Lili había tenido un día pesado en su escuela, venia muy cansada, al entrar en su casa se encontró con su madre, aquella la miro con odio y asco, como siempre lo hacía.
- ¿Qué haces aquí, niña?
Al escuchar la dura voz de aquella mujer, sintió un gran escalofrió;
- Y-yo ya t-termine mis c-clases- su voz temblaba mucho, y eso la ponía más nerviosa.
- ¡SAL DE AQUÍ, NO QUIERO VERTE LA ASQUEROSA CARA!
Al escuchar eso simplemente se dirigió a su cuarto, siempre era lo mismo, estaba cansada de llorar por todo, porque tenía que ser tan sensible, odiaba tanto romperse así de fácil, porque no podían darle un poco de amor o ¿eso era mucho pedir?
Al entrar a su cuarto dejo su mochila en el suelo, luego se tiro a su suave cama y abrazo a su gran amigo osito, el único que siempre la abrazaba y le daba el consuelo que nadie más le podía dar, las lágrimas la empezaron a atacar de nuevo, su corazoncito dolía tanto, solo quería un poco de amor, no pedía más.
Editado: 24.07.2021