Narrador omnisciente
Catalina había decidido llevar a Ian, al invernadero, allí se encontraba Carmen, esperándolo ansiosa y con un deje de culpabilidad.
Scarlett estaba rodeada por hombres, aguardando por la llegada de aquel que decía y era la mente maestra de todo el juego macabro que habían creado para una sola persona caiga ante sus redes.
— Tu descaro es mucho mas grande de lo que imaginé — farfullo Demon, detrás de ella.
Si algo era seguro, es que en ese chico había cambiado cambiado. Ya no era aquel que transmitía dulzura y paz ante los ojos de Scarlett, había cambiado y ahora era frío, cruel y un tanto despiadado cuando le hablaba.
Era la extraña pero perfecta combinación de entre Xander y Kaleb.
Demon, ahora es un ser perfectamente siniestro.
Pero lo que nadie sabía es que siempre lo había sido, siempre solo que supo encontrar la manera de mantener su verdadero rostro bajo la mejor máscara; Fingiendo por años y ocultando su carácter para el mejor momento.
¿Cómo un niño de apenas diecinueve años podía ser tan despiadado?
En Demon, siempre existió todo menos la ternura, eso era algo con lo que jugaba para aparentar incredulidad.
El niño tierno y dulce había muerto el mismo día en el que asesinaron a sus padres.
La frialdad recorría por sus venas al igual que en sus hermanos, el cinismo era algo heredado por Xander, la crueldad con la que atacaba a sus enemigos era algo que aprendido gracias a Kaleb, pero el ser meticuloso, audaz, temperamental y versátil.
Eso, eso era solo de su pronta creación.
Scarlett mantenía su mirada fija en el verde de sus ojos, aquellos que una vez le hicieron sentir confianza.
— Y te atreves a mirarme como si fuera tu amigo, no hay duda que eres la perra mas grande del puto mundo — mascullo con sequedad.
Al oír aquello Mila, bajo la mirada hacia los cerámicos blancos de la sala. Sus palabras habían sido un golpe bajo, uno que podía escapar de todos menos del niño de sonrisa amigable.
— ¿Que sucede contigo? — inquirió Xander, al ver tan extraño comportamiento en su hermano.
— ¿Todavía lo preguntas? - una risa irónica se formó en sus labios — Me sorprende que seas tan estúpido... Pero que estoy diciendo si siempre lo has sido, nunca has podido ver mas haya de tus narices. — era claro su enojo y el evidente asco que sentía por Scarlett — Nos engaño a todos con su falsa muerte, mantuvo oculto a nuestro sobrino por mas de cinco años y tu preguntas que me sucede. Da pena tu ignorancia, hermano — alegó mirándolo con desdén.
— Oye — vocifero Stevens, atrayendo la atención y mirada voraz del chico — Mantén tu boca cerrada o te dejaré sin lengua — advirtió señalando serio.
— ¿Me harás daño? — inquirió fingiendo temor — Dime, ¿traes arma, un cuchillo? O espera. ¿Tal vez piensas callarme con tus puños? — lo estaba retando, la risa volátil lo confirmaba.
Estaba jugando con fuego y Stevens no dudaría en incendiarlo tal cual papel.
— A ver par de mocosos sin escrúpulos — hablo Xander, ya cansado de tanto teatro — Demon deja tu sarcasmo, reproches y juegos para niños. Stephen, Steve o como carajos te llames deja tu lado rudo para cuando se necesite. ¿Está claro? — inquirió mirando hacia ambos lados — No estamos aquí para ver como se quieren arrancar los ojos, estamos para protegerlos a ellos y no aceptaré esta mierda de su parte — estaba claro que los roles se habían revertido y por el momento quien mas mostraba coherencia y autoridad era Xander.
— Los dejo tres milésimas de segundos y me arman todo un alboroto — dijo Catalina, escandaliza ante semejante escena. — ¡Ay por favor! Quiten esas caras de perros rabiosos que aún no ha muerto nadie — exclamó acercándose a su amiga, quien aun se mantenía con la cabeza gacha.
— ¿Así que tu eres la zorra de Christopher? — inquirió Demon con ademán de hacerla enfurecer.
— A tus servicios, chiquito — respondió sonriendo orgullosa mientras practicaba una falsa reverencia.
— ¿Orgullosa de ser la puta del día? — Demon, continúo con las mismas intenciones de sacar la peor versión de la voluptuosa pelinegra.
— ¿Orgullosa? Para nada, estoy llena de dicha por ser lo que soy — contesto sin mostrar ningún tipo de cambio en sus facciones, mirada o habla.
— Vuelve a llamarla puta y te arrepentirás. — pronunció una voz masculina — Xander controla a tu hermano o lo haré yo y te aseguro que no será de la forma agradable — alegó sin quitarle los ojos de encima a Demon.
— Hasta que el todo poderoso decide aparecer — Demon mantenía su idea fija en hacerlos perder los estribos.
Scarlett, quien aún mantenía silencio y sus ojos en el piso. Alzó la mirada buscando al dueño de aquella voz.
Pero se encontró con un par de ojos verdes que emanaban enojo, se quedó helada por su impotente cercanía.
— ¿No dirás nada? — inquirió Kaleb, acercándose a su ubicación. Su voz fría, su mandíbula tensa y sus puños cerrados a ambos lados de su cuerpo, dejaban muy visible el enfadado que poseía.
— Kaleb — lo llamo Demon —, su cobardía no le permite hablar — pronunció jocoso, agregándole mas pólvora a un cartucho que ya esta apunto de rebasar sus límites y esparcir sus perdigones sin miedo a lastimar.
— No te entrometas — espeto sin voltearse a verlo. — Maldición deja de evadirme la mirada y dime porqué lo has hecho. ¿Por qué me ocultaste la existencia de nuestro hijo? — vocifero haciéndola temblar. — ¡Con un demonio, habla de una maldita vez! - exclamó levantándole el rostro sin compasión, viendo como sus ojos estaba rotos, derramando lágrimas que parecían pequeños cristales incrustados en su rostro.
— Lo... lo hice pa... para protegerlo — balbuceo con su voz quebrada.
— Vuelvo a reiterar, Xander controla a tus hermanos — dijo él, en una fuerte orden.
El aludido solo levantó sus manos y las sacudió en señal de que él no se haría cargo de nada.