Sed de Sangre azul.

Capítulo 6. -Un convenio dudoso.

-6-

—Te escucho.

—¿Le molestaría soltarme? —Preguntó y me puse de pie liberando el peso de su espalda, —Se lo agradezco, —Sin presuras se puso de pie moviendo el cuello de un lado a otro.

Mis ojos no se separaron de él mientras siquiera me dio una ojeada, se sentó con calma sobre mis sábanas y con la cabeza me invitó a posarme a su lado, mis dedos acariciaron la desarmada franela blanca cuando me senté sobre el colchón.

Lo miré directamente a los ojos contemplando su silencio, una melodía suave comenzó a escucharse y mi cuello se erizó de inmediato, se levantó ofreciendo su mano para levantarme de igual forma, susurro de manera suave.

—Tiene que desearlo, —Lo observé con desconcierto y volvió a murmurar, —Tiene que desear aquella historia.

—Deseo conocer la historia...

Con duda tomé su mano y la melodía que se oía como suave brisa invernal aumentó su intensidad con creces, comenzó a dar un par de pasos sin soltar mi mano llegando así al centro de la habitación, de manera suave soltó mis dedos para hacer una corta reverencia que imité de manera extrañada.

Puso su mano por mi espalda e hice lo mismo con la suya de manera lenta, giramos de manera suave mientras la melodía seguía resonando, nos tomamos de ambas manos alejando nuestros cuerpos, haciéndome dar un vuelta dejo mis brazos cruzados y mi espalda pegada a su pecho por un momento, danzamos sin decir nada y solo los rayos quienes de manera reiterativa iluminaban el cielo fueron testigos del extraño aire que comenzó a llenar mis pulmones.

No entendía la razón de nuestra danza pero ahí me mantuve sin refutar, mi espalda se inclinó hacia el suelo con su mano en mi cintura, sus ojos no dejaban los míos y con un suave movimiento se acercó a mi cuerpo, ambos volvimos a nuestra posición inicial y con delicadeza pasó su brazo por mi cabeza.

—Cierre los ojos...

Obedecí a ojos cerrados mientras sus manos guiaban mis pasos, dándome un par de vueltas su agarre se soltó dejándome caer.

Comencé a caer de manera abrupta, abrí los ojos y observe cómo me aproximaba a una gran red que parecía tejida de un fino hilo blanquecino, mi corazón se aceleró y mi cabello se alboroto con el aire, la red se rompió de inmediato cuando caí en ella, miré y observé un boscoso lugar abajo.

Observe como a mis alrededores habían relojes de blancas plumas volando a metros de mí, uno de ellos marcaba el "1622" observe otro de ellos y solo pude ver que aquel día caía en 21.

Una gran marea de árboles esconden con certeza aquella cascada de aguas cristalinas que yacía oculta del mundo, mi caída terminaría su curso sobre un suelo apedreado de un claro ladrillo.

Miré para todos lados con el corazón en la garganta pero no había a qué aferrarme, apreté las manos a mis costados y a tan solo unos metros cerré los ojos con fuerza esperando el golpe en seco que quebraría mis piernas y posiblemente todo mi cuerpo.

En vez de eso sentí como afirmaron mi cuerpo, mi caída había sido tan liviana como la de una pluma, cubrió mis piernas con uno de sus brazos mientras el otro yacía en mi espalda.

—¡Enloqueciste! —Le grité tragando con dificultad, él alzó una de sus cejas.

—¿Pensó que la dejaría caer? —Mencionó en un tono de diversión que no me saco sonrisa alguna.

—No confío en ti.

—No veo alguna razón para no hacerlo, —Me dejó en el suelo y limpio su atuendo con simpleza, —Es bellísimo ¿No es así?

—Muy bello. —Contesté con sequedad observando el cielo turquesa, la cascada de aguas claras ahora lucía muy lejana.

Sus pisadas me hicieron voltear, estaba caminando lejos de mí hacia la cascada, me apresure hacia él y de vez en cuando noté como me veía de reojo a pesar de ello continúe con la vista en frente, pude divisar como sonrió negando con la cabeza de manera lenta.

Nos detuvimos a un costado de la abundante catarata y levanté la cabeza observando la lejanía.

—¿Por qué nos detenemos aquí? —Con confusión dije y con una sencillez sorprendente dijo.

—Suba primero, —Pestañee un par de veces esperando que comenzara a reírse o algo parecido pero solo se mantuvo en silencio con una pequeña e imperturbable sonrisa en sus labios, —¿Desea que yo vaya primero? —Enarcó una ceja y yo solo pude mirarlo con expectación, —Si voy primero no podré asegurarme de que usted no vaya a caerse.

—¿Quieres que suba eso? —Exclamé con desagrado, chisté y negué con la cabeza —No, definitivamente no hay manera.

Suspiré dificultosamente mientras me aferraba con fuerza a la roca de más arriba, subí uno de mis pies a la roca que tenía a un costado para subir y llegar a la cima pero sin duda faltaba más de lo que mis brazos y piernas podían soportar, miré hacia abajo y apegue aún más mi cuerpo hacia la piedra.

Me encontraba a más de nueve metros de altura y en mi cabeza solo existía un foco, llegar a arriba, Mi respiración era apresurada y por un momento me permití pensar en Ferith, —¿Dónde está él? No ha comenzado con alguna de sus burlescas frases, —Voltee la cabeza hacia abajo observando que él no se encontraba allí, observé a mis alrededores con impaciencia y estaba desolado y no hallaba una forma de continuar subiendo.

—Construye dagas Karissa, hazlo y aférrate a ellas, —Dijo Odett en un susurro casi inaudible a mis oídos.

Dagas comenzaron a surgir de mis dedos las incruste en el gran paredón de piedra dándome estabilidad, retire una de las cuchillas y la encaje más arriba repitiendo lo mismo con la otra, la cima se veía próxima y puedo sentir como el sudor baja por mi frente pero no me detengo.

Uno de mis brazos se aferra a la orilla y conseguí rodar hasta arriba, mis pulmones ruegan por oxígeno pero al abrir los ojos observo como Ferith se encuentra apoyado en el muro observándome en silencio.

—¿Cómo...? —Sin aliento observe su sonrisa, —¿Cómo es que te encuentras aquí arriba?




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