Kally parecía saber exactamente hacia dónde teníamos que dirigirnos, dejé que ella guiará el camino caminando a su lado—. ¿Habías venido antes? —Pregunto con algo de duda, aunque creía que ya sabía la respuesta.
—Mi escuela había hecho un recorrido por el campus antes de que entráramos —explica mientras seguimos avanzando.
Tomé su mano para no perderme mientras admiraba todo el lugar. Los pasillos de los dormitorios eran interminables, pintados con un color rojizo claro y ciertos estampados. Tomamos las escaleras hacía la sala de los dormitorios; aunque Kally gira en dirección diferente a la que yo conocía.
—¿A dónde vamos? —pregunto ubicándome a su lado al notar que me empezaba a quedar atrás.
—Vamos a salir por la otra puerta —indica dándome una sonrisa.
Avanzamos por el pasillo hasta llegar a una área que no había visto; se encontraba llena de diversas mesas y sillones, al fondo podías apreciar lo que parecía ser una cafetería, tenía vitrinas llenas de comida, sillas alrededor, varias personas dentro entregando comida a los alumnos.
—¿Hay una cafetería dentro del dormitorio? —pregunto sorprendida volteando a verla, había pensado que se refería a una cafetería fuera de los dormitorios.
Se ríe ligeramente como si fuera algo muy divertido— No, tontita —me toma del brazo haciéndome caminar hacia la puerta—. Todas las casas de nuestra residencia están unidas, por lo que tenemos nuestra propia cafetería, sala y áreas comunes. Aunque solo hay desayunos en la cafetería —explica algo decepcionada por la poca variedad de comida.
Río a su comentario mientras me sigue llevando fuera del edificio. Salimos hacia otra de las pequeñas avenidas de la universidad, con dos carriles de cada lado y lleno de árboles y plantas en todos lados.
Kally sigue guiando el camino yendo a un lado de la calle. Me dedico a seguirla mientras observo a mi alrededor. La calle estaba rodeada por los edificios de los dormitorios, las facultades y ciertos conjuntos de casas.
—Probablemente tardemos un poco en llegar, así que cuéntame sobre ti —la voz de Ariel me hace regresar mi atención a ella, notando que tiene su mirada en mí—. ¿No eres de aquí, verdad? —preguntó cruzándose de brazos.
—No, soy de Edimburgo —respondo alegremente.
—¡Lo sabía! —su emoción me parece demasiado divertida haciéndome soltar una risa—. Tenía la certeza de que tu acento era de Escocia, aunque tenía que asegurarme.
Vuelvo a reír.
—¿Y tú de dónde eres? —pregunto educadamente mirándola de reojo.
—Sacramento. Aquí mismo en California. Mi hogar no se encuentra tan lejos como el tuyo —dice lo último dándome un pequeño empujón jugando; ambas reímos ligeramente por la situación.
Kally gira en una de las esquinas y noto que ya se encuentran más concurridas las calles; reconozco uno de los jardínes que había visto al llegar, por lo que creo que nos estamos acercando al patio principal.
En cuestión de minutos, llegamos al patio principal que se encuentra lleno de guías, puestos informativos y estudiantes emocionados o confundidos; justo como había visto minutos antes.
La mirada de Kally mira alrededor hasta detenerse en un punto, sigo su mirada hacia uno más de los puestos sin alcanzar a distinguir de qué se trataba. Antes de que pueda decir algo más, su mano toma la mía y me arrastra hacia él. Leo el letrero de arriba indicándonos que ahí empezaban los recorridos.
—Buenas tardes. Veníamos a uno de los recorridos grupales para los de nuevo ingreso.
La sonrisa de Kally se agranda alegremente al hablar con el chico que estaba ahí.
—Buenas tardes —el chico no se nota para nada nervioso, seguramente ya estaba acostumbrado a esto—. El último grupo salió hace varios minutos; pero si gustan esperar, en un rato empezará el siguiente —nos da una sonrisa confiable después de revisar entre sus papeles.
Kally se gira a verme esperando mi aprobación, asiento tranquilamente a lo que voltea de regreso a él.
—Podemos esperar.
—Perfecto. Escriban sus nombres aquí y usen estos gafetes mientras están en el recorrido —nos extiende una tabla con varias hojas, una pluma y dos gafetes.
Kally se apresura a tomar lo que nos da entregándome los gafetes. Veo por encima de su hombro que está escribiendo los nombres de ambas. Emocionada, le regresa la tabla.
—Muy bien —el chico se toma un momento para verificar que estén nuestros nombres—. Cerca de aquella estatua, hay una plataforma, ahí empiezan los recorridos —con su mano nos señala hacia la estatua que menciona; a pesar de la conglomeración, alcanzo a observar dónde se encuentra la plataforma.
—Muchas gracias —decimos ambas alejándonos mientras nos acomodamos los gafetes.
Al llegar, podemos observar a un pequeño grupo de personas ya reunidas ahí. No pasa mucho tiempo hasta que tres chicos suben a la plataforma, considerablemente pequeña, haciéndonos gestos con la mano para que nos unamos. El primer chico es de tez blanca con el cabello completamente negro, parece ser el más alto de los tres y tenía complexión de jugador de americano. El segundo chico es ligeramente más pequeño y delgado, de tez morena y cabello marrón largo amarrado en una pequeña coleta.
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Editado: 19.08.2021