Decisiones locas con resultados buenos
Bien, estoy molesta, muy molesta.
Mateo no me habló en seis jodidos días.
Y hoy simplemente me mandó un mensaje diciéndome que no iba a haber ninguna cena con su madre.
Bien podría tirarme a la cama y lamentarme, porque si, esto ya empezaba a dolerme, pero no iba a hacer eso, iría a verlo, quizá le rompería una costilla si es que me dice algo feo y ya luego quizá me pueda tirar a lamentarme.
Estaba teniendo paciencia, sin embargo ya empezaba a molestarme su actitud y esto era lo último que me faltaba para ir a encararlo y reclamarle que no estaba actuando bien.
Sí, no nos habíamos visto en toda la semana, sin embargo mi curiosidad no pudo conmigo y les saque información tanto a Anne como a Miguel y ambos me dijeron que él preguntaba por mí casi todos los días, inclusive Nadia como buena Cotilla que es hasta había conseguido screenshots sobre él preguntando por mí.
Lo cual me perturbada un poco porque no tenía idea de cómo Diablos los había conseguido tan rápido y específicamente.
Así que en realidad no solo yo era la que sentía algo por el otro, era obvio o de lo contrario él no hubiese estado preguntando tanto por mí.
Estacioné fuera de su casa, quizá me meteré en un gran lío con Lucas por haber tomado prestado su coche sin decirle, nahh, quizá ni se dará cuenta.
Baje luego de ponerle seguro al auto y me encamine hacia la puerta.
Toque el timbre dos veces y luego de eso escuche unos tacones resonando y vi a una mujer guapísima saliendo detrás de ella.
Realmente me quedé asombrada de lo linda que era.
Ciertamente Mateo había heredado su encanto de ella.
— Hola Buenos días.
— Hola ¿que necesitas? — Dijo ella amablemente.
En realidad yo venía aquí muy valientemente pero que ella fuese tan amable en realidad que me causaba un poco de vergüenza por qué no me quería ver mal ante ella.
— Yo, busco a Mateo ¿él está aquí?
Ella me escaneo muy sutilmente, sin embargo pude darme cuenta de que lo hizo.
— ¿De parte de quién?
— Soy Sarah, pero podría no decirle mi nombre por favor. — Dije un poco apenada.
— No sé qué se traiga mi hijo contigo pero si no quieres que le diga tu nombre será porque quizá se niegue a salir. — Ella suspiro viéndome de nuevo y yo solo le di una sonrisa un tanto nerviosa.
— Pero a mí me pareces encantadora así que lo haré venir en un momento. — Dijo ella dejando la puerta abierta para empezar a llamar a Mateo e ir subiendo las escaleras.
— ¡Que bajes de una buena vez que te están buscando, no seas un pesado maleducado! — Ella lo riño.
— No me hables así ya no soy un niño ¡tengo veintitrés!— Dijo mateo un poco molesto.
— Veintitrés las pelotas, te sigues comportando como un niño, así que baja, ¿es por ella que has estado tan ansioso toda la semana? — Dijo la mujer curiosa bajando las escaleras y Mateo se tapó la cara.
— ¡Mama que no hables de más! — Dijo él y ella le dio una risita, wow no me imaginé que su madre se pudiera estar burlando de él. La amo.
— Bien. — Ella se acercó hacia mí. — Un gusto conocerte Sarah, me llamó Lindsay. Los dejaré para que hablen.
Y sin más desapareció del lugar.
Mateo se acercó a mí y antes de que pudiera decir solo una palabra ya me tenía a mi como parlanchina.
— Se puede saber ¿qué pasa contigo? — Inquirí dándole un toque en el pecho. — ¿Que acaso pretendes dejarme así? ¿Siquiera tienes responsabilidad afectiva? Por qué sabes, toda la semana mi mente me ha estado jodiendo con que quizá no debí haber tenido esa conversación contigo, de haberlo sabido ni siquiera hubiese mencionado el tema. Me estuve castigando y mi mente me ha jugado una mala pasada.
— Lo siento ¿sí? Me asuste.
— ¿Lo siento? — Fruncí el ceño y me enoje aún más. — ¿Y qué? ¿Crees que con un lo siento ya todo está perdonado?
— No yo... — Él se acercó a mí pero yo me aleje. — Fui un estúpido, si y me arrepiento mucho pero es que todo esto me vino por sorpresa y no supe cómo actuar. No tuve un momento para pensarlo y procesar lo que me decías.
— Bien pues te habrá venido como sorpresa pero ahora no es ninguna así que ¿qué decides? — Dije viéndolo, no iba a esperar por una respuesta para mañana ni iba a dejar que el me dejara así sin hablar por una semana, lo íbamos a hablar ahora.
— No lo sé yo... Todo esto es muy complicado.
Me acerque hacia él, pase mi mano por su nuca y lo atraje hacia mí, no podía ver nada que no fuese yo, y con nuestros alientos mezclándose procedí a hablar.
— Te gusto ¿no es así? Tienes miedo de encasillarte en una relación, lo sé inclusive yo me siento extraña en pesar en nosotros dos como pareja, porque para nosotros eso es algo realmente fuera de lo normal. — Puse mi mano en su pecho. — No puedes controlarte ni estando lejos de mí. — Dije con mi mirada fija en sus ojos, sin embargo empecé a juguetear con mi nariz rozándola por la suya y el cerro los ojos a la vez que suspiraba como si hubiese deseado eso, ese suspiro a mí me había afectado. — Me has visto los labios dos veces mientras te hablaba, se te ha puesto la piel de gallina y se te ha acelerado el corazón.
— Eso fue por puro imprevisto, no pensé que fueses a hacer eso y ¿cómo puedes estar tan segura que me gustas? — Dijo él.
Sin embargo tenía los ojos cerrados, tanto el como yo sabíamos que si los abría todo se iría al carajo, porque ninguno de los dos podríamos contenernos a darnos un beso.
— Tienes la mirada. — Y tan solo con esas palabras el abrió los ojos y estos se dilataron aún más. — Desde hace semanas que me ves diferente y si no te gustara ¿por qué estarías así? Te has ruborizado. Si no te gustara ni sintieses nada por mí no me habrías dejado acercarme de esta manera. — Dije mientras pasaba mi mano por su mejilla. — Inclusive tienes la respiración descontrolada, reizend.