—Verónica—
Nos separamos por falta de aire, nos miramos y sonreímos. Acaricia mi rostro con sus manos grandes y fuertes.
Nos abrazamos y respiro en su cuello, huelo el aroma de su perfume. Besa mi cuello, me mira y nos besamos de nuevo; Nos separamos mientras se levanta y me da las buenas noches.
Sin ser consciente de cuando, pero me duermo.
🔛🔛🔛
—Ares—
Después de lanzar a Verónica al agua, una chica se me hacer diciendo que la cargue, la cargué y la desquiciada de Verónica nos tiró al piso, ¡está loca!
Cuando llegamos a la casa estaba muy serio, decido ir al cuarto de Verónica a ver qué hace. La encuentro en su cama a punto de dormir, me quedo parado en el marco de la puerta y me mira.;Me acerco a su cama y acerco mi rostro al suyo. Necesitaba hacerlo. No pasa nada de tiempo y le hablo.
—Eres muy celosa.
—Por qué lo dices, si no he hecho nada—. dice imitando mi expresión de seriedad.
Me acerco más a su rostro, la reacción no fue la que esperaba, esperaba que apartara mi rostro y me echara a fuera, pero no
—Que haces—. Dice sonriendo con sus hileras de dientes no perfectas, mientras que se sonrojaba, y ¡por Dios! Que ternura—. No estabas enojado
Me reí a mis adentros, no podía mostrar debilidad riéndome ante el caso.
—Ya no—. Digo con mis ojos entreabiertos, subiendo más cerca.
Junto nuestros labios, y sus hermosos y delicados labios son tan perfectos como ninguno. No pensó ni un segundo en si besarme o no, y eso me encantó.
—Al día siguiente—
Me levanto temprano, dispongo a hacer ejercicios, subo a bañarme, y me pongo ropa suelta. En efecto ropa suelta.
Un pantalón deportivo gris, unas vans, y un polo gris.
Bajo a la cocina me preparo un sándwich y sirvo un vaso de jugo de naranja y fresas. Tan pronto termino baja un terrible monstruo con cabello que parecía el sol reluciendo por todos lados cuando me doy cuenta de que ese monstruo es Verónica, muerdo un poco de mi sándwich para poder no reír pero al tener la boca llena, y estar riendo me atraganto a lo que rápido bebo un poco de jugo, pensé que moriría.
Me mira como si estuviese haciendo algo malo, a lo que yo solo sonrió.
—Buenos días bruja—. Digo riendo pero no burlándome.
—Te estás riendo de mí—. Dice a lo que mira a todos lados.
—¿Qué?, Pitss para nada— respondo obvio.
—Más vale no reírte si no quieres salir en las noticias—.Dice a lo que pongo una mano sosteniendo mi barbilla, y asiento.
¡Carácter mañanero!
—Lo que usted diga señora—. Hago gesto de respeto.
—Eres insoportable—. Dice finalmente para sentarse en la mesa.
Preparo dos sándwiches y se los llevo a la mesa.
—¿Que quieres hacer hoy—. Pregunto.
—Bueno no lo sé no quiero salir de casa, pero es un día frío así que no estaría mal algo caluroso—. Dice mientras le da una gigante mordida al sándwich—. Siento no estar bien, y no me refiero a padecer algo es sobre mi madre, mi verdadero hogar.
Cada una de sus palabras fueron como dagas al corazón, no dijo querer irse pero se que extraña su casa, y su familia; no puedo privar de su libertad como si fuera un objeto aún me muera de amor por ella.
—¿Quieres ir a tu casa?—. Pregunto mirando sus ojos.
No responde a lo que puedo entender que no quiere decir algo que tal vez yo no quiera escuchar. Y aunque es algo que no quisiera escuchar necesito escucharlo.
—Se me honesta por favor, solo un si o un no—. Vuelvo a hablad tomando sus manos.
—Sabes que si, mi madre es lo más importante para mi—. No, está llorando.
—Cariño mírame, no llores por favor —. Secando sus lágrimas digo—. Si quieres ir yo te llevaré.
Y ahí está, ese crujido fue mi corazón.
—Has sido tan bueno conmigo, y me has respetado que ahora si me voy me sentiría tan culpable.
—No, no te preocupes por eso solo dice que es lo que realmente deseas.
—Tiempo para pensarlo, no quiero ir y que mi madre ya no sea la misma, o arrepentirme de haberme ido de aquí.
Eso fue lo mejor que he escuchado, me puse tan feliz que no pude ocultarlo, y mi sonrisa salió; puede que haya sido muy sínico pero realmente no quiero que se valla.
—Películas, palomitas, chuches, sodas, y una cobija, ¿Qué dices?
—Por qué no, románticas verdad—. Dice con sus ojos más vivos que nunca.
—Nooo, de acción, misterio, y paranormales.
—Niega repetidas veces con su dedo índice, y su cabeza—. Románticas o no—. Aclara mientras cruza sus brazos en su pecho.
—Okay, Okay, me rindo; románticas serán.
—Exaaaaaaacto.
—Bueno, voy al centro no quieres nada, o no quieres ir—. Digo lo ultimo casi rogando.
—Pues Nutella, algodones de azúcar, papas, y agua de limón por favor.
—Vamos lo dije casi rogando y ni así, que testaruda eres—. Bromeo riendo.
—Voy a elegir las películas, y traer la cobija, pero antes ¿Dónde están las pelos?
—En el estante al lado del televisor
—Bueno, llega rápido.
Hago gesto de que entendí y salgo encontrándome con Mía, la ex más insoportable que cualquier hombre podría tener.
—Hasta que te encuentro—. Dice con ese acento español falsificado.
—Argh, voy rápido no tengo tiempo para tus juegos, y por favor deja de hablar así.
Salgo de su camino mientras me dirijo al auto.
—Vamos, sabes que te he extrañado montón, y quiero estar a tu lado—. Frenándome a lo que quito su brazo de mi suavemente pero rápido.
—No quiero nada contigo hace años terminamos entiéndelo—. Digo volteándome a darle cara.
Y lo peor que hice fue eso, esos demasiado carnosos labios chocaron son los míos, cuando la despego de mi Verónica ya había salido y visto todo lo que no pasó pero que pasó.
—Verónica—
Después de hablar con Ares en la mesa, me dispongo a buscar las películas cuando me acuerdo que no le pedí frutas, pienso en si vale la pena salir y que ya no esté o salir y encontrarlo ahí, decido que no pierdo nada con averiguar. Escucho una voz femenina, y la de Ares ¿discutiendo?, salgo, y lo que jamás esperé estaba sucediendo delante de mi.