Secretos de la Magia: Atlántida

Capítulo 2

Elisabeth pov:

Estaba paseando por la Academia, es un lugar bonito, ojalá Vicky llegué pronto, seguro que se va a emocionar tanto como yo.

Me dirijo a mi habitación, es muy bonita, tiene tonos celestes y azules, tiene un armario y un baño privado, lástima que si saco una foto no se van a ver estos hermosos colores, tengo un velador con una lámpara, en la cómoda tengo una caja organizadora para guardar todos mis accesorios, en los cajones hay unos libros, en el armario está toda mi ropa, agregando el uniforme de la Academia, que sólo es una capa.

Papá ya me explico que somos descendientes de hechiceros y magos, yo siempre he creído en la magia y en todos los seres que se hablan en los libros de la época antigua. Me disponía a salir de mi habitación cuando alguien con alas choca conmigo.

—Lo siento, lo siento, estaba tan apurada y no veía por donde iba —me dice la chica, tiene un hermoso cabello azabache con reflejos blancos, sus ojos azules como el cielo, su piel blanca como la nieve, sus ropas son una polera con tirantes rosada, una falda del mismo color y unas bailarinas de un rosado más oscuro, sus alas son tipo libélula, es como decir la perfección en persona, pero como siempre se dice, no existe nadie perfecto en el mundo.

—No importa, debiste estar muy apurada, ¿Puedo hacerte una pregunta? —le digo cortésmente.

—Claro, te responderé cualquier pregunta —me dice sonriente.

—¿Tus alas son de verdad?

—No, soy una hechicera en entrenamiento, las alas me las pongo porque adoro mucho a las sílfides, ¿Creíste que era una sílfide? —pregunta.

—Sí, siempre he querido conocer a un hada o sílfide —le digo—. Soy Elisabeth, pero dime Eli —me presenté.

—Soy Aracely, dime Ara —también se presenta—. ¿Es tu primer día en la Academia?

—Primer día de estancia, la clases las empezaré la próxima semana —le explicó.

—Entonces te mostraré todo el recinto, como estas en los dormitorios de magos y hechiceros supongo que también eres una, ¿Me equivoco? —dice alegremente.

—Supongo que no te equivocas, aunque, exactamente ¿En qué parte de Chile estamos? —pregunto.

—No estamos en Chile, bueno, prácticamente sí, pero no estamos, es difícil de explicar, la Academia se encuentra en la ciudad pérdida de Atlántida, para llegar aquí atravesamos portales que están en lugares específicos, cada país tiene cinco portales, cada una en ciudades diferentes, en esos portales esta una parte de la Academia, y la parte en la que estamos, corresponde a Chile, pero técnicamente estamos en Atlántida —explica detalladamente.

—Wow, entonces estamos en la verdadera ciudad pérdida de Atlántida, entonces si existía, eso quiere decir que estaba bien mi respuesta en esa prueba —digo lo último para mí.

Cuando me doy cuenta, Ara estaba riéndose, espera, ¡Me escucho! Pensé que lo había susurrado, esto es vergonzoso, cuando me doy cuenta estoy en el suelo.

—¿Estas bien? —escuchó una voz masculina, levanto la cabeza y veo a un chico de pelo negro, tiene ojos azules, su piel es morena, viste una camiseta roja, lleva pantalones de mezclilla azules y zapatos cafés, además tiene la capa, eso quiere decir que todavía está en sus clases.

—Sí, estoy bien —el chico me da la mano y yo se la recibo, luego me levanté.

—Rodrigo, debes tener cuidado —le dice Ara al chico, entonces su nombre es Rodrigo.

—Pero si tu amiga no veía por donde iba, no me eches la culpa a mí —dice con enojo.

—Pero tu venías corriendo, sabes que está prohibido correr por los pasillos —lo dice quien estaba corriendo cuando la encontré.

—Y que me importa a mí, al menos yo no soy el encargado de vigilancia —dice burlón y se va.

—Rodrigo me saca de mis casillas, si estuviéramos en España me dejarían decapitarlo —mejor la detengo.

—Tranquilízate Ara, ¿Me guías por donde llegan los autos? —así la distraeré.

—Claro, sígueme —cambia su carácter a alegre.

Caminamos por los dormitorios, llegamos a la planta principal y me muestra el cuadro del hechicero más poderoso de todos, no puede ser quien es.

—¿Abuelo? —no me di cuenta que lo dije en voz alta.

—¿¡Eres nieta del gran hechicero Goliat!? —pregunta sorprendida Ara.




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