban de su temporada de vitalidad. Más en lo lejano de este un ave majestuosa volaba con calma y tranquilidad, sus alas aleteaban formando un bello viento que cobijaba siendo este que movió el arbusto donde esta descansaba.
Aun no era tiempo —Pensó la rosa—
Si, aun no es tiempo. Descansa mi rosa negra que aún no es el tiempo de tu despertar —trasmitió el cisne con su suave aleteo—”
Los ojos ocho pares de ojos estaban observando estratégicamente lo que pasaba en la fiesta de gala de la diseñadora Elie Lambert, estos pertenecían al grupo que había llegado a Marsella cuando el ataque de los neófitos aterro y se llevó la vida de varios personas de la ciudad por lo que a la ciudad habían llegado dos docenas de guardias que iban por cuidado y protección del pueblo parisino.
Sin embargo una docena de ellos no era de este mundo, el segundo grupo que había llegado con ellos eran miembros del otro mundo, un mundo por el cual se podía entra por destino o elección. Los ocho pares de ojos pertenecían a la selección bastaard, un grupo selecto para los arreglos con seres del mundo oscuro, aquel mundo que era penado por la santa iglesia de los humanos.
Entre ellos uno de esos ojos era un color llamativo a la vista, gris, un gris tenue y maravilloso a la luz de las velas y propio del ambiente en la gala de la Madame Elie, siendo una exhibición del poder económico que esta portaba. Este hombre tenía un aspecto rudo, con su cabellera castaña y su musculatura prominente y divididos en sectores específicos de la mansión se encontraban otros de los suyos en zonas estratégicas.
—Ningún movimiento extraño mi señor —informó uno de sus hombres.
Este solo asintió y siguió observando todo el lugar que estaba repleto de varios miembros de la aristocracia francesa, entre ellos varios miembros de la nobleza que vivían por el lugar, otros que habían viajado desde lejos para disfrutar de las fiestas que ofrecía la señora de la casa ya que estas eran equiparadas con el glamor que otorgaba María Antonieta, la reina de Francia que era considerada la mujer más ostentosa y predilecta en brillo y ostentación de la realeza, junto a ellos estaban varios miembros de la nobleza como duques, condes, marqueses, además de varios comerciantes y burgueses de prestigio para la Francia de la época moderna siendo varios de ellos señores de su mundo
La gente bailaba de manera lenta, hombres por aquí y mujeres por allá, bailes hermosos y bebidas exquisitas, los de su mundo tenían esa debilidad por las delicias de las bebidas de los humanos.
Sin embargo… ¡Que sería de una fiesta sin algo de drama!
¿Verdad?
{Sang Dans Le Roses Noires}
Las risas entre las tres personas en uno de los pilares cercanos a la mesa de bebidas eran contagiante y llena de alegría, jamás habría esperado que aquella dama de belleza imponente fuera una joven tierna y extrovertida, pero así era Madame Eveline.
Por lo que habían comentado era una dama que tenía unos negocios en varias partes del continente siendo las joyas uno de los más importantes, la dama se encargaba de hermosos diseños en joyas con piedras preciosas y su otro negocio eran los vinos, delicias que se encargaba de producir en las bellas tierras italianas.
—No creía que pudiera ser así Eveline —comentó Atenea—, pero me agrada conocerla mejor.
—El placer será siempre es mío Atenea, de hecho estoy feliz de que existan señoritas como tú, por lo que veo la literatura es una de tus pasiones.
—La lectura es aquella arma que vuelve sabios e inteligentes para cualquier combate, no importa si sea bueno o malo.
—El conocimiento es poder, y ello es algo que uno lo debe tener, sin importar la sociedad en la que se encuentre.
—Ustedes son mujeres que hacen dudar de la palabra que se debe usar señoritas.
—Eso parece Derek, aun así me parece divertido.
—Entonces madame ¿La joyas y los vinos a parte de la lectura?
—Los vinos por herencia familiar y las joyas por amor a esas obras de arte —comentó Eveline mirando hacia el joven que estaba su lado—, la verdad es impresiónate como una joya se puede combinar entre tantas otras y ser única.
—Eveline ha tenido una debilidad por ellas.
—Toda pieza es única, por ello no dejo que ninguna de las mías sea las tenga cualquiera.
—Si me disculpan señoritas debo hablar con uno de los hombres del otro lado.
—No hay problema querido —dijo Eveline, por lo que el joven salió hacia el otro lado del hermoso salón.
— ¿Atenea? —Preguntó la dama hacia la joven presente—. Acompáñame hacia los balcones necesito algo de aire.
—Claro, estare encantada.
Las dos castañas comenzaron a avanzar en medio de las parejas y grupos bailadores, subiendo escaleras hacia los balcones principales de la mansión.
—Así que Decamerón y Eliosa
— ¿Los ha leído?
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Editado: 08.11.2020