Secretos

Capitulo 27- Dulce planeta

Me escondo detrás de un árbol, mi objetivo se mueve al lado de la chica Innifus. Corro hacia la sombra de un roble y me escondo esperando que los perpetradores del crimen se muevan. Suspiro pegandome más al tronco en el momento en que Noah gira su cuerpo en busca de la mirada penetrante que lo observa, en este caso, la mía.

Hace un mes todo ha estado normal, tranquilo, nunca encontramos a Nick y Amiel no volvió a atacar. Ese oscuro día quedó en el pasado, pero aún así no bajo la guardia ni un segundo.

Por su falta de don, Noah decidió pedirle ayuda directamente a una Innifus, a una preciosa pelirroja. En este mes, nuestra relación no ha avanzado nada, si puedo llamarla así. Solo tenemos esos momentos intensos de tensión, donde siento que me voy a derretir con su toque, hasta que alguien nos interrumpe y nada sucede. No hé tenido una declaración directa de su parte y yo no hé dicho más al respecto.

Se sientan en un banco a tres árboles del roble. Un parque hermoso se extiende a mi alrededor. Áreas verdes, el cielo azul y las nubes gordas hacen un buen paisaje para un momento romántico. Quizás no sea eso lo que observo. De lejos no puedo saber de que hablan, pero puedo imaginarlo pues ella se ríe. lo más probable es que estén felices hablando de cuan divertido es él y lo atractiva que es ella.

Definitivamente soy una persona tóxica. Estoy celosa y no me atrevo a decirle nada, sospechando hasta de mi sombra. Pero cuando no sabes donde estás con una persona las inseguridades suelen invadir.

Me muevo con sigilo y logro acercarme más. Me escondo entre un arbusto de flores rosas. Estoy básicamente a sus espaldas y ahora si escucho todo lo que dicen.

—Cierra los ojos como hemos venido haciendo —susurra la pelirroja.

Él hace lo que ella pide y se relaja. Parece estar totalmente concentrado en hacer que su don emerja y no en conquistar a esa chica. Suspiro en silencio para no ser escuchada y me clavo una rama en la espalda.

Cuando estoy apunto de quejarme en voz baja algo sucede, una pequeña chispa sale de sus dedos y se apaga rápidamente, aún así es un logro.
Se emociona y la abraza sin pensarlo. Me quedo en silencio sin poder decir nada. Sus rostros quedan a centímetros recordandome todos los momentos similares que he compartido con él. Me desinfló, seguro es así con todas las chicas.
El momento se acaba cuando él se aleja apenado. Noto sus mejillas sonrojarse.

—Debo irme, tengo algo que hacer.

—¿Nos vemos mañana? ¿En tu casa? —pregunta la pelirroja y revolotea sus pestañas.

Se levanta y le sonríe mientras le contesta.

—Claro.

Ambos toman caminos separados. Me quedo dentro del arbusto un poco más de tiempo, con una rama en la espalda y el corazón afligido pero exigiendo una explicación, aún no quiero sacar conclusiones.

Una persona se sienta en el banco  frente a mi, puedo notar que es un chico, un innifus. Al otro lado, en el banco donde no tengo acceso visual, noto la presencia de alguien más. Un teléfono celular de esta dimensión suena y el chico lo contesta.

—Hola —puedo ver su sonrisa.

—Hola.

La otra persona parece responderle, están hablando por llamada mientras ambos están uno tras del otro. La voz que no puedo ver es femenina y una que me suena muy familiar.

—He estado pensando mucho en tí. ¿Podemos vernos tras del muro? —pide la chica con un poco de suplica en su voz.

Él queda pensativo ante la proposición. Duda un poco pero aun así responde:

—Claro que sí, ya sabes. Detrás del silencio se esconde la esperanza. No digas nada más. Estaré allí a las once.

Terminan la llamada y ambos se retiran. Me quedo unos minutos más para que nadie sospeche de mi y salgo del arbusto.

El cuerpo me duele por la posición en la que me encontraba. Hace poco aprendí que en esta dimensión si tienen teléfonos móviles, unos que están mucho más actualizados que los que tenemos en la tierra, hasta conseguí el mío propio. Pero el que llevaba chico era diferente, me trae el recuerdo de algo similar que había observado.
La voz de la chica resuena en mi mente sin llegar a conectar con ningún rostro. Intento no darle tantas vueltas al hecho de que se verán fuera del muro. De todos modos yo misma me escape con Noah una vez.

Camino por el parque confundida. Por un momento me olvidó de mí motivo real de estar aquí, pero ese motivo atrae mi atención el momento en que me llama por teléfono.

—¿Qué quieres?

—¿Qué sucede, Mariposa? ¿Estas molesta por algo?

—No, solo estoy... Ocupada.

Me sacudo las pequeñas ramas que aún quedan en mis cabellos.

—Te iba a invitar a tomar algo, ya terminé mis clases particulares.

—¿No tienes qué estudiar para algo más? ¿Tu amiga no tiene qué enseñarte otras cosas? —respondo a la defensiva.

Escucho su risa grave a través del teléfono.

—No, ¿Estas celosa? Como amaría ver esa expresión tuya. —Lo escucho sonreír en mi oído y exclama—: ¡Espera! quiero ver tu rostro ya, voy en cinco minutos a tu casa.

—¡No! —me pongo nerviosa, ¿Como le explicó que no estoy en la casa sin decirle que estoy en el parque del que se acaba de ir?—. ¿Donde tomaremos algo?

Acepto su invitación para poder alejarlo de mi casa, donde claramente no estoy.

—Nos vemos en la plaza, allí te llevaré a nuestro destino.

—No me gusta el misterio —gruño, pero aún así hago lo que dice.

Paseo lentamente por el parque admirando su belleza. El sol brilla cálido en lo alto del cielo. La plaza no queda lejos, así que en unos cuantos minutos estoy donde el pidió. Pasa el tiempo mientras espero, me siento en una banca viendo a la nada, ¿Qué sucederá entre él y esa chica? ¿será qué sólo soy paranoica? 
Alguien se detiene frente a mi dándome sombra.

Levanto la vista para observar y me encuentro con una vista muy graciosa.

—¿Qué traes puesto? —pregunto, me río un poco ante lo que viste Noah.

—¿No te gusta?



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En el texto hay: fantasia, romance, secretos

Editado: 28.11.2020

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