Sed de Sangre azul.

Capítulo 1. -Un filo divino

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Mi memoria en cuanto a mis primeros cinco años es borrosa, recuerdos poco gratos regresan a mi mente y sobre todo en aquel día donde la fecha de mi cumpleaños se mancho de sangre, al ser sido salpicada ya la creía maldita, el siete de julio en 1636 fue uno de los peores que he vivido jamás, mi cumpleaños numero seis.

Ese día mi alma dejo de ser mía y el mundo a través de mis ojos ya no parecía ser tan brillante.

Las lagrimas brotantes de mis ojos solo abastecía el vacío que se sentía este día, un manto de dolor bajo el día de mi nacimiento, un significado más allá, no soy solo un ángel, más bien soy una improbabilidad, por mis venas corría la sangre azul, sangre de reyes y príncipes, la misma que mantenía una afilada daga en mi cuello hiciera lo que hiciese.

Mi paradero parecía desconocido pero no lo era, permanecí oculta luego de ese día.

 Mis pensamientos fueron interrumpidos por el sonido de la puerta abriéndose, me pongo a la defensiva hasta que de la oscuridad emergen tres personas.

Mis hermanos, Luka, Aleister y Magnus, —Solté el aire y les sonreí de manera tranquila invitándolos a pasar.

—¿Emocionada? —Preguntó Aleister sentándose a mi lado mientras recostaba su cabeza y me miraba desde abajo.

—Lo estoy, —Aseguré con una sonrisa y Luka se me viene encima recostándose a mi lado.

—¿Aceptas de regalo una flor? —Preguntó esperanzado y arrugue la nariz.

—No vas a cortar flores, no hay necesidad de hacer eso, —Le convencí, —Que culpa tienen las pobres flores.

—Es tu culpa por estar de cumpleaños, —Bufó sin prestarme más atención.

—Perdóname por haber nacido, —Me reí  ironizando y los tres rieron luego de mi, —Tal vez podrían hacerme un pastel.

—¡Cocinamos terrible! —Protestó Ale y me reí encogiéndome de hombros.

—¿Quieres morir envenenada? —Preguntó Luka con un abismo de sonrisa.

—¡Hey! Yo no cocino tan mal, —Se excuso Magnus cruzándose de hombros y todos lo miramos dudando de aquello, —Dije que no cocinaba TAN MAL, —Recalco y yo tuve que aguantar la risa con la miradita que nos mandó.

Entonces recurrí a mi arma secreta, —En realidad no tan secreta pero si muy eficaz y bastante sencilla—.

—Entonces la posibilidad de contraer nupcias con nuestro querido Roman, —Sus rostros llenos de estupefacción me lo confirmaron e hice mi mayor esfuerzo para no estallar de la risa con la mueca que hicieron.

—Un pastel será, —Se resignó Ale y reí con ganas pasando mis dedos por su cabello.

—Lo quiero de bayas violetas, —Especifique.

—¿Bayas violetas? Cariño sabes lo complicado que es conseguirlos y... —Se detuvo de hablar cuando vio mi sonrisa y suspiró, —Bayas violetas serán, —Luka tiró la cabeza hacia atrás cerrando los ojos.

—¿Algún otro deseo de su majestad? —Magnus me sonrió y lo pensé por un momento.

—Creo que no... —Pase la mano por mi cabello, —Nunca he entendido la razón de tal desprecio hacia Roman, —Comenté.

—Muchas razones, —Dijo Magnus acariciando mi mejilla con dulzura.  

—¿Damos un paseo por el bosque? —Fruncí el ceño al descubrir que eso había salido de mi boca.

—¿A las once de la noche?

—Claro ¿Por qué no? —Les convencí y mi lengua parloteaba por sí sola, —Será divertido.

—Bien, —Aceptó Aleister y para mi sorpresa ninguno tuvo la idea de llevarme en contra, —Que nuestros padres no se enteren, —Advirtió con el dedo y asentí con una pequeña sonrisa en los labios.

Mis dedos cosquillean y me comienza a impacientar que aunque me rasque y me rasque esa sensación no se vaya, sentía tener solo el control de mis acciones, mi boca hablaba por sí sola, —Incluso podría apostar que mi voz se escuchaba algo diferente—.

Fui a mi armario y tomé una abrigo largo sin mirar y lo puse por mis hombros, a pesar de que ya era de noche aún no me había cambiado de vestuario y simplemente estaba recostada perdida en mi cabeza.

Sin importar que tan silenciosos fueran los pasos de alguien, yo podía sentirlos sin problema alguno, me giré y ahí vi a Luka cerrando su puerta para aproximarse a mí lugar y comenzar a bajar a la par mía.

—¿Te sientes bien? —Pregunté sin razón alguna viendo un brillo particular en su mirada, uno que no habia visto jamás.

—Claro hermanita, —Me sonrió y acarició mechas de mi cabello pasándola entre sus dedos, fingí una sonrisa y me alejé de él yendo a la cocina por un vaso de agua.

¿Hermanita? Él nunca me llama hermanita ¿Por qué habría de hacerlo ahora? De reojo lo miré y me sonrió con amabilidad.

Confirmado, algo le pasaba, su extraña atención hacia mi me hizo sospechar ¿Pero sospechar de que? ¿De que sea cortés? —Me reprochó Odett.

Él nunca es cortés.

Tal vez ahora quiera serlo, —Dijo ella y negué mentalmente.

Te equivocas.

—Vamos, los chicos deben estar listos, —Camine por nuestra sala de estar mientras el miraba con gran atención en las cosas que veía prácticamente a diario.

Mmmmh.

—¿Listos? —La pregunta de Magnus fue prácticamente un susurro al igual que nuestras respuestas, al salir de la casa el frío golpeó mi rostro erizando mi piel.

Ale se calentaba las manos frotándolas entre ellas, de vez en cuando dando un soplido en el hueco que dejaba, mire a Magnus que solo se mantenía igual de sereno como lo estaba la mayor parte del tiempo en cambio Luka repasaba cada una de nuestras acciones, sentí su mirada sobre mí, me hice la desentendida e ignore tales comportamientos.

—¿Qué tal si jugamos un juego? —Su interrogación les hizo fruncir el ceño pero les hice una seña con los ojos para que siguieran la corriente sin rechistar.

—¿Qué tipo de juego? —Aleister se aclaró la garganta algo incomodo pero para nuestra suerte "Luka" no lo había notado.

—Encontrar ramas de árboles.




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