La pelinegra miró a ambos hombres esperando algún apoyo de ellos, sin embargo ninguno quiso entrometerse debido al enojo que presentaba su jefe.
Ella bufó en desaprobación y se acercó hasta Christopher con la intención de contarle la poca información obtenida por uno de los guardaespaldas.
—Robert me dijo que el pasado de Mila la persigue y... —por unos breves segundos se alzó el silencio en la estancia. Pero al notar ambas cejas encarnadas en él prosiguió—: Creo que uno de ellos regresó —dijo conectando sus ojos con Christopher, como si su sola mirada pudiera suavizar la dura noticia.
En un arrebato de furia tomó las manos Ksenia y las quitó de sus hombros sin piedad alguna. Se alejó de ella comenzando a caminar de un lado hacia otro dejando en evidencia la exasperación que sentía.
—Juró que si él volvió para hacerles daño esta vez no voy a dudar en jalar del gatillo —expuso tratando de controlar ese instinto sobre-protector que solo se desataba cuando Mila se vinculaba con algún tipo de situación problemática.
—Tal vez no sea él —Ksenia en un intento por calmarlo quiso rectificarse—. Quizás sea...
—Me importa un carajo cuál de los dos sea —irrumpió colérico—. Los dos correrán la misma suerte, si se acercan a uno de ellos que ambos se den por muertos.
El color pálido de su piel había adquirido una tonalidad rojiza. Estaba hirviendo de la furia y la repugnancia que esas personas le generaban estaba más que clara en la dureza de su mirada.
—Señor —Stevens lo llamó—, debemos regresar y averiguar de cuál de los dos individuos se trata —gestionó aquellas palabras con las manos frente de sí, demostrando una tranquilidad que hasta el momento resultaba inquebrantable.
—Sí claro. Vayan y averigüen quien es. Si llega a ser...
—Tranquilo nosotros te avisaremos —interrumpió Ksenia, y luego de depositar un casto beso en los labios de Christopher se alejó para tomar sus cosas y así poder salir de la enorme casa.
Ksenia por un lado estaba feliz de poder regresar junto a Mila y al pequeño Ian, sin embargo en su corazón sentía un minucioso dolor. Era el mismo que sentía cada vez que se alejaba de aquel hombre que pretendía ser alguien rudo y frío con todos; Christopher había robado su corazón desde el día en que lo conoció, ella lo amaba, sin embargo ese amor era poco correspondido.
Le dolía que siempre pusiera barreras entre ellos dos, pero al mismo tiempo lo comprendía, puesto que ambos anhelaban lo mismo; llevar a la ruina al ser tan despreciable que tanto daño había causado en el mundo y tomar venganza por todas aquellas vidas robadas sin pudor alguno.
—Catalina —su voz tranquila se hizo escuchar en la estancia. Ksenia detuvo sus pasos y lo miró con cierto asombro.
Era poco común que él la llamara por su verdadero nombre y eso la había tomado por sorpresa.
Estaba perpleja por haber oído su nombre salir de los labios del hombre al que tanto ama.
Él se acercó hasta ella y la miró con determinación, en su mirada había ternura, algo que no era habitual en Christopher.
—Cuídalos y cuídate mucho, ¿si? —pidió en una súplica.
—Todos estos años lo he hecho y tú sabes que a mí no me importaría nada con tal de que ellos sean felices —replicó haciendo caso omiso a sus últimas palabras.
La sinceridad estaba más que clara en su mirada y sobre todo en su lenguaje corporal. Ella los protegería de cualquier cosa o persona.
—Tu también debes cuidarte sabes... —un silencio poco agradable se formó entre ambos. Ksenia sintió que ya no hablaría más y por ello decidió darse media vuelta y marcharse—, sabes que te necesito —susurró sujetándola del antebrazo, impidiendo que se alejara—. Tú eres esencial en mi vida, sabes que te necesito.
—Lo sé. Sé que soy un peón más en tu partida de ajedrez. Pero tranquilo, ya me he acostumbrado a ser una pieza más, mi rey —dijo con melancolía.
Por más que le doliera ella no lloraría, no ante él. Jamás demostraría debilidad ante nadie, mucho menos frente a él.
Christopher sabía que Ksenia tenía sentimientos hacia él, sin embargo cree que no es el hombre indicado para ella. Su pasado y las atrocidades que había hecho lo atormentaban día y noche.
Él se calificaba como el ser más horripilante del mundo y creía que Ksenia no necesitaba eso. Pensaba que ella merecía tener a su lado a un hombre cuyo pasado no sea un asco y lo estuviera atormentando cada segundo.
Ella necesitaba de alguien que la amará por quien era y no por lo que poseía, que amará tanto como sus virtudes y defectos, que la complementará y la respetará hasta el final de sus días.
Christopher sentía que él no era el indicado y por ese pensamiento cada vez que ella intentaba acercarse, él colocaba una barrera de piedras para que no siguiera haciéndose ilusiones.
—Cata, sabes que no puedo permitirme...
—Déjalo así Chris, no necesito otra de tus falsas excusas —se soltó de su agarre y alejándose de él agregó—: Tú si eres importante para mí. Pero no por eso pienses que hago todo esto por ti —furiosa habló y se dispuso a salir, sin embargo antes de salir por completo del lugar volvió a voltear su rostro—. Lo hago por ellos, no por ti —recalcó mirándolo por sobre su hombro.
Había dicho una mentira, una dolorosa mentira. Pero ya era tarde para retractarse y de cierto modo para Ksenia todo sería más fácil que él creyera en aquello, pues tal vez así se sentiría como ella lo hacía cada vez que era rechazada.
Lastimosamente él nunca vería en ella más que a un cuerpo y rostro bonito, un objeto al que podría utilizar a su antojo y semejanza. Eso la estaba agotando, ella lo amaba y él solo la veía como a una compañera de cama. Eso le dolía, pero seguiría con el plan y una vez que se lleve a cabo se marcharía lejos sin mirar atrás.
Esa decisión ya la tenía tomada desde hacía tiempo atrás y no la cambiaría, le dolería en el alma alejarse de Mila y Ian, pero no podía continuar al lado de ellos cuando todo terminará, simplemente no podía.