¿Quién Es Ella?

Hannah.

La penetrante de David se ha vuelto insegura por unos instantes, le veo flaquear y apretar la sortija de su dedo índice. La mujer parece disfrutar del efecto que causa sobre mi jefe, observo cuanta satisfacción le ofrece la desvalida actitud del hombre que estuve por besar. Todas aquellas esperanzas y palabras reconfortantes que David me había expresado se dispersaron con su presencia.

—Hannah ya nos vamos —Ordena Theodore con voz autoritaria, aprieta los puños conteniendo cierto enfado en su mirar, seguidamente se dirige a David con un tono frío—. Arregla este disparate, Lacroze. —Escupe, provocando un escalofrío correr tras mi cuerpo. Tomo mis pertenecías con miles de pensamientos sofocando mi cabeza.

¿Quién es esa mujer y qué quiere de David?

Tras la dudas salgo de su oficina en compañía de Theodore, quien aún se nota tenso tras la conversación. Las curvas y vestimenta de esa mujer no me han dejado una buena espina, de lo contrario. ¡Parecía que le iba a saltar encima! Y ha sido él quien se dejó llevar por un sentimiento encontrado, como si ella hubiese sido uno de sus fantasmas del pasado.

Sentía la necesidad de regresar y plantar cara, pero aquello no era de mi incumbencia. Yo había dejado en claro a David que él no era nadie para intervenir en mi vida, así que no tenía posición alguna para reprocharle. Me sentía devastada no por la escena que había presenciado minutos antes, sino por los desastrosos sentimientos que inundan mi ser.

Tras bajar en un silencio sepulcral, visualizo a Joyce y Paty bromear desde lo lejos. Ambos se detienen observado el gesto frío con el que Theo los recibe, la mirada de Patricia desborda una preocupación alarmante, incluso hasta perceptivo puesto que intuye la razón de su evidente desagrado.

—Parece que han visto un fantasma. —Bromea Joyce, quien logra sacarle una sonrisa amarga al mayor.

—No está muy fuera de la realidad. —Dijo, a Joyce no le pareció difícil entender a lo que se refería. Su mirada se ensombrece de manera intuitiva, asumiendo que tenía razón de las palabras que me ha dicho esta mañana.

¿Qué es lo que ocultas David Lacroze?

En el bar el ambiente parece alivianarse, Joyce y Paty se ofrecen a comprar las bebidas mientras tomo asiento en compañía de Theo. Veo tras sus ojos una sombra de decepción y conmoción, estaba convencido de que la visita de esa mujer no le ha traído más que preocupación hacia su hermano mayor.

—Es Sarah Oxborn, una de las accionistas fantasmas como le llamamos —explica ante la curiosidad, como si me estuviera leyendo la mente—. Su padre recién le heredó el puesto como presidenta de una imprenta en común, ella no es más que un dolor de cabeza para mí hermano. —Prosiguió.

—¿¡Por qué no me sorprende!?

—Ese no es el problema, Nana. Esa mujer con toda su diplomacia encima, fue la prometida de David en un pasado. —Puntualizó, dejándome helada sobre el asiento. Sus palabras parecían cubos de hielo sobre mi cuerpo, ahora era capaz de comprender por qué David se mostraba tan infeliz.

—Theo, yo no lo puedo creer —en un acto de nerviosismo, juego con mis manos posadas encima de la mesa, mis uñas tiritan sobre la madera—. ¿Qué quiere de él?

—No lo sé, Hannah. Y verdaderamente creo que sus intensiones están muy bien disfrazadas, por el momento está reclamando su puesto en como accionista de la editorial. —Respondió, temeroso. Estaba convencido casi por completo al igual que yo, Sarah Oxborn traía algo entre manos y por el bien de David y de la empresa alguno de nosotros debería intervenir.

—Así que una semana en Múnich —se unen los chicos sacándome de mis propios pensamientos, Theodore parece recobrar la compostura—. ¿Qué hacen ustedes allá? —Quiso saber.

—Celebramos el cumpleaños de Hans, la familia se reúne y se hacen diferentes actividades a lo largo de la semana. Finalmente el día definitivo de su cumpleaños, lo celebramos con una fiesta en compañía de amigos. —Explica Joyce, la reciente pareja sonríe por lo bajo.

—Mis padres suelen asistir todos los años, pero jamás había escuchado de la celebración, ¿Es una tradición en Alemania? —Theodore pareció despreocuparse, recobrando su buen humor como es costumbre.

—Dentro de la familia Horch, por generaciones los magnates de la industria celebran en grande sus cumpleaños. Comidas, actividades, paseos por la propiedad todo en conmemoración de mi padre. —Indico.

—Hans suele celebrar los cumpleaños en grande, nunca voy a olvidar cuando cumplimos dieciocho. —Recuerda haciéndome sonreír, posiblemente fue la fiesta más desastrosa dentro de nuestros recuerdos. Papá había requerido a su famosa reserva de vinos en casa, cabe destacar que todos terminamos con un fuerte resaca al día siguiente.

—¿Ustedes cumplen el mismo día? —su pregunta llenó de curiosidad a Paty, quien tampoco sabía a ciencia cierta nuestra fecha de nacimiento—. Hannah nunca celebra su cumpleaños desde que llegó a los Ángeles. 

—Extrañamente la vida quería unirnos desde el nacimiento, ambos nacimos el mismo día a la misma hora en el mismo hospital de San Francisco. —Joyce une nuestras manos debajo de la mesa, reconfortado nuestra lazo inseparable.

—El primero de diciembre —afirmo sintiendo sus intensas miradas sobre mí, expectantes—, esa es la fecha de nuestro nacimiento. —Theo frunce el ceño conmocionado, buscó las palabras indicadas para continuar.

—Esto es increíble, es posible que suene extraño pero es exactamente la misma fecha de David. —Comenta, su rostro recobró la felicidad innata. Bebió de su copa orgulloso del efecto que ha causado su comentario, ninguno de nosotros había pronunciado palabra alguna.

—Debe ser una broma, Theo.

—No lo es, busquen en Wikipedia. —Sugirió, provocando que Joyce buscara la información inmerso en su propio estado de negación.

—Genial, ¡Compartimos cumpleaños! —Dijo irónico, mis amigos ríen con entusiasmo al parecer aquello era un pequeño avance entre ambos. Me prometió intentar creer en David, darle una oportunidad al hombre que finalmente conmovió mi corazón.