Estamos sentado en las gradas del salón de combate, el sargento quiere ver qué tan fuertes y listos somos al momento de pelear.
A Flavio le tocó pelear contra Angelo, quien es uno de los que lo molestan, de hecho por el fue que los demás lo empezaron a molestar.
Flavio tiene técnica pero le falta un poco más de agilidad y todavía le falta esquivar golpes.
Cuando Flavio se agacha para esquivar un golpe Angelo le da un golpe en el estómago dejándolo sin aire y después le da otro en la cara haciendo que caiga al piso.
—Bien, Angelo gana —dice el sargento.
—¿Estás bien? —le digo ayudándolo a pararse.
—Estoy bien —dice llevándose una mano al estómago.
—No perteneces aquí pobreton —dice Angelo pasando a lado nuestro.
Lo miro enojada y el solo sonríe arrogantemente mientras regresa de nuevo al centro del tapete.
Llegamos a las gradas y ayudo a Flavio a sentarse, Enriko y Guido le preguntan a Flavio si está bien y el asiente.
—¿Quien será el siguiente? —pregunta el sargento mirando a todos.
Nadie se anima a pasar, no después de ver cómo dejaron a Flavio, ¿Este se cree mejor que los demás solo por tener dinero? Ya verá que no.
—¿Nadie? Entonces... —interrumpo al sargento.
—Yo —alzo la mano y todos me miran incrédulos.
—¿Tú enano? —pregunta Angelo con tono burlón.
—¿Qué? ¿Tienes miedo? —sonrió burlona.
—No —dice sonriendo de lado.
Me acerco al centro del tapete y me pongo en guardia, Angelo sonríe divertido y se pone en guardia.
Angelo avienta un golpe el cual esquivo sin problema alguno, lo golpeó en el abdomen, lanza más golpes los cuales esquivo sin problema alguno, le doy una patada en las costillas, el se dobla y lo golpeó en la cara, lo pateó en el estómago y cuando lanza un golpe lo tomo del brazo, doy media vuelta y lo jalo sobre mi hombro tirandolo al piso.
—Bien, el que sigue —dice el sargento.
—No me duraste ni para el arranque —le susurro molesta. Lo dejo tirado en el piso y subo las gradas para sentarme.
«Nadie se mete con mis amigos»
Estamos sentados en el comedor comiendo y platicando cuando se nos une un compañero llamado Mauricio.
Todos están contando anécdotas de cuando eran niños y cuando Mateo termina de hablar todos me miran.
—¿Qué? ¿Por qué me miran? —pregunto.
—Te toca a ti contar un anécdota —dice Matias.
—No tengo ningún anécdota, siempre he sido demasiado tranquilo lo máximo que he llegado a hacer es escaparme de casa por la ventana —digo.
Hacerme pasar por hombre para entrar al ejercito sería un gran anécdota pero al menos por ahora no puedo decir nada.
—Que aburrido —dijo Marukh.
—Bueno ya. Hoy tenemos libre, el coronel dijo que tenemos permitido salir esta noche y regresar tarde ¿Quién quiere ir a Nella grotta?—pregunta Enriko.
—Yo —dicen todos y me miran.
—Vamos —digo.
«¿Nella grotta? ¿Que será eso?»
Llegamos a la tal Nella grotta la cual resultó ser una cantina bastante famosa en todo el reino, realmente he estado viviendo bajo una roca.
Entramos y nos sentamos en una mesa del fondo, minutos después llega la mesera a tomarnos la orden.
—Una ronda para todos por favor —dice Guido.
—Cerveza —dicen Guido, Matías, Flavio y Enriko.
—Ron —dicen Marukh, Mateo y Mauricio.
Todos me voltean a ver haciéndome sentir incómoda.
—Yo no tomo —carraspeo.
—¿Cómo no vas a tomar? A eso venimos, no a tomar el té —dice Matías
—Bueno, está bien —digo.
No sé que pedir, nunca antes había tomado y no creo que sea buena idea preguntarle a los chicos.
—Ron —le digo a la mesera intentando sonar lo más segura posible.
Todos empiezan a soltar gritos y yo los miro confusa.
—Franco, si nunca antes has tomado no creo que sea buena idea que tomes ron —me dice Flavio.
—Ya déjenlo, ya no es un niño y sabe lo que hace —dice Marukh.
—Yo creo que Flavio tiene razón, si no estás acostumbrado lo mejor es que tomes cerveza —dice Enriko.
—Esta bien, no hay problema además ya lo pedí —digo.
Enriko y Flavio asienten no muy convencidos.
La mesera nos trae las bebidas y todos empiezan a tomarselas, miró el líquido que está en el tarro, dudo por un momento pero luego me lo empiezo a tomar todo de un trago.
—¡Fondo fondo fondo¡ —empiezan a gritar los chicos.
—Mas despacio Franco —me dicen Flavio y Enriko.
Dejo en la mesa el tarro vacío y cierro los ojos mientras intento no hacer muecas por el sabor y por el ardor que siento en la garganta cuando me pasó por completo la bebida.
No solia beber, las pocas veces que bebi era vino, nunca había tomado ron o cerveza.
Abro los ojos y me mareo pero prefiero no decir nada.
—Esa es la actitud —dice Mateo.
Todo me da vueltas y empiezo a sentirme alegre, genial, ojalá no me pegue tanto.
***
La luz me da directamente a los ojos y el sonido de la campana me hace soltar pequeños quejidos.
—Despiertate enano —me dice Marukh.
—Mmm... Hoy no tenemos entrenamiento hasta la tarde, déjame dormir —digo tapándome la cara con la almohada.
—¿De que hablas? Son las cuatro, apenas y te va a dar tiempo de comer —me dice haciendo que abra los ojos de golpe.
—Estas bromeando ¿no? —digo levantándome de golpe haciendo que casi me caiga por lo mareada que estaba— Ash, ¿Porque me duele tanto la cabeza?
—Te tomaste como siete rondas de ron, es obvio que ibas terminar demasiado crudo y más si no sabes beber —me dice antes de salir de la habitación.
Me visto super rápido y salgo corriendo al comedor, me sirvo y me dirijo a la mesa donde están los chicos comiendo.
—Hey, Franco —dice Flavio haciéndose a un lado para que me siente.
Empiezo a comer en silencio, apenas y soporto el ruido, con el más mínimo sonido me empieza a doler la cabeza al punto de sentir que me va a estallar en cualquier momento.