La noche es oscura. A veces incluso inquietante.
Cuando caminas y oyes ruidos, te asustas.
No te asustas del sonido sino de quién lo esta ocasionando. No tienes miedo a ir sola a casa, tienes miedo a quién te puedes encontrar en el camino.
La noche es oscura, pero también es tranquila.
Realmente la apreciamos menos de lo que se merece. Nos han metido tanto miedo con que tengamos cuidado; avisa cuando llegues, vete por donde haya luz, aléjate de los grupos de la calle.
No vuelvas sola...
Tenemos tantas frases en la cabeza que ni siquiera somos conscientes de qué aunque vayas con cuidado o incluso acompañada, puede pasarte algo. Porque ese monstruo que ves en la noticias puede ser cualquiera.
Dicen que los monstruos salen a la noche de caza, pero es mentira. Se encuentran camuflados entre nosotros durante el día, y esas personas que crees que están muy lejos de tí, puede ser hasta tú vecino.
Porque el monstruo no es el que viste con ropa ancha, de aspecto desaliñado o el que se junta con los "chungos" del barrio. El monstruo puede ser esa persona con una apariencia impecable, ese que habla tan bien o él que no ha roto ningún plato.
Vamos, ese que no te esperas.
Los monstruos, esos, que hablan en las noticias deberían cuidarlos para que no hagan nada, a esos si que tenemos que cuidar.
Cuidar para que cuando vaya a la escuela o de vuelta a casa por la noche no me haga nada, no tenga que irme a la acera de frente o pasar miedo.
No hay que cuidarme a mí, porque yo no soy la peligrosa. Es él.