Nos estábamos arreglando para la cena que mis padres nos habían regalado, me sorprendió que mi madre, supongo que harta de que no use las joyas familiares decidiera dárselas a mi novia, la verdad me hizo bastante ilusión que mi madre tuviese ese detalle. Esta noche le iba a pedir matrimonio, sé que debo parecer una fórmula uno, pero sabiendo la obsesión de sus padres para casarla con el indeseable de Alejo creo que es la mejor opción. El resto del día lo pasamos revisando todos los detalles de la convención. A ella le agradó como habíamos preparado su zona, era una U en la que en el centro estaban mi padre y mi mujer, solamente puso una pega. No quería que en su identificación de sobremesa apareciera su apellido, quería ver si el estilismo de Alberto, como le había dicho su hermana, le hacía bastante irreconocible. Antes tenía miedo de mostrarse tal y como era, ahora no le molestaba ponerse pantalones algo ajustados que marcasen su femenina silueta. Quedamos en vernos en la terraza del hotel, que era el lugar donde celebraban las cenas románticas a la luz de la luna y de las velas.
Al llegar a la terraza me encuentro con el peor panorama posible, mi padre encarándose con Alejo, seguramente la estará molestando, si no es que la ha reconocido, ese pensamiento me llenó de temor, pero no debía mostrarlo. Fui segura hasta Camino, quien estaba bellísima con su traje palabra de honor, en negro. Y con las joyas que le regaló mi madre.
Camino: “Hola mi cielo, estás radiante hoy. Me voy a tener que poner las gafas de sol…”
Eloísa: “Creo que acabo de llegar al cielo, viéndote como estás. Eres un ángel hermosísimo.”
Nos besamos poco me importaba que no estuviesemos solas, era nuestra noche. Comprobé que llevaba la cajita en mi bolsillo derecho de mi chaqueta. Nos sentamos una enfrente de la otra, nos cogimos de la mano.
Llegué a la terraza, junto a mis suegros, me senté junto a ellos unos momentos empecé a sentir que estaba siendo observada, miré de forma discreta en donde creía que estaba el observador, y me encuentro con el idiota de Alejo, parecía que le tenían que poner un babero, Lía estaba molesta por la actitud de su compañero de mesa, menos mal que se fueron los dos un momento, aproveché para coger mi móvil, activé la aplicación de la grabadora, tenía la tarjeta mini SD de treinta y dos gigas, totalmente vacía, lo dejé funcionando con el cargador puesto. Ese gilipollas se va a enterar de quien soy yo. Me fui para dejar a mis suegros su noche romántica y a mi me tocaba esperar a mi chica.
Estoy nerviosa por el grupo de trabajo para mañana, he pedido que a mi cartel identificativo le quiten el apellido, no deseo que papá sepa, aún, quien soy.
Alejo: “¿Qué hace una mujer tan bella solita?”
Camino: (Vale no me ha reconocido) “Por favor, váyase con su pareja. La mía está a punto de llegar y nome apetece para nada una escenita de celos…”
Alejo: “No te preocupes por eso guapa. Eso al cretino de tu chico me lo quito en un pis pas…”
Camino: “Bueno si me quita a los cretinos, mi pareja puede estar tranquila ya que es una chica…”
Alejo: “¿Cómo? ¿Eres maricona?”
Víctor: “¡Haga el favor de dejar en paz a mi nuera!”, le dijo intentando mantener la calma.
Alejo: “Y si no qué viejales…”
Víctor: “Voy a tener que hablar con Francis para que le obligue al inútil de su hijo se comporte como un hombre y no como un g…”
En ese momento entraron Lía, con un enfado terrible junto con Eloísa, las dos traían unas caras, que hicieron que Alejo se fuese completamente asustado. Cuando llegué me lancé, prácticamente, en sus brazos no deseaba tenerlo cerca
Camino: “Hola mi cielo, estás radiante hoy. Me voy a tener que poner las gafas de sol…”
Eloísa: “Creo que acabo de llegar al cielo, viéndote como estás. Eres un ángel hermosísimo.”
Nos besamos poco me importaba que no estuviesemos solas, era nuestra noche. Nos sentamos una enfrente de la otra, nos cogimos de la mano. Mientras nos dábamos pequeñas caricias, empezamos a hablar de trabajo, sobre la convención sobre nosotras. Todo el rato, salvo los momentos en los que estábamos comiendo, estuvimos cogidas de la mano. Vi como el indeseable se largó con su pareja, muy enojada ella. Ya estábamos con nuestras copas de cava, una música romántica inundaba el ambiente.