Hace muchos años atrás, se contaba sobre una mágica profecía de una hermosa tierra encantada, una profecía que más tarde se encargaría de desencadenar algo que solo debía mantenerse bajo siete llaves y bajo mil capas de tierra.
Lastimosamente para ellos, no solo corrompieron el sagrado presagio que fue pasando de generación en generación, sino que liberaron a una bestia, una bestia de ojos grises y apariencia angelical.
El reino en sí era inmenso, tanto así que se repartieron en cuatro sectores, aquellos reinados por cuatro parejas de jóvenes ángeles.
En ciertas partes de los extensos bosques podías oír como los vientos cantaban, el agua galopaba desenfrenadamente en las cascadas, ríos y eternos lagos.
Las criaturas hacían su presencia por doquier, criaturas nunca descritas en los cuentos de hadas, seres que son tan atrayentes que podrías desear jamás haber visto, algunos jamás logran asimilar la belleza y majestuosidad de las mismas cayendo en un abismo sin fin.
El mapa era fantasioso, mágicamente único, el sosiego era lo suficiente como para no preocuparte de nada más que seguir y seguir regodeándonos con las bellas vistas.
A pesar de la poca falta de encanto que se hallaba aquí también había un lado B, un lado que nadie quería recitar pero todos conocían.
La premonición era tanto como su salvación como su perdición, si lo era, a pesar de esto prosiguieron sin medir consecuencia alguna.
La reina Narella Velyum y su esposo Erick Rousso eran quienes cumplirían la cadena, el deseo creciente de las antiguas almas. Ellos traerán al mundo a los cinco príncipes.
Contaba la profecía que con solo mirarlos un envolvente deseo de poner tu eterna fidelidad en ellos se propagaba por tu cuerpo, contaban las antiguas lenguas que el tacto de sus dedos sería algo tan majestuoso como nada antes.
Si, ellos traerían la eterna paz o tal vez la eterna perturbación hacia las tierras sagradas, todos aseguraban que saldría de acorde al plan y así parecía hasta el siete de julio donde nació no solo una hermosa princesa de ojos grises, sino también la hermosa devastación que con ella venía.
El horror de los presentes no solo se veía reflejado en sus ojos, sino que también se sentía en sus corazones, lo habían arruinado.
Habían traído al mundo al ser que traerá la eterna destrucción de su monarquía, y su nombre era Karissa...
Karissa Rousso Velyum, la bestia de ojos grises.