Ya habían pasado algunos días desde ese lunes en que, inesperadamente, Luke encontró el que sería su refugio en medio del bosque. Aún se le hacía bastante extraño el cómo llegó hasta allá sin que se diera cuenta, y no terminaba de creerse su versión de verla y solo seguirla. Le parecía algo perturbador. Y peor aún, no había mentido cuando dijo que seguiría insistiendo, todos los días sin excepción la buscaba durante las tardes.
El martes se cruzó con ella «por casualidad» en la supertienda de la esquina cuando hacía las compras, su madre le había encargado algunas cosas que ya estaban agotadas en casa. Con ayuda de Vilma, escogieron los productos adecuados sin dar tanta vuelta por todo el almacén. Charlaron un rato al salir, despidiéndose de la misma manera que el día anterior.
El miércoles, estando en el patio de su casa con el trampolín, Luke se acercó buscando una pelota que «por accidente» llegó rodando hasta ese lugar. Se unió a sus brincos y piruetas con la vaga excusa de vigilar que no volviera a matarse, o por lo menos no mientras estuviese saltando. Al terminar sudados y cansados, tomaron un helado del camión de golosinas que pasó por el vecindario, regalo de Luke.
El jueves había salido a manejar bicicleta para ir a su refugio, pero a mitad de camino «casi atropella» a dos chicos que estaban aparcados en medio de la calle con sus bicicletas a un lado. Ese día, Peter y Luke la acompañaron en su pequeño recorrido por el vecindario y más allá. Hicieron un par de carreras para ver quién era el más rápido, ganando Peter tres de tres.
El viernes, esperando tener paz y tranquilidad, fue a la biblioteca local para prestar algunos libros. Se quedó un rato en la sala de lectura viendo algunos ejemplares, posibles opciones para leer, cuando se vio interrumpida por los comentarios de Peter, quien se quejaba de lo mala que era la segunda parte del libro que ella tenía en mano. Detrás de este, Luke fingía leer muy concentrado un cuento infantil con dibujos para colorear. Después de más de una hora de charla y más quejas, se vieron obligados a abandonar el lugar por exceso de ruido, yéndose al parque más cercano donde continuaron hablando hasta que cayó el sol.
El sábado llegó y con él, su preocupación por la cercanía del inicio de clases. No le gustaba ir sin tener nada en sus manos, siempre trataba de tener todos sus útiles escolares listos para empezar con el pie derecho. Además, usaba eso como pretexto para adquirir más material de pintura, dibujo y tal vez algunos discos nuevos.
—Señorita, ¿cómo me le va? —saludó Luke con emoción.
Estaba sentada en la banca de su terraza leyendo uno de sus libros favoritos, cuando Luke salvaje y fastidioso llega para interrumpir su concentración.
—¿Sí te das cuenta que estoy leyendo? —inquirió Naomi mirándolo con recelo.
—¿En serio? —dijo con sarcasmo— ¿Qué lees?
—Harry Potter y la muerte del pendejo que no me deja leer en paz —contestó mirándolo con ojos entornados— ¿Te suena?
—Mmmm… creo que sí —su expresión era pensativa y divertida a la vez—, me suena a que estas mal de la cabeza.
—Por culpa de gente como tú, fastidioso —dijo para luego lanzarle una pelota de goma que había cerca.
—Buenas, ¿ustedes no tienen calor? —anunció Peter llegando detrás de su hermano, sentándose en la barandilla frente a Naomi— Hola Naomi, ¿cómo sigue la paciente?
—Hola Peter, está muy bien gracias por preguntar —anunció Naomi evitando reírse—, no ha vuelto a dar problemas.
—¿Y a él por qué sí le hablas bonito? —se quejó Luke con evidente indignación.
—Porque él no me acosa como tú —explicó con actitud obvia.
—¿En serio la estas acosando? —indagó Peter entre risas.
—No…
—Sí, todos los días sin falta —interrumpió Naomi divertida—. Es más, hasta me parece que te ha usado para llegar donde yo esté.
Los reclamos de Luke siguieron por largo rato, siendo acalladas por Naomi y sus explicaciones de lo que se considera acoso, mientras Peter escuchaba atento y hacía comentarios a favor de ella. Las risas no faltaron, se burlaban de la expresión quejosa del pelirrojo y de sus vagos intentos por no reírse con ellos, tratando de parecer serio y molesto sin lograrlo.
—Ahora sí —anunció Naomi—, ¿podrían explicarme exactamente que hicieron para que los castigaran enviándolos aquí?
—¿Castigados? —indagó Peter confundido, mirando a su pequeño hermano— ¿Nosotros?
—Eso fue lo que me dijeron —Naomi reía a carcajadas.
Le hacía gracia la forma en que Luke veía fijo el suelo tratando de disimular, evitando la mirada escrutadora de Peter.
—¿Cierto, mi querido Luke? —continuó Naomi con burla.
—En mi defensa —proclamó Luke—, debo decir que considero esto como un castigo. ¿Eso cuenta?
—Viniendo de ti no —sentenció Peter—, si es un castigo no es para nosotros, los demás estamos por nuestra propia voluntad.
Naomi estalló en carcajadas sonoras, ganándose una mirada de reproche por parte de Luke y un asentimiento de Peter. Con actitud algo molesta, se sentó al lado de su hermano dando la espalda a la calle, mirándola con reproche a los ojos sin poder hacer que dejara de reírse de él.
#2510 en Fantasía
#1173 en Personajes sobrenaturales
#6799 en Novela romántica
#1682 en Chick lit
drama suspenso dolor y lagrimas, fantasia urbana suspenso romance
Editado: 29.10.2024