Por un triste instante, las paredes de esta casa se me caen encima. Tengo miedo, sufro pensando que no tolera mi cercanía, que no es capaz de sepultar lo ocurrido entre él y yo en el pasado.
Llevamos dos días sin tocarnos, sin amarnos...
Con un hilo de voz, formulo la pregunta que me trastorna:
—¿Me vas a dejar, Jungkook? No me has perdonado... ¿verdad?
—¿Qué dices? —Desesperado, se pone frente a mí y me mira directamente a los ojos—. ¿No sientes cuánto te amo? No soportaría verte marchar de nuevo, me ahogaría en la soledad. Ya te lo he dicho, por Dios, no dudes.
—¡Háblame entonces!
—Jimin, eres mi vida —contesta aturdido—. ¿Por qué tienes que ser tan complicado?
—No te entiendo —digo—. Sé que estos días no ha sido fácil estar conmigo, pero estoy mejor. ¿Qué es lo que pasa, Jungkook? Barajo mil posibilidades sobre tu actitud, pero no llego a ninguna conclusión. ¡Me estoy volviendo loco!
—No más que yo. Esto te lo aseguro. —Me mira y yo ahora aparto la vista—. Me gustaría crear un ambiente donde te sintieras cómodo, tranquilo. ¿Qué propones?
—¿Cómo? ¿Para qué?
—Por favor.
Vacilo.
—¡Llevas días ocultando lo que sea y prometimos...!
—¡Al jardín y se acabó!
Casi sin darme cuenta, estoy en sus brazos. Forcejeo, pero él me dedica una mirada de clara advertencia y me detengo. Me deja en el césped, entra de nuevo en la casa y vuelve con una sábana, algunos dulces y zumo. Se sienta frente a mí, con el festín en medio.
Yo lo miro extrañado y entonces él empieza a hablar:
—Estoy preocupado y sí, es por un asunto importante —expone cauteloso—. Hay una pregunta que me atormenta. —Inhala una bocanada de aire—. ¿Te gustaría quedar embarazado pronto?
Se me desencaja la mandíbula y lo miro boquiabierto... Veo temblar sus manos como pocas veces antes. No sé qué espera o qué quiere que le diga.
—Jungkook, ¿me estás pidiendo que tengamos un hijo?
—Jimin, respóndeme de una vez si no quieres que pierda la cabeza.
Me cruzo de brazos y levanto el mentón sin contestar.
—No bromeo, Jimin.
—Pero ¿¡qué te pasa!?
—¿¡A mí!? —replica alterado—. ¿¡Si te lo pido me lo negarías!?
Me exaspera tanto rodeo.
—No, Jungkook. Ya sé que hemos vuelto hace poco, pero siento que ahora las cosas están bien... aunque estos días te hayas alejado en cuanto al sexo y tu enfermedad nos vaya a acompañar siempre. Yo quiero formar una familia contigo. No se interpone nada entre nosotros, no si cumplimos lo prometido.
El suspiro que brota de su garganta es poderoso, tan lleno de energía que es evidente que se siente aliviado. Impaciente al ver su reacción, le doy un mordisco a un dulce y pregunto:
—¿Adónde quieres llegar con esto?
—A que sé que te has hecho una prueba de embarazo y no me has consultado ni avisado del asunto, cuando somos un matrimonio y, como tú afirmas, no tiene que haber secretos entre nosotros. —El corazón me da un vuelco y escupo la comida antes de atragantarme. ¿Qué dice?—. Sí, bebé, sí. También sé que no sabes el resultado.
—No... Ejem... Yo...
—Tranquilo, Jimin, porque yo, sin querer, sí sé el resultado de esa prueba que se cayó al retrete. Y, aunque no lo creas, ya lo sabía antes de que se cayera.
Me tiende las manos y yo adelanto las mías para que me las coja. O así lo creo, porque no me siento el cuerpo ni sé dónde estoy.
—¿Q-Qué? —articulo a duras penas—. ¿C-Cómo?
—Y me estoy volviendo tan loco como tú al no saber cómo encararlo, después de los problemas que tuvimos con anterioridad por este tema. La noticia me la tendrías que haber dado tú, cariño. — Sonríe tierno y posa su frente en la mía—. Sí, bebé. Gracias...
Me mira a los ojos emocionado y añade:
—Vamos a ser padres... Llevas un bebé nuestro dentro de ti. Un hijo mío. Estás embarazado, Jimin...
Continúo mudo, no puedo hablar y me precipito sobre él. Me agarro a él hasta que me duelen las manos. Tengo el vello de punta y mi amor por él es tan grande que es casi imposible abarcarlo.
Un mes siendo amantes, tres meses de noviazgo y tres de matrimonio... otros seis separados y aquí estamos. Cara a cara, cambiados pero amándonos con el mismo sentimiento. Nuestro primer hijo...
El sufrimiento queda atrás. Quizá hemos tenido que aprender del dolor para hoy disfrutar de lo hermoso al reencontrarnos.
Con temor, tiento mi vientre y un sollozo se me escapa. ¡Voy a tener un bebé!
—Jimin, ¿estás bien?
Asiento y acurruco contra él.
—Te amo, te amo —lloriqueo—. Soy muy feliz.
—Y yo, yo también —susurra—. No sabía cómo hablarte, ni tocarte. Tengo un nudo en el pecho que no me deja respirar. —Y suelta una carcajada que me empuja a mirarlo. Sus ojos irradian felicidad—. Me vas a matar, bebé.
Tengo tantas preguntas, pero apenas puedo hablar. Sin embargo, él sabe interpretarme y, con adoración, me explica:
—Fue esa mañana en que llorabas tanto. Mientras tú volvías a dormirte, fui al baño y vi tu neceser. La prueba estaba dentro y creí morir. »Un sueño, Jimin, eso fue. Me sentí inseguro al no saber por qué callabas, luego oí que le decías a mi madre que no sabías aún el resultado. »Lloré preguntándome cómo hacerlo. Eres muy complicado, bebé. —Palpa mi vientre—. Cuando aún estabas dormido, te toqué ahí. Fueron unas horas especiales, llenas de incertidumbre. En soledad. »Y ahora me da miedo hacerte daño, perjudicar al bebé. Quiero cuidarte, cuidarlos. Me muero por tocarte, pero a la vez...
—Me hablaste estando dormido —recuerdo con emoción—. Yo te oí, no soñaba, pero creí que lo hacía.
—Sí, te hablé, cariño. Me preocupaba ver a mi frágil esposo tan sensible y entonces lo entendí todo.
Él, mi tipo duro y frío. Mi señor Jeon, el témpano de hielo que fue una vez, totalmente vencido por la noticia de nuestro primer hijo. ¿Cuántas veces lo pidió?
Sin duda somos un matrimonio peculiar. ¡Él me da la noticia del embarazo!