El Ultimo Escrito

El silencio marcho en clave de sol, el comienzo de un nuevo escrito se presentó, inspirado en su estudio, estaba revelando las emociones de un puñal, gozando del silencio de sus latidos inexistentes y mirando la flama del amor de un zorro. Recitando las crónicas necrológicas de un sendero fúnebre, la tinta era la sangre de una falsa deidad regocijándose de esta forma al ver las prosas perfectas, dejando volar a su mirada ciega en la infinidad de los pasos de un ángel.  

Por primera vez sintió su aire faltar, hace mucho no sentía esa presión en su pecho, el ambiente en su estudio se transformó en una oda lúgubre, recitaba sus poemas con la voz de su mente. 

La tercera línea de sus poemas siempre disfrutó de sentimientos fluidos, pero esta vez la tragedia inundo sus quejidos, sus manos temblaban y sentía los puñales en su piel, estaba lleno de dolor, pero aun así siguió escribiendo. Escucho las carcajadas de un bufón, el bufón de la corte real, pero eran diferentes, se sentía dolor en sus risas y así una gota de sangre cayo en sus folios, el bufón estaba muerto sobre él, se levantó inexpresivo y solamente lo miro, sus cuencas vacías revelaban gotas de brea cayendo al suelo.  

Acaricio las costuras de sus labios, su voz había sido silenciada hace mucho tiempo, sintió el suspiro del conejo mágico en su nuca, pero esta vez era un suspiro de tristeza, lo ve vestido en su mejor traje negro, su sombrero de copa más elegante y sin decir una sola palabra, estaba anunciando la muerte inminente. Sus palabras estaban desvaneciendo, su cuerpo transformándose en una gris neblina escucho los golpes a su alrededor, las gotas de sangre caer al suelo, una discusión de fondo era todo lo que se escuchaba, el conejo mágico acaricio el diario del delirante escritor y así aprecio en el teatro de los abandonados, se encontraba en su traje de gala, junto a su amigo el conejo, enfrente de si estaba el cadáver de su verdugo, Búho. 

El ambiente era incomodo, miraba a su verdugo en un ataúd, noto la sangre en su traje, escucho la voz angelical de fondo recitando palabras incomprensibles, se percató de tres palabras, “Eres el siguiente”, el compañero del delirante escritor no lo había notado por la sinfonía de la orqueta de los desahuciados, pero él estaba seguro de lo que esa voz estaba recitando, observo como el telón cayo y todo se nublo, observo por un instante el telón volver a elevarse, ya no se encontraba en el teatro, estaba solo, su traje estaba gastado y manchado. Se encontraba en el bosque del suicidio, sus pasos eran pesados, miraba los cadáveres colgados en cada árbol a su alrededor, observo personas cortando sus muñecas y en su rostro no se encontraba ninguna emoción, su corazón ya se había secado hace muchos años.  

Se percato de una sensación familiar, sus pasos de congelaron por unos segundos y observo caer una pluma blanca, manchada en sangre frente a él, la recogió y la examino, era hermosa, se quedó hechizado, pero sintió pasos acercarse a él y así es como una estaca atravesó su pecho sin clemencia, su mirada se nublo y cayó al suelo. Una figura sombría arrebatado de su cintura ese hermoso libro de cobertura de cuero, no podía luchar y de su pecho inerte se escucharon latidos. Empezó a salir brea de la herida en su pecho, pero esta poco a poco se convirtió en sangre carmesí, las costuras de sus labios desvanecieron sin dejar cicatriz y su lengua hace mucho cortada, regreso dejándolo así recitar palabras de agonía, su piel pálida regresaba a tener un color de vida, las cuencas vacías que eran sus ojos, ya no estaban vacías, sus hermosos ojos color ámbar regresaron, observo y pidió clemencia al hombre de larga gabardina que se postraba enfrente de él, que con un puñal manchado de tinta apuñalaba su libro, su vida se empezó a escapar de sus dedos, observo por primera vez la soledad de una real muerte, su compañero el conejo mágico ya no estaba con él, suspiro por última vez y de esta forma su última historia se escribió con su propia sangre.