Viviana no podía asimilar lo que había pasado, su corazón latía rápidamente y sentía que en cualquier momento iba a volver el estómago no podía esperar para llegar a casa y mostrarle esa foto a su hermano seguro quedaría atónito, pues esto era una situación surreal ella solo lo creía porque había una prueba aquella foto le recordaba qué no había sido una simple alucinación suya, muy lejos estaba de creer que el príncipe se había ido tan impactado por ese encuentro. Máximo se acercó a su primo, les habían organizado un pequeño cuarto privado, lo invitó con un gesto y se sentó a su lado compartiendo una rica taza de té que ayudaba a disipar la frialdad del día, los guardias los observaban como siempre pero como no pasaba en un tiempo, el príncipe castaño no se sintió cohibido se dejó embriagar por el dulzor y la calidez del líquido frente a él.
-Te ves muy sereno - Señaló su primo - es poco común en ti
-Pues aunque odie admitirlo, sólo vine aquí por la imposición de los reyes pero - Jugaba con el borde la taza rememorando lo sucedido y el pésimo canto de esa chica - encontré algo que ha despertado mi atención, ha sido un descubrimiento muy placentero
-¿Interesante? No creo que haya nada así aquí ¿Qué es? - Se mofa
-Una sirena
-Querido primo ¿Estas drogado?
-Una chica - Se ríe - era extraña casi irreal
-Seguro era una arribista intentando volverse princesa
-No, estoy seguro era diferente, no me abordó fue un encuentro casual, era una chica radiante - por poco dice era parecida a mi madre pero se detuvo, no era algo que valiera la pena decir
-Si hay alguien así aquí, me gustaría conocerla, debe ser muy bella para llamar tu atención
-No te emociones, no creo que fuera de tu tipo, su belleza es tan común como una hoja de papel pero es indescriptiblemente atrayente
-Pareces entusiasmado - Emiliano da un sorbo a su taza - Bueno sería agradable contraer nupcias ambos
-¿Qué dices?
-Voy a casarme amado primo - Suspira pesaroso
-¿Con Lorna?
-No, con alguien a quien no conozco
Esas palabras lo arrasan por dentro, como un golpe en un piano desafinado, evoca el recuerdo de ese día a los trece años cuando estaba apunto de salir al balcón real, su padre haría la ceremonia imperial y el como heredero de la corona tenía el deber de pararse a su lado. Sus manos sudaban y temblaba sin control, María sostenía de la mano a Julián y se había enroscado en Joseph ocultando su rostro, su amigo intentaba acomodarle el vestido celeste pero ella no le soltaba mientras veía la escena unos juveniles ojos verdes se atravesaron en su panorama, la niña le sonrió amablemente con una mueca ligeramente curveada, sólo se miraron mutuamente pero el nerviosismo se fue. Después de eso se dedicó a alimentar aquel sentimiento, pronto aprendió que el nombre de la chica era Lorna, su color favorito el azul y su padre era el secretario de defensa, con el tiempo se volvió su Gaia, aún recordaba el fresco sonido de su risa, el sabor de su brillo labial cuando la beso en ese parque, el olor a frutas que tenían sus muslos y ahora debía tirar esos años a la basura, romperle el corazón a su primer amor, todo por una estúpida promesa.
Su triste mirar terminó por delatar esa pelea interna, nunca fue definido por su sutileza cuando sentía algo no evitaba que su rostro lo reflejara , su primo sólo lo observaba.
-El amor es un juego de ajedrez indescifrable más para la gente como nosotros pues tenemos que agregar un factor más a algo de por sí complicado... El peso de una corona
-Amar y ser amado es un ideal para gente como nosotros
-Estás muy enojado ¿cierto?
Ambos se sonríen en complicidad, compartiendo un sentimiento.
-Jamás imagine que los reyes me obligarán a casarme
-nadie se imagina eso, ¿Estás enfadado? ¿triste?
-No, siento lástima por esa mujer, junto a mi solo le espera una vida de pesar porque está condenada a vivir encadenada a alguien que no la ama - Suspira con tristeza - Nosotros estamos acostumbrados a hacer concesiones, a la presión en nuestros hombros, a peso de la realeza pero esa chica no, con los años se marchitara y tendré suerte de que no me odie del todo
-Por eso mismo no deseas casarte con Lorna ¿Cierto? - Cuestiona su primo - La amas demasiado para dejarla tener una vida tan miserable
-Si, pero condenó a otra en su lugar a un suplicio de por vida
-Primo la vida es muy larga y nunca resulta como querríamos porque aunque lo neguemos hay cosas fuera de nuestro control sin importar que seas el rey de México
-Solo desearía que mi vida fuera solo mía no tener que compartirla y no... tener que dejarla ir
-Lorna te ama y sabía que aceptar estar contigo era aceptar un sinfín de sinsentidos como el que te cases con otra
-Profundo y deprimente - Le da el último sorbo a su té - mejor cuéntame de tu sirena
María, Joseph y Julián caminaban a su auto, felices de haber terminado esa tortuosa jornada escolar, la pareja de primos parecía absorta en sus pensamientos, navegando en el mar de sus mentes, Joseph veía sus miradas vacías y vagas , pensó que era simplemente la tensión del primer día de escuela.
-Ustedes siempre son raros pero hoy no tengo idea de lo que les sucede
-Solo estamos algo descolocados
-Si además el sol está muy intenso quiero descansar - María soltó una risa nerviosa
Ellos se sentaron en las gradas de la pequeña cancha de fútbol rápido recién construida especialmente para Julián seguramente, sus asistentes les recordaron de sus compromisos pero los ignoraron con la única intención de retrasar su llegada al palacio.
-Qué asco, están pegajosas - Se queja María y cuando están dispuestos a irse escuchan las alegres vociferaciones de unos jóvenes. Al voltear se encuentran con una larga melena rosada y un bello rostro sudado, es la chica que golpeó a María y el compañero que dejó tan prendado a Julián, ambos los observan con emoción, es casi como si no pudieran voltear a otro lado.
-Mejor quedémonos aquí - Dice Julián sin apartar su vista
-Si
Joseph los observa aún más intrigado pero se limita a ceder, pues algo en su interior dice que esto va una dirección interesante.
María se encuentra envuelta en esa joven, casi se siente culpable de observarla con tal intensidad, la vio hace poco y descubrió que estaría en su mismo grupo pero la mira como quien memoriza algo que jamás verá nuevamente, es obvio que tanto la chica como el chico se han saltado olímpicamente el último bloque de clases.
Jugaban con un viejo balón , estaban alegres y enérgicos era imposible no envidiarles pensaban María y Julián, mientras veían cómo las gotas de sudor recorrían sus cuerpos mientras reían, ambos deseaban poder deslizarse bajo sus pieles y poder ser esos animados jóvenes al menos por un segundo.
-Saben mi padre solía decir que si mientras observabas a alguien oias música era que esa persona era la indicada - Empieza a sonar i Like Me Better
-Basta - Dice Julián y Joseph pone pausa a su celular
-Aburridos
-Alguna vez me gustaría verme tan despreocupado como ellos
María aprieta sus puños - Es hora de irnos