Winter
Devan Reed no había podido escoger un restaurante más elegante para cenar que este. Además, reservó una de las mejores mesas, la cual se encontraba en el centro del salón, para los dos.
—Se ve muy guapa hoy, señorita Howland —tomó mi mano y dejó un pequeño beso en ella. Me sonrojé ligeramente gracias a aquel acto de su parte.
—Gracias por la invitación, señor Reed —intenté darles las gracias sin sonrojarme demasiado y lo miré a los ojos. Ellos eran como un mar profundo del que era imposible salir. Eran preciosos, como eso que encuentras detrás del arcoíris, es decir, algo celestial e inesperado. Eso era Devan Reed ante mis ojos— Sin embargo, me parece que se ha excedido un poco con los regalos que envió a mi oficina por la mañana. No me malinterprete puesto que me encantaron los regalos, pero, creo que no debe invertir tanto en mi porque me apena muchísimo que lo haga.
—Está bien, Winter, lo hice porque quise bonita. Estaba segura de que esas joyas se verían preciosas en ti y mira que no me equivoqué en lo absoluto. Y sobre el ramo de rosas, creo que era lo más indicado y el regalo perfecto para otra rosa —guiñó el ojo y maldecí en mi interior. Si no me controlaba tan solo un poco y dejaba mi dignidad a un lado, le iba a permitir que me avergonzara la noche entera y me vería bastante inocente ante sus ojos. Bueno, sí soy un poco inocente, pero, es que él no debería averiguarlo tan pronto porque va a molestarme todo el tiempo—Además, fue bastante difícil encontrar el regalo perfecto para una muchachita inocente como tú.
—¿Inocente? ¿Qué le hace pensar eso, señor Reed? —Me burlé debido a que necesitaba cuidar ese caparazón que he creado para el mundo. No me gustaba que me dijeran inexperta y las personas inocentes son las más inexpertas, como es mi caso.
—Te sonrojas por un pequeño cumplido, lo que me hace pensar que no has tenido cierto tipo de experiencias —subió ambas cejas y tragué saliva al verme perdida—Mira cómo no me equivoco...Te pones muy nerviosa, princesita, y eso demuestra tu enorme inocencia.
—Bueno, Devan, si crees que soy tan inocente e inexperta como tú piensas, quizás te dé la oportunidad de probarme un poco más tarde —dejando los nervios a un lado, le guiñé el ojo como coqueteo. Esta vez, fue él la persona que se sonrojó y cayó ante mis encantos. No obstante, me arrepentí de mis palabras minutos después al darme cuenta que podrían interpretarse de otras maneras—Ay no, eso acaba de sonar tan sucio de mi parte...
—Es que no lo puedo creer, bonita. Trataste de coquetear conmigo tal y como yo lo hago contigo, y acabas de arrepentirte crudamente de cada una de tus palabras porque tienes toda la razón, eso sí que acaba de sonar bastante sucio de tu parte, pero, si quieres ir por ese camino, yo no voy a molestarme contigo —lanzó un beso en mi dirección y crucé las piernas, cada vez sintiéndome mucho más nerviosa.
—¡No, no, no!
—¿No quieras caminar por ese "sendero", Winter? —Se burló nuevamente, demostrando que él me convertía en un desastre total si eso era lo que él quería hacer.
—¡No, es decir, sí, claro que quiero caminar por ese "sendero"! —Bajé el tono de mi voz en la última palabra, sintiendo que por poco le estaba rogando hacer otro tipo de cosas y que todo eso iba a ser bastante malinterpretado en los siguientes minutos—Claro que quiero visitar ese sendero, Devan, pero, no vayas a pensar que soy una...
—Claro que no, Winter, sé que no eres esa clase de persona. Al contrario, conozco que eres una muchachita inocente a la que debo ir descubriendo poco a poco si me lo permite. Y me fascina que seas una buena chica.
¿Soy una buena chica por qué? Ay no, se me estremece el cuerpo entero al hacer referencias sexuales con el hombre que me gusta actualmente. Lo siento, Devan Reed, me gustas mucho, sin embargo, soy virgen y por el momento no tengo ganas de acostarme con alguien. Por supuesto que eres muy guapo y todas esas cosas, y sé que serás tan sexy si estás...¡Por el amor de Dios, Winter Howland! ¿Por qué demonios te estás comportando como una estúpida pervertida ahora mismo? ¿Qué sucede contigo?
—Ah, sí, gracias —me rasqué la nuca sin mirarlo a los ojos ni un solo segundo y él de la nada, comenzó a reír con fuerza. Oh, no, él lo sabe. Sabe que soy virgen e inexperta y ni siquiera he tenido que decírselo ¿En verdad se ha notado qué me incomoda hablar de ciertas cosas? Y yo solo dije que estaba interesada en caminar por ese sendero porque bueno, es normal, y por Dios, creo que eso solo hizo que su curiosidad aumentara.
—Entonces, señorita Winter Howland, me encantaría que me hablara un poco más de usted —cambió de tema de repente y le agradecí.
—¿Qué quiere saber? —Arrugué la nariz—Te responderé todo lo que quieras, Devan. Esta es la noche en la cual te entrego esta oportunidad.
—Dímelo todo, absolutamente todo sobre ti. Qué disfrutas hacer, cuáles son tus colores preferidos, cuáles son tus miedos y tus ilusiones, qué es aquello que no te gusta hacer. Quiero que me lo digas absolutamente todo sobre ti porque yo quiero conocerte con la mayor profundidad posible, Winter. Me hará muy feliz conocer más sobre la persona de la que me he enamorado a primera vista —sonrió una vez más. Su sonrisa era la más linda de todas, era como un brillo celestial que podía cegarte por su belleza.
—Permíteme ser honesta contigo, Devan —carraspeé en un intento de aclararme la garganta y me crucé de brazos sobre la mesa—Háblame de las mujeres con las que has salido, háblame sobre tus relaciones pasadas y así yo sabré cuales son los errores que cometiste en el pasado y gracias a esto, seremos capaces de no volvernos a equivocarnos de tal manera. Ya sabes, si el humano no conoce su historia, estará condenado a repetirla.