A la mañana siguiente el pueblo se encontraba en una conmoción.
Unos lloraban por la perdida de un buen hombre. Otros pedían justicia y acusaban al lobo de romper la paz.
Las mujeres empujaban a los chiquillos de vuelta a casa. Los hombres acordaron salir en busca del asesino.
Adelbert y Amely se mezclaron entre las gentes para entrar en la iglesia.
Luego de haber dicho unas palabras dedicadas a ese viejo amigo de décadas Adelbert y otros lo enterraron.
- ¡ Debemos salir en busca del lobo! - vociferó Hans con una tosca espada de hierro que aún no terminaba en el taller.
El resto apoyo su iniciativa tomando lo que tuvieran a la mano como arma.
Amely aferró el brazo de su padre. No podían dejar a los hombres ir. No en ese momento.
Valmond aún estaba fuera y seguramente no lo encontrarían siendo un hombre. Aquella turba enfurecida lo mataría sin piedad.
- No, papá has algo- le suplicó desesperada a su padre.
- No puedo hacer nada.
- Pero papá si ellos...
- ¡ Amely!
- Kerstin.
- Amely. Deberías quedarte con nosotras. Los hombres se irán. Quédate con nosotras.
- Gracias Kerstin. Sois muy amables.
- Y ¿Donde esta tu marido?- preguntó Margareth al verla sin él.
- Debe estar por ahí- fingió buscarlo con la mirada entre los hombres conglomerados.
- ¡Sra Wilk! ¡ Sra Wilk! - alguien la llamaba dentro de la multitud.
- ¿ Donde esta vuestro marido?- un hombre robusto y espesas barbas se le acercó.
- Pues él- buscó a su padre pero ya no estaba a su lado.
- Amely ¿Donde esta Valmond?- ahora era Hans quien se dirigía a ella- todos iremos en busca de el lobo. A menos que tú marido esté de parte de esa bestia. O es que ¿Tiene miedo? Ha ido a esconderse como un cobarde cierto - Hans pronunció aquellas palabras con un enorme desprecio y odio.
Amely sintió unos enormes deseos de responder a aquello y no precisamente con palabras. Pero debía pensar con claridad en ese momento, debía pensar en su hijo. Debía manejar aquello con cuidado.
A punto de responder estaba cuando una mano rodeó su cintura.
- En lugar de estar hablando con las mujeres deberías estar organizando a los hombres muchacho.
Hans volvió la vista hacia Valmond.
- Y tú ¿ Donde estabas?
- Haciendo lo que debo- lo ignoró pasando a su lado para acercarse al resto- ¡ Escuchad! ¡ Todos escuchamos anoche el aullido del lobo!
-¡Si! - respondieron todos
- El Padre Santiago nos visitó anoche. Al escuchar al animal salí en su búsqueda pero ya estaba muerto.
El murmullo de voces se hizo escuchar. Era seguro que más de alguno estaba levantando sospechas con aquella información. Y Valmond lo sabía, sintió en las miradas de unos pocos el rechazo y la desconfianza. Así que se encargó de mantener el curso deseado de todo aquello.
- ¡¿ Y que hacía el Padre Santiago tan tarde afuera? ¿ Lo habías mandado a llamar tú?!- preguntó Hans.
- Llegó a darnos su bendición.
- ¿ Bendición?- susurraron todos.
- Mi mujer espera un hijo.
Los murmullos de sorpresa y alegría sonaban entre los congregados.
- Amely vas a ser madre-kerstin abrazaba a su amiga.
- En hora buena muchacha- le felicitaban algunas mujeres.
- ¡ Ustedes saben lo que sucedió. Ella estuvo a punto de ser atacada por ese animal. Y con mi hijo en sus entrañas no permitiré que la bestia se acerque de nuevo a nuestra casa. No debemos permitir que se lleve a nuestros amigos, a nuestra familia!
Todos asentían y respondían afirmativamente ante las palabras sinceras de Valmond.
- He seguido el rastro de la bestia. Me ha llevado hacia las montañas pero no he podido seguir mas lejos.
- Dinos hacia donde.
-¡ Si vamos!
Rápidamente el grupo de cacería se alistó para partir.
- Ten cuidado por favor- suplicó Amely a su marido.
- Quédate tranquila - le beso los labios con pasión pero encontró tristeza en los labios de ella. Y al separarse sus ojos le decían lo preocupada que estaba- Margareth, cuida a mi mujer y mi hijo por favor.
- Por supuesto Valmond. Vayan con cuidado por favor.
Un beso más y lo vio marchar.
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Editado: 15.07.2018