Sed de Sangre azul.

Capítulo 4. -Culpabilidad.

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La consternación que sentí era indescriptible, todas aquellas piezas del rompecabezas comenzaron a encajar con cada segundo que pasaba, es decir ya no era una asesina, —Un resoplido le dio paso a la calma dentro de mí, —No era una asesina.

Antes que cualquier palabra a mis labios llego una pequeña sonrisa permitiéndome respirar de manera profunda, el peso en mis hombros había disminuido con creces, las violáceas marcas que recorrían mis brazos no aguardaban un secreto, decidí ponerme un pijama largo que las cubriera.

El dolor en mis músculos era palpable y arrastrándome llegué hacía al primer piso donde mis hermanos conversaban, su diálogo menguó con mi llegada y no me opuse a acercarme a ellos en el mismo silencio que ellos mantenían.

—¿Cómo te sientes? —La culpa en las palabras y en el rostro de Lukas era evidente, —De verdad no entiendo que es lo que sucedió...

—Está bien, no te preocupes, —Aseguré sentándome sobre uno de los sillones, —¿Dónde estabas?

Su rostro lleno de desconcierto me dejó sin palabras, en aquellas facciones tan dulces yacían ojeras y cansancio tan notorio como aterrador.

—Te diría lo que sucedió, —Acalló cabizbajo, —Si tan solo lo supiera, de un momento a otro estaba perdido.

—¿Perdido? —Con la pregunta de Magnus Luka asintió levantando la cabeza.

—Era un lugar desolado, las palabras no pueden describir aquello, camine tanto tiempo sin una salida, la eternidad de los caminos era agotadora, sin poder divisar más allá de unos metros, la neblina era densa y el calor escaso, —Sus ojos no se despegaron de la ventana que estaba tras de mi, —Todo era tan...

—¿Tan...?

—Baldío... —La voz se le apagó con los segundos dejando que pasara un escalofrío por toda mi columna vertebral, —Aunque...

—¿Aunque que? —Preguntó Magnus sonando los huesos de sus manos, al ver que se quedaba en silencio observando más allá, —Luka, —Balanceando su hombro de un lado a otro sin dejar de ser suave, —Hey, —Sin reaccionar su cuerpo se encontraba helado, Aleister tocó su rostro dando pequeños golpes sobre sus mejillas.

Sus ojos comenzaron a nublarse y lágrimas cayeron por sus mejillas más su expresión jamás dejó de ser neutral, sin mucha delicadeza Magnus vertió el agua sobre el rostro de Luka.

La respiración de mi hermano era acelerada y con ambas manos en su pecho lo noté mal, observe sus azulados ojos realmente observando la agonía en ellos, miró a sus costados con desesperación calmándose casi de inmediato.

—Creo que es mejor que vayas a descansar, —Aleister tocó su frente con delicadeza y nuestro hermano negó repetidas veces, —Creo que te hará bien descansar, cuando estés más tranquilo podremos hablarlo.

—Me encuentro bien Ale, puedo hacerlo, —Aseguró retirando las manos de su rostro, —¿Qué era lo que estaba contando? —Mordí mi labio con nerviosismo.

—Tus últimas palabras fueron "Aunque"

—Una estatua, —Suspiro mirando de manera errática, —Una estatua muy bella, —Calló por unos segundos observando su mano de manera pensativa.

—Buscaré más agua, —Magnus hizo el ademán de levantarse pero Luka lo tomó del brazo deteniéndolo.

—Aquella estatua lucía prestigiosa, majestuosa y en ella yacían tres personas.

—¿Cómo eran?—Pregunté y la manera tan ansiosa como lo había dicho me había sorprendido hasta a mi

—Dos adultos, una mujer de cabellos largos junto a un gran hombre, la diferencia de altura era notable entre ambos, —Mencionó mirándonos.

—¿No reconociste a ninguno de ellos? —Preguntó Aleister, —Según pude entender habían tres personas ¿No es así?

—En manos del hombre descansaba plenamente un pequeño bebé, —Cerró ambos ojos, —Bajo ellos una placa dorada, realmente lucía como oro, —Compartí una extraña mirada con ambos de mis hermanos mientras Luka se mantenía en un imperturbable silencio.

—¿Había algo en la placa? —Inquirí sin querer parecer muy insistente pero realmente me preocupaba, si él había tenido que ver ¿Cómo podría proteger a mi familia? ¿Cómo podría protegerlos si ni siquiera podría protegerme a mí misma?

—Cada letra había sido trazada con una caligrafía ennegrecida "Eline, Lynette y Daemon" Eran los nombres plasmados sobre la lámina, —Un nudo se alojo en mi garganta sin tener una seguridad de la razón.

—No sigas hablando si no lo deseas, lo entendemos Luka, —Magnus de manera comprensiva acarició su brazo.

—Una inmensa oscuridad inundó todo el lugar y ahí recobre la conciencia.

—Cuando nosotros habíamos salido... —Contesté con la continua incomodidad que se mantenía en mi cuello.

—Mi habitación se sentía extrañamente cálida, los busqué por cada parte de la casa y no los hallé recordando tu proposición de ir hacia el bosque... —Explicó con brevedad mirándome.

—¿Por qué propusiste que fuéramos al bosque? —Sin intentar sonar molesto Aleister me pregunto y abrí la boca sin tener una respuesta.

—No tengo idea, —Admití, —Las palabras salieron de mi boca sin control alguno, —Pronuncie las palabras que no solía mencionar con mucha frecuencia, —Lo lamento.

La estupefacción en sus rostros me hizo darme cuenta de que no esperaban aquello y enrojecí tocando mi nariz con vergüenza, después de todo yo propuse ir allá y ahora Luka tendría un trauma que no probablemente no olvidará el resto de su vida, jamás me había disculpado con tal seriedad.

—Se apropió de mis labios y no sé cómo ocurrió, simplemente salió de mi boca, no pude controlarlo...

—Estamos juntos en esto, —Dijo Magnus con tranquilidad, —Jamás nos pondrías en riesgo, ninguno de nosotros lo haría y estoy seguro de que esto va más allá.

—No fue tu culpa, fue mía, —Dijo con frustración y sus dedos se perdieron entre sus rojizas hebras, la culpabilidad lo avasalló y negué repetidas veces.

—No fue culpa de nadie, ninguno de nosotros es el responsable, —Con ese tono tan propio de él nos calló a ambos, —No lo fue ¿Está bien?




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