El miércoles llegó como un día en apariencia normal, pero Naomi sabía que estaba bien lejos de serlo. Sus padres trataban de disimular en frente de ella sin contar con un detalle, los conocía demasiado bien como para saber que estaban muy preocupados. Y no era para menos, hasta ella misma sin saber todo el meollo entendía que estaban pasando por grandes problemas. Los mestizos estaban cerca y había grandes posibilidades de que los encontraran, sin embargo, estaban tratando de hacer todo lo posible por aumentar su seguridad y mitigar su energía.
Se dio cuenta que su padre había hecho talismanes de protección ubicándolos alrededor de la casa, escondiéndolos con sumo cuidado del ojo humano. Su madre por su lado, seguía con sus reuniones cada vez más frecuentes con la señora Nieves. No estaba segura de que hacían durante estos, por lo general eran en su casa mientras los chicos y ella misma estaban ocupados en sus deberes.
En la escuela las cosas estaban tranquilas, desde ese primer ensayo en el club de danza Mara no se había acercado a Naomi, claro que eso no impedía lanzar sus miradas venenosas. En especial viendo que siempre estaba acompañada de alguno de los tres, en particular por Jeimmy durante los recesos, quien insistía en saber todo sobre su sonambulismo. Se sintió un poco aliviada al darse cuenta que no vio su último desliz, esa visión que la dejó muy lejos de casa. Sin embargo, no podía dejar de pensar en ello.
En un principio había creído que era una buena idea dejar entrar las visiones, estaba tan confiada en que podía controlarlas que se dejó llevar demasiado por ellas. Sí había logrado algo con eso, sabía dónde estaban las criaturas mágicas y tenía cierta idea de cómo llegar, solo faltaba saber cuál era ese misterioso y tenebroso bosque en el que se hallaba al inicio de su visión. Pero eso no era suficiente, porque además tuvo sus consecuencias.
Ese día se despertó con ganas de saber más, de desenmarañar todo ese embrollo para poder ayudar a buscar una solución. No quería causarles más molestias a sus padres ni provocar que se sintieran peor de lo que ya estaban, pero al fin y al cabo todo ese problema era por su sola existencia, y se sentía con el derecho de saber la verdad después de tantos años. No creía estar preparada del todo, pero sí estaba harta de tanto secretismo. Estaba decidida, ese día haría las preguntas definitivas.
—¿Hola? —Luke estaba a su lado tratando de llamar su atención— ¿Hay alguien con vida allí dentro?
—¿Con quién hablas? —dijo Naomi volviendo a la realidad.
Estaba en su hora de receso sentados en el jardín muy cómodos, Bruno y Grace no se encontraban por lo que había quedado solos.
—Contigo —contestó con gesto obvio— ¿Qué te está pasando, Naomi? Llevas dos días en la luna, ¿Piensas volver algún día?
—Deja de exagerar —chasqueo la lengua a modo de queja.
—No exagero, en serio has estado demasiado distraída estos días —afirmó con suma preocupación en sus ojos grises— ¿Qué es lo que te preocupa? ¿Quieres hablar de ello?
Deseaba poder decir que sí, desahogar y soltar ese nudo en su garganta que la asfixiaba, detestaba tener que retener todas emociones y sensaciones que le causaba aquella situación. El miedo, la rabia y el desconcierto la abrumaban por dentro, y eso la llenaba aún más de frustración.
—No es nada —contestó con una sonrisa ladeada—, es solo que… solía estar sola todo el tiempo y pues… dejaba que mi mente vagara por ahí. Es la costumbre, supongo.
—¿Segura que es solo eso? —indagó insistente.
—Sí, es solo eso —reafirmó.
—De acuerdo, llegó la hora de la Luketerapia —dijo Luke con seriedad.
—¿La qué?
Se levantó de su puesto para acercarse a ella, la tomó con firmeza de la cintura sentándose justo detrás de ella con las piernas estiradas a cada lado junto a las suyas. La abrazó con dulzura apoyando su mentón en su hombro, sintiendo la suavidad de la piel de sus brazos.
—Luke, ¿Qué pretendes? —preguntó divertida pero algo nerviosa.
—Solo quiero que te acostumbres a tener compañía, que te acostumbres a mí —dijo sin apartar su rostro de su cuello—, ten por seguro que nunca más estarás sola, yo siempre estaré contigo.
—Lo sé… —susurró tratando de no dejar salir su sentimentalismo— eres demasiado persistente, terco y entrometido… y te lo agradezco.
—No tienes que agradecer, lo hago porque quiero —susurró a su oído para después darle un beso en la mejilla—, y después nos casaremos, viviremos cerca de la playa, tendremos dos perros, un gato y una hija.
—¡No inventes! —exclamó riéndose a carcajadas.
—¿No te gustan mis planes? —indagó Luke con demasiada falsa inocencia— Los profesores dicen que debemos tener un proyecto de vida ya planificado, así que me tomé el trabajo de hacer uno para los dos.
—Tan considerado… pero… —titubeaba al no poder parar de reír— noooo… paso.
Trataba de zafarse de sus brazos sin éxito alguno, las carcajadas la tenían sin respiración y con el rostro colorado. Se le hizo tan cómico el tono que uso para describir todo eso que no podía parar de reír, aunque también le causó mucha ternura escuchar aquellas palabras de su propia boca. Su madre tenía razón después de todo, es mejor esto a estar sola y con el corazón dentro de frías paredes de hielo.
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Editado: 29.10.2024