Sed de Sangre azul.

Capítulo 8. -Arrepentimiento.

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Sonrió hasta sentir la nieve en mi rostro, —Observe a Luka quien me miraba de manera burlona con nieve entre sus manos, —Mi conversación pasiva con Magnus pasó a segundo plano por la idea de ir tras los pasos de mi hermano quien deseaba una guerra.

Me froté las manos echando un vistazo a mis padres quienes arman la mesa que nos permitirá merendar más tarde, tomé una cantidad exagerada de nieve respirando hondo.

El aire congelado se escapó a través de mi boca y por un segundo repase la pradera que habría sido testigo de más de un evento importante para nuestra familia, solemos visitar lugares rurales con gran frecuencia.

Mis piernas se mueven con rapidez intentando atinarle a mi hermano quien ríe con mis nulos intentos, tras un pequeño descanso para recargar mis congeladas municiones tropiezo con una pequeña piedra que no estaba a la vista yendome de bruces contra la nieve.

Esto desata que la risa de mi hermano aumente su volumen y de manera rápida me pongo de pie con una clara sed de venganza, la voz de Aleister traspasa mis oídos preguntando sobre mi estado pero lo ignore de manera automática buscando a mi objetivo quien no dejaba de lado las carcajadas.

Me encuentro corriendo a mayor velocidad, llegando a su lugar con eficacia.

Luego de percatarse que estoy asechandolo emplea una huida la cuál es saboteada por mi al atraparlo.

Sin caer en cuenta de nuestra mala suerte comenzamos a caer por una colina la cual nos hizo rodar hasta el final de la misma.

Observo el camino que nuestros cuerpos dejaron en la nieve permitiéndonos observar el pastizal bajo de ella, en silencio oímos como apresurados pasos se acercaban desde la cima.

Los ojos azules de Luka me observan en silencio y a más tardar 3 segundos contener la risa parecía ser imposible.

—¿Están bien! —La voz de nuestro padre resonó con un eco sordo por la colina pero no podía contener la risa, —¡Niños, se lastimaron? —Luka de alguna manera pudo dar una respuesta positiva que calmó un poco la preocupación de nuestros pares, mi hermano se puso de pie tendiendome una mano.

Me encontraba en un ataque de risa imparable, no podía mantener el equilibrio haciéndolo reír nuevamente, aquella desapareció con las palabras que mi madre vociferó con fuerza.

—Quien sea el último de los dos en subir tendrá que servir la merienda para cada uno de nosotros, —Mis ojos no tardaron en posarse en Luka quien también fijó su vista en mi, para que ambos al unísono comenzáramos a correr cuesta arriba.

—¡Más vale que te rindas! —Mi grito no fue tan fuerte e intenté subir a gran velocidad sin caer.

—¡En tus sueños Karissa! —Su respuesta me hizo observar como con mayor rapidez ascendía, apresure el paso pero con los tobillos enterrados en la nieve me era muy dificultoso.

Con astucia observe que aquel sendero con menor cantidad de nieve no se hallaba a gran distancia, por lo cual corrí hasta el dejando a Luka tras mi sombra, él me veía ofendido siguiendome.

—¡Detente ahí!

—¡Ven a detenerme! —Mi respuesta desato una sonrisa en mis labios, con el corazón bombeando sangre mi respiración era agitada, la adrenalina agilizo mi paso y con el frío aire en mis pulmones, labios y dientes continúe.

Llegando hasta arriba miré como Luka aparecía con no muchos segundos de diferencia, su mirada no era en lo absoluto afable.

—Ni te atrevas, —Lucía ofendido y yo rodee su cuello con mis brazos de manera calurosa.

—No te enfades Luka, —Mi sonrisa no detuvo que pegara mi mejilla a la suya dejando que soltase un bufido con desgano.

—Yo serviré, —Dijo Aleister con una pequeña sonrisa en sus labios, —Tomen asiento y ya no peleen.

—Te ayudo, —Mencioné acercándome con la misma sonrisa plasmada en mis labios.

Acomodando la mesa recordé lo mucho que amo el escozor que produce el gélido aire en mi piel, lo electrizante que se siente un escalofrío cuando atraviesa mi columna.

—He de mencionar que estos pastelitos están exquisitos, —Comentó Roman elogiando la gran mano que tenía mi padre para las cosas dulces.

—Gracias por mencionarlo Roman, agradezco que al menos alguno de los presentes caiga en cuenta de lo deliciosos que son mis pastelillos, —Su tono ofendido no estaba oculto sin embargo todos sabían que bromeaba, todo quien ha probado sus postres menciona el buen aspecto y sabor de estos.

—Yo siempre te lo digo, —Protesto mi madre mordiendo una parte de glaseado, —Y también lucen muy bien, —Dijo aquello luego de tragar.

—¡Nadie me aprecia! —Dramatizó poniendo su mano en la frente, yo sonreí y mis hermanos también repitieron mi acción.

—Todos te apreciamos, —Dijo mamá con una sonrisa, mi padre seguía a ojos cerrados y aprovecho de untar un poco su dedo de la dulce sustancia y ensuciar su mejilla con esta, su sonrisa con algo de culpa no se borró.

Mi padre al percatarse abrió la boca con ofensa, sus labios temblaban con la sonrisa que quería escapar de ellos, sin embargo la mueca ofendida se mantuvo por unos segundos más.

—¡Ya verás! —Exclamó haciendo que mamá se levantase de su silla con una mirada retadora.

—¿Ya veré?

—Cuando te atrape te arrepentirás, —Dijo con una sonrisa observándola.
Tras agacharse mi madre tomó nueve la cual impactó contra el rostro de mi padre, la sonrisa se posó en mis labios con rapidez, la competitividad era algo que ambos compartían y las guerras con nueve de por medio se habían convertido en algo muy común, como una tradición familiar.

Mi madre quien corrió lejos de él fue perseguida mientras nosotros mirábamos la escena con un aire dulce, de manera disimulada enterré mis dedos en la nieve y golpee el rostro de Roman quien se volteó de manera inmediata.

—Más vale que ni te hayas a... —Su frase no se llevó a cabo gracias a Luka quien imitó mis acciones, —¡Esto es una conspiración! —Se atrevió a exclamar con una voz recargada de ofensa.




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