Deuteronomio 20 establece normas para la guerra. Se les dice a los soldados que no teman, ya que el Señor está con ellos. Antes de la batalla, el sacerdote y los jefes animan a los soldados y ofrecen opciones para aquellos con compromisos recientes. Si se acerca a una ciudad, debe ofrecer paz primero; si rechaza, puede atacarla y quedarse con el botín. Se instruye que las ciudades lejanas se traten de manera diferente a las cercanas, y se prohíbe cortar árboles inútiles durante el asedio.