El caminar por tanto tiempo no era una gran molestia para mí, en realidad era algo confortante. El pasar toda tu vida en un mismo lugar es exorbitante, el capricho de saber que hay más allá de lo que ves de comer vivo antes de que puedas pronunciar la pregunta ¿Qué hay ahí afuera?
Llevaba casi treinta kilómetros recorridos hasta que por fin llegue al vínculo de árboles sobre el río Niru. Lentamente cruce aquel viejo roble calcinado por las llamaradas del fuego Kaji con el pánico de caer al hirviente arroyo del abismo. Me encontraba a la mitad del mástil viviente cuando una voz proveniente del bosque Hinomori resonó en mis oídos, alguien imploraba por ayuda. Atroces recuerdos llegaron a mi mente, una doncella con melena de fuego corría por el bosque con un bebé en brazos y una pequeña de unos cinco años la seguía por detrás suyo. La mujer freno violentamente al encontrarse con un enorme árbol en su camino, ella utilizo el dragón para cuidadosamente quemar un extremo del roble hasta hacerlo caer y abrirle paso a la recóndita mujer.
Recobré la conciencia, cuando obtusamente di un paso en falso. La imagen fue en cámara lenta antes mis ojos, el tronco se hacía cada vez más lejano, pero no sucumbiría a la falta de esperanza. Cómo pude estire mi mano la cual quedo atascada en una de las ramas del margen del árbol, esmeradamente hice fuerza para poder subirme nuevamente al tronco doblando mis brazos y levantando mis pies, mis piernas se colocaron instintivamente alrededor del árbol y mientras mí respiración volvió a la serenidad de antes.
Maldecía mi torpeza por lo bajo, si no hubiera reaccionado a tiempo ahora sería Kaji al vapor. Volví a pensar en aquel aquella imagen que había pasado frente a mis ojos, aquel árbol, era aquella reliquia de la naturaleza que tenía debajo de mí, mi mente intento encontrarle algún sentido a lo que había pasado anteriormente, pero decidí dejarlo ir por el momento debido que mi situación no era la más favorable. Me levanté paulatinamente hasta retornar a mi posición anterior y proseguí con mi prometido de cruzar el roble, finalmente toqué el árido suelo y persistí en mi travesía hacia Himitsu.
Entre más caminaba, más fresco se sentía el ambiente. Estaba muy cerca de aquel oasis dulce y refrescante. Finalmente llegue a la barrera, esta fue hecha por Meina hace siglos y por fortuna al dividirse los planetas a nosotros los Kaji nos tocó la gema escondida de Meina, pero nunca he visto a nadie aquí, es como mi escondite. Usualmente me las ingeniaba para cruzar la barrera de Meina, pero en esta ocasión no hubo inconveniente alguno, es como si la barrera quisiera que yo cruzara, algo había cambiado. Traspase el vallado mágico y observe nuevamente las maravillas del lugar. Agua dulce corría por la formidable cascada, el lago brillaba con el albino reflejo de la luna y la vegetación era de tono verde vivo.
Deleite mi piel con la leve pero suave sensación de aire fresco, mis pulmones se inundaban con este para después con tristeza tener que dejarlo salir.
–¿Por qué no? – Sin hesitar me abalance sobre el lago con una necesidad impresionante. Burbujas de aire se elevaban hacia la superficie de la laguna, mis luceros verdes se encontraban cerrados esperando la entrada del agua a estos, contenía la respiración, pero no sentía que me ahogaba, me sentía libre…increíblemente libre.
Sin más aire con el cual sobrevivir ahí abajo, patalee hasta nuevamente estar en contacto con la brisa intensa del lugar. Nade por muchas horas, recuperando la poca libertad que me quedaba. Al sentarme en la orilla del lago, pude escuchar sonidos distantes, imaginarios…las suaves olas del mar, su salado sabor y la potente pesadez del agua.
Todas estas cosas, me recordaban a mi madre, ella siempre nos contaba historias sobre el antiguo planeta, las anécdotas que le contaba mi abuelo y que estas se las había contado mi bisabuelo y así sucesivamente por muchas generaciones, hasta mis antepasados del viejo mundo. Hubiera apreciado mucho haber vivido en ese entonces.
El eco de un ensordecedor crujido se hizo presente en todo el planeta. La luz cegadora se abría paso entre los secretos color noche.
–Maldita sea…– Me levante rápidamente para poder buscar refugio del pasaje. Busqué un buen rato entre la maleza de Himitsu, hasta que por fin encontré el escondite perfecto, una especie de cueva hecha con plantas finas color verde-azulejo. Estuve ahí esperando el impacto del pasaje, pero posteriormente pensé por qué debería de ocultarme de este, yo ya he sobrevivido al impacto del pasaje, no hay razón por la que me haga daño ahora.
Salí de mi pequeño escondite para nuevamente adentrarme en el agua sin remordimiento alguno. Mi cuerpo flotaba en el agua con gran sutileza mientras que mis ojos miraban a las hermosas estrellas del cielo nocturno. Esperaba ansiosamente que el pasaje se encendiera y creara una luz suficiente para poder ver todas las estrellas en la galaxia, un sueño fantástico.
Cuando por fin el relámpago de iluminación despego, sentí una ola de calor recorrer mi cuerpo mientras este se hundía bruscamente. No había dolor, ni desesperación, en realidad no había nada, solo podía divisar las ondas en la superficie del agua iluminadas por las centellas del pasaje. Lentamente mi cuerpo volvió a flotar hasta la superficie sin necesidad de mover un dedo, mi mente divagaba en pensamientos de preocupación. ¿Qué haría Jian si la encontrara? ¿Podría Jian hacerle daño a Huim? ¿Huim estaría tan preocupada por mí como yo por ella? Ninguna de estas podía ser respondida en ese momento.