Lo que nos faltaba, Daddy Issues
Mateo
— Estar aquí es genial ¿por qué te disculpas? — Dije sonriendole.
Me había pedido disculpas por que tener que presenciar las locuras de su familia al hacer los preparativos para las fiestas, según ella siempre era lo mismo, todos de un lado a otro gritando, moviendo cosas, tirándolas, era una locura.
— ¿En serio te parece genial ver esto? — Dijo Sarah examinando todo, su hermano estaba decidiendo como iría una decoración, llevaba con eso como diez minutos y nada que decidía. Lilian estaba como loca tratando de barrer toda la casa pero con la hermana de Sarah pasando de un lado a otro lo único que había logrado era enojarse y gritarle que se quedará quieta, quien en lugar de hacerle caso había empezado a preparar la comida mientras hacía un tiradero de especias por todos lados.
— Claro que es genial, parece un zoológico. — Dije viéndola. — Sin ofender claro. — Me incline un poco hacia ella de lado y roce nuestros hombros, ella era casi de mi tamaño tan alta y preciosa, de hecho era la primera chica a la que veía con tacones siendo tan alta, cuando los usaba casi llegaba a tener mi estatura y poco le importaba ser más alta que las demás en cualquier fiesta. Aunque creo que no le gusta usarlos mucho.
Me encantaba este lugar.
Tenía más movimiento y personas que mi casa en todo el año.
Era genial ver como se esmeraban tanto por que todo estuviera presentable, de hecho era muy lindo por que no querían que todo estuviera perfecto, tenían colgados unos dibujos de la sobrina de Sarah en el árbol de Navidad y también en la pared.
La última vez que vine había estado dormida así que no la pude conocer y ahora según lo que me habían comentado la había llevado al parque con unos amiguitos para que no estuviera haciendo estragos.
— Bueno mateo — Lilian me señalo y yo puse toda mi atención en ella, realmente quería esforzarme por estar presentable ante ellos, era la primera vez que convivía con la familia de la chica que me gustaba, aunque no fuéramos novios sentía de todas formas la presión para que me aceptaran. — Teniendo en cuenta que... Que la verdad no sé qué son, ni me importa. Pero seguro y vuelves más veces a la casa así que más vale que te vayas acomodando, así que mejor ayuda a Esther con la comida, seguro y eres más centrado que esa otra que ya me llena de pimienta hasta la estufa.
— Él es visita, no es necesario que lo hagas. — Sarah tenía cara de pánico.
Lo cual para ser honesto me divertía, a veces era muy exagerada con sus expresiones y se miraba muy chistosa.
— No te preocupes me encanta cocinar. — Dije mientras ponía mi mano sobre su cabeza y medio la despeinaba y ella me miro con los ojos entre cerrados.
— ¿Seguro que cocinas? No quiero que luego me incendies la cocina, puedo lidiar con la pimienta pero no sé si con lo otro también.
Ella se miraba dudosa sobre si confiar en mis habilidades culinarias.
Realmente era bueno, mi abuela me había enseñado a cocinar desde los 11 y a mí me encantaba.
— Veras que todo me va a quedar magnífico. Y si no es así pues tendré que decirte que si a todo durante un día entero.
Y a ella le brillaron los ojos, realmente creía que lo iba a hacer mal.
Pero en lugar de hacerme el ofendido sonreí, si aceptaba sabía que no había chance de que algo me saliera mal, así que estaba convencido que ella tendría que decirme si se todo durante un día.
— Bien, trato hecho, pero no te podrás quejar de nada. — Dijo ella señalando me.
Hay tantas cosas pasa pedirle que haga.
— Te digo lo mismo a ti.
Ella pareció pensárselo pero asintió de todas formas.
Yo trate de no mirarla tanto, es que Dios, solo con verla yo ya sentía el corazón en la boca, y sabía que se me plasmaba una sonrisa estúpida en la cara, Sarah no se cansaba nunca de decirme que dejara de sonreír cuando la veía pero me había dado cuenta de que en realidad le gustaba que lo hiciera.
Llevaba puesto algo que parecía pijama, un pans, una blusa de manga larga y unas botas para el frío, yo sentía un poco de calor aquí adentro y ella decía que aun así había frío.
Y me preguntaba por qué lo era, sabía que las personas flacas tendían a ser más friolentos porque no tenían grasa en su cuerpo, pero ella no era muy delgada, de hecho me encantaban sus piernas y claro también su culo, y sé que si fuera más delgada no se le verían tan geniales como ahora.
Había escuchado eso de que algunas personas no distribuyen la grasa que ingieren hacia el estómago, sino podía ser a las piernas, el busto o el culo, empezaba a creer que ella era una de esas personas, así que yo sin dudarlo jamás dejaría que Sarah dejara de comer la comida grasienta que ya come cuando sale con nosotros. Lástima que su hermana si le daba de comer sano.
Me dirigí hacia la cocina para no seguir viéndola. Sarah ya me volvía loco con solo ver la y cuando me besaba, Dios era majestuoso.
Creo que en lo poco que nos habíamos besado era siempre ella la que me besaba, ya le quitare yo el lugar de roba besos.