Sedúceme Despacio (editando)

Sentimientos.

Narra (David)

Ha sido verdaderamente difícil no sentirme celoso de Lambert, claramente es él quien tiene el derecho de tocarla, de besarla por inocente que sea. Y ha sido significativo el cambio de humor que ha causado en mí, es imposible no comportarme de manera irracional cuando de Hannah se trata, no comprendo cómo logra desestabilizar mi ser.

Pero su manera de caminar, la dulzura con la que se expresa, su voz y su hermosa mirada causa estragos en mí. Es como si se tratara de un embrujo, uno del que no era consciente hasta hace meses atrás. Hannah se ha instalado en lo más profundo de mi mente, y es cuestión de tiempo para que lo haga en mi corazón.

Esa tarde después de salir de la empresa, me encontraba pensativo, mi cabeza por lo general no descansa nunca. Sin embargo, era ella quien se adueñó de mis pensamientos, quería llamarla y escuchar su voz. Y en ese arrebato, fui capaz de tomar mi teléfono y marcarle a pesar de ser tarde, los tonos de espera me parecieron eternos y la recompensa ha sido escuchar su voz.

—¿Hola?

—Señorita Spencer. —Sonreí, parecía como si estuviera adormilada, la suavidad de su voz ha sido melodiosa.

—Señor Lacroze, ¿Necesita algo? —Cuestionó, y sin ser consciente de su cansancio deseaba verla. Me pregunto dónde ha quedado mi cordura después de atreverme a llamarla.

—Sí, tengo una duda con la negociación de mañana, necesito un libro de economía básica. ¿Puedes hacerlo llegar a mi casa? —Se escuchó un silencio corto detrás de la línea. Estaba en su derecho de negarse, y estaría de acuerdo.

—De acuerdo, lo compraré por usted. ¿Su dirección sigue siendo la misma?

—Es la misma, Hannah. —Finalizó la llamada, mi mirada se posa sobre la ventana y la hermosa vista a las luces de la ciudad. Tenía la impresión de ver las estrellas más de cerca, como si fuera capaz de alcanzarlas con las manos.

Siempre tuve la sensación de sentirme fuera de lugar, donde fuera que estuviera. Siempre tuve la necesidad de hacer las cosas por mí mismo, sin depender de alguien en mi vida. Pasé años enteros acostándome con mujeres en mi intento por llenar el vacío, y ha sido un fracaso todo este tiempo, aprovechándome de mi apariencia y personalidad.

Y después estaba Hannah, la mujer capaz de hacerme sentir seguro, quien me hace sonreír con cualquier tontería y ser la única capaz de encender la pasión desbordante sobre mí piel. No sé qué me pasa, y tampoco intentaría averiguarlo, tengo claro que la quiero a ella.

La puerta del apartamento fue tocada suavemente, interrumpiendo mis incesantes pensamientos. Me levanto del sofá peinando mi cabello hacia atrás, me siento verdaderamente cansado y no sería capaz de descansar si no veo por última vez en el día su rostro. Y ahí estaba ella, con su abrigo y el cabello recogido, con un brillo especial sobre sus ojos y sus mejillas sonrojadas.

—Buenas noches, Señor. —Saludó. La admiro en silencio sin ser capaz de contestarle, observarla tan sencilla me da la impresión de verla aún más preciosa, su esencia sigue ahí.

—Gracias, Hannah. —Tomo el libro con el entrecejo fruncido, estoy cometiendo una estupidez. Y entre el debate de lo correcto e incorrecto, cerré la puerta en su cara perdiéndome entre el apartamento.

Estoy completamente loco, y no tenía idea de lo dulce que podía ser esa locura.

                                 ***

Los días han pasado y de repite la misma rutina, llamarla después del horario laboral. Admirarla unos cortos segundos y perderme dentro del apartamento como si nada hubiese pasado. Era incapaz de no sentirme como un idiota cada vez que sus ojitos llenos de cansancio me miran con desprecio.

El departamento ha estado saturado con la organización de la gala, todos trabajan horas extra con tal de perfeccionar cada detalle para los accionistas. Los colaboradores son los principales donativos para la subasta de caridad, todos los ingresos son destinados a una fundación de bien social.

Esta mañana no he puesto un pie en la oficina, mi agenda se ha encargado de mantener en reunión tras reunión sin descanso alguno. Por la tarde quedé con Theodore para comer, y volver casi de inmediato a la oficina a reorganizar los pendientes y firmas en espera sobre el escritorio.

—¿Qué te pasa? —Pregunta a mi lado, parece estarme analizando minutos atrás.

—¿Qué podría pasarme? —Sonreí.

—Te conozco David, y desde esa noche en el bar has estado actuando de manera extraña. Estás más sonriente, saludas a los empleados, todos están asustados con tu comportamiento últimamente. —Comenta Theo, confundido. El contexto de sus palabras me hace reír, no hay nada fuera de lo normal.

—Estás exagerando, hermanito —Me detengo a su lado con la intensión de mirarlo —. Mi humor no es algo que interfiera en el trabajo, sin embargo, no pienses cosas que no deberías pensar porque al igual que tú, yo te conozco. —Palmeo su hombro antes de presionar el botón del ascensor. Efectivamente, Theodore me conoce mejor que nadie y sería cuestión de tiempo para que encontrase la falla en mí.

Narra (Hannah)

Los días han sido imposibles desde aquella tarde en el restaurante, estaba acostumbrada en todo caso a los cambios de humor del señor Lacroze. No obstante, ha estado comportándose de una manera tan inusual, y los empleados han sido testigos de ello. He estado recibiendo tareas suyas fuera de los horarios laborales, desde comprar un libro de economía básica hasta una planta de decoración para su madre, tareas muy fuera de contexto.

No soy capaz de descansar lo suficiente, los días son eternos y las noches tan cortas. Mis compañeros comenzaban a notar el desgaste físico y las ojeras pronunciadas sobre mi rostro, a Patricia no se le escapa nada. Tengo la impresión de notar mi mal humor, soy capaz de cometer cualquier imprudencia si no descanso quince miserables minutos.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.