"Es molesto cuando la razón te dice
que debes apartarte de alguien,
pero el resto de tu ser te ruega que te dejes llevar"
Al día siguiente fui a trabajar y cuando regresé por la tarde a la casa, me encontré a la chica votando el plato de comida sin tocar, algo que me preocupó mucho, pero no quería ser tan obvio por lo que solo me quedé mirándola cruzado de brazos.
—¿Qué? No tengo hambre —dijo a la defensiva.
—Tu cuerpo dice lo contrario. —Podía escuchar su corazón bombear más lento de lo normal en ella por el agotamiento por no comer ni dormir bien— Estar preocupada te quita las ganas de comer, pero eso no significa que debas dejar de alimentarte, mínimo deberías tomar sanadvi, que te enfermes no hará que tu amiguito mejore, al contrario —dije sirviéndole un vaso del jugo mencionado, esperando que este hiciera su trabajo.
—¿Por qué no acaba de despertar? —preguntó afligida.
—Todo depende de que tan mala sea su relación con su lobo y las ganas que tenga de vivir —le expliqué antes de tomar un poco de sanadvi mientras trataba de ignorar el corazón acelerado de ella, que por alguna razón no le molestaba a mi lobo, al contrario, quería provocarlo más, mientras mi lado vampiro quería callarlo.
—¡Él si quiere vivir! Osmon no se dejaría vencer así, ¿cierto? —La desesperación y el dolor en su tono de voz solo hacían que odiara más a ese tipo.
—Tu eres quien lo conoce, yo no tengo idea de quien es. —Hice una pausa mirando a ningún lugar en específico— Si te sirve de consuelo, si realmente no le importara su vida hace rato hubiera empeorado y no se mantendría igual por tanto tiempo.
—Gracias, supongo. —Dijo, tomándose un segundo vaso de sanadvi.
—No agradezcas, no hice nada. —Le sonreí, mientras que dentro de mi intentaba contenerme y no sucumbir al deseo de saborear su sangre, olía demasiado bien.
—¿Estas bien? —me preguntó preocupada— Te tensaste de la nada —me explicó Alex cuando la miré confundido.
—Si, no te preocupes, solo tengo hambre. Si quieres puedo cocinar algo para ambos —sugerí molesto conmigo mismo por seguir poniendo excusas para tenerla cerca por culpa de los sentimientos de mi lobo.
—No, no hace falta, debería volver con Osmon antes de que despierte. —Se negaba a comer mientras miraba impaciente escaleras arriba.
—Tu amiguito puede esperar. Come, aunque sea un poco —insistí.
Luego de convencerla me puse a preparar una receta que mi mamá me había enseñado, que le abría el apetito a cualquiera y te hacía repetir más de una vez. Mientras tanto la alentaba a seguir tomando más sanadvi.
Cuando terminamos de comer se fue corriendo para ir a ver al tal Osmond ese, dejándome solo, haciendo que mi lobo estuviera enojado y celoso de ellos dos. Respiraba profundo intentando calmar esos sentimientos sin sentido, mientras mi lado vampiro maldecía al animal por estar encaprichado en alguien que acababa de conocer y solo tenia ojos para otro.
—Deberías aceptar lo que sientes, mi niño, así dolerá menos —me aconsejó Eli, llegando al comedor para sentarse a mi lado.
—Ella ya tiene a su lobo y yo a mi Luna, no hay nada que aceptar —respondí de inmediato.
—Osmond es como un hermano para ella, Kylian y por mucho que te duela y cueste aceptarlo Agathê, por desgracia, ya no está aquí y tú mismo me has dicho que hacía muchos años tu lobo comenzó a rechazarla, ¿recuerdas desde cuándo? —Cuando Eli dijo que era como su hermano mi corazón se aceleró sin poder controlarlo y mi lobo comenzó a saltar de felicidad hasta que mencionó a Agathê.
—No lo recuerdo bien, tendría unos cinco años más o menos. ¿Por qué? —pregunté sin entender a qué punto quería llegar.
—Son los mismos años que hay entre tu y Alex. ¿Crees que sea solo una coincidencia o hay algo más? —insinuó Eli, cosa a la que me negué rotundamente.
—Sabes que no creo en las coincidencias —dije serio, pensando en la otra posibilidad— Ella no puede ser, es imposible, mi lobo no tenía como saber eso.
—Él no, pero la Luna si —sonaba más segura de lo que me gustaría.
—Tengo que pensar, vengo luego —dije confundido, parándome de la mesa para salir un rato.
—Ten mucho cuidado —Fue lo último que le escuché decir a Eli antes de alejarme en dirección al bosque.
Caminaba de forma lenta adentrándome entre los árboles. Mi lobo solo saltaba de felicidad, como nunca y mi lado vampiro se negaba a creer semejante cosa, algo irónico ya que como dijo Elizabeth, el vampiro se puede enamorar dos veces, el lobo no.
—¡Cállense de una vez! ¡Necesito pensar! —grité enfadado, necesitaba tranquilidad para analizar la situación, pero esto solo lo empeoró— ¿Quién está ahí? —pregunté al escuchar ruidos de pisadas cerca de mi y aromas que no reconocía.
—Somos nosotros —dijeron unos niños entre 15 y 17 años, vestidos de monjes.
—Ah ustedes... —dije bajando mis alertas.
—¿Cómo está el hermano Osmond? —preguntó el que parecía ser el mayor de ellos.
—Aun no despierta, pero su herida esta mejor —les expliqué aun manteniendo distancia.
—¿Y ella? ¿Está bien? —preguntó uno que si bien aparentaba tener unos quince años por su voz diría que tenía menos edad.
—¿Ella? ¿Te refieres a Alex? —Sabía que ella había venido con ellos, pero que no dijera su nombre me confundía y más que preguntara eso.
—¿Alex? —exclamaron varios sin tener idea de quien hablaba.
—La chica de cabello rojo que esta en mi casa —dije con obviedad.
—Si, si ella —respondió casi de inmediato uno de ellos.
—Tuve que obligarla a comer porque lo único en lo que piensa es en su amigo —dije lo más neutral posible.
—Ellos siempre han sido así, desde que los conozco siempre han sido la prioridad del otro, hasta celos y envidia me dieron en más de una ocasión —dijo uno que recién llegaba, que claramente era un hibrido entre vampiro y elfo, híbridos conocidos por ser muy poderosos al ser tan hermosos e inteligentes —Por cierto, soy Thiago, amigo de Lex desde la primaria —se presentó extendiendo la mano como saludo.
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Editado: 09.11.2024