Sed de Sangre azul.

Capítulo 9. -Liquido oscuro y brillante.

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Doy pasos hacia atrás sintiendo como el tiempo pierde su valor, dejándome atorada en una sensación asquerosa, sus ojos me observan con una altivez aterradora mientras siento el corazón en la garganta.

—Ocultaste bien tu posición, —Su voz nuevamente me erizo el cuello, —Pero al parecer no pudiste aguardar la calma lejos de este lugar, está en tu sangre, —En su sonrisa podías ver como la oscuridad se apropiaba de él, —Me alegra de que estés en casa, —No tardó en acercarse a pasos lentos.

Me siento tan abrumada y el corazón latente amenaza con escapar por mi boca, mis pulmones están obstruidos y mis pasos torpes me guían a un sendero desconocido.

—¿No me tendrás miedo o si? ¿Te asusto? —No respondí ideando lo más cercano a un plan posible, no había respuesta ¿Qué haría ahora?

—Alejate.

—Hagamos esto por las buenas, no me obligues a montar una obra, —Dijo con sequedad, —Te propongo algo ¿Qué te parece si te rindes ahora?

—¿Por qué haría algo como eso? —Pregunté mirando por su hombro, observando el cuerpo de Roman sobre el suelo, un nudo se me atoro en la garganta.

—Por clemencia, —Sonrió con tranquilidad arreglando las solapas de su traje, —¿Qué te parece 50 años bajo la sombra más oscura? Me parece un tiempo justo, —Mis dedos se sintieron helados y tras Athan una sombría aura aclamaba mi nombre.

—Irás a las sombras, —Le aseguré y él solo me regaló una sonrisa.

—Esperé tanto por acabar contigo.

—Tendrás que seguir esperando, —Armandome de valor en una posición de lucha ataqué.

Sentí el peligro corriendo por mis venas, mis dedos temblaban con cada ataque que proporcioné, Él se defendía al igual que yo, parecía no poder detener más.

De un momento a otro un pinchazo de dolor recorre mi cuerpo, observo como Nicodemus se aleja a pasos lentos de mi algo paralizado, la jeringuilla entre sus dedos aún contenía cierta cantidad de un líquido oscuro y brillante.

—Bien hecho inutil, —Le felicita Athan moviendo su cabello, —Al fin haces algo bien, —Mis cabeza comienza a dar vueltas y mis párpados pesan.

Oigo mi nombre en una voz conocida e intentó voltearme pero mi vista era borrosa.

—Karissa, —Intenté mantenerme en pie sin éxito, caí de rodillas sintiendo como mi pecho se oprimía con cada segundo.

Mi corazón latía en mis oídos y la tos se hizo presente en mi garganta, observé como alguien hizo el ademán de acercarse sin embargo retrocedió debido a los gritos de Athan.

—Vuélvete hombre de una vez Nicodemus, —Su voz se iba perdiendo en mi cabeza, las últimas palabras que salieron de sus labios fueron inaudibles para mis oídos.

De pronto todo se volvió negro.




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