Seducido por la Jefa

Capitulo 4

Hoy es domingo, después de una semana muy productiva y agotadora salí con mis primos a descubrir la noche en esta ciudad que sin exagerar es magnífica. Si se pudiera reunir todas las culturas del mundo en un solo lugar sería este, son tantos y tan variados los ambientes y estilos musicales que para alguien como yo que disfruto de todos es muy difícil elegir. Mis primos me hicieron un Tour por bares, boliches, discos y afters de los más diversos, en cada uno ingerimos algo, dimos una vuelta viendo mujeres realmente bellas, y tengo que decir que me encantan las féminas, las veo como seres asombrosos, todas tiene algo que me atrae e incluso enamora, eh que no quiere decir que sea un cínico que juega con una y otra utilizándolas como objetos. Bueno aunque soy bien recibido entre las chicas, a mis 18 años de edad aún no he intimado con ninguna, soy virgen y no me apena decirlo. La mayoría de mis amigos a los 15 o 16 años ya había tenido novia o se había acostado con alguna chica mayor, yo no, cuando tenía esa edad "mi novia" era tres años menor y la situación nunca llegó a más que besos. No es algo que me desvele.

Finalmente, regresamos a nuestro depa a las 7 de la mañana con tanto alcohol en nuestros cuerpos que aún no sé cómo acertamos la dirección. El verdadero problema acá es que todos los domingos al mediodía mis tíos esperan a sus hijos a almorzar y como ahora vivo con ellos a mi también, aunque imagino que ya están acostumbrado a la resaca de sus retoños, me levanté con tiempo suficiente para darme una ducha, tomar un café y varios litros de agua. No me arrepiento de la salida que tuvimos, sólo desearía no haber tomado tanto. 

Antes de irnos, recuerdo que mi celular de la empresa había quedado cargando. Al encenderlo me encuentro con un mensaje de texto.

Buenos días, mañana llega para el mediodia.

Bien, más tiempo para reponerme.

La comida con mis tíos fue de los más agradable, reímos, contamos historias, hablamos de todo. 

Para las tres de la tarde estamos volviendo a casa cuando el teléfono anuncia una llamada entrante, respondo tan pronto como puedo.

-Leonardo, buenas tardes. Disculpa que te moleste. Necesito un favor.

Me sorprende escuchar a Isabel tan alterada. Enseguida respondo alentandola a continuar hablando.

-Sé que es tu día de descanso y no debería pedirte esto pero no tengo más alternativa. ¿Podrías ir a buscar a mis hijos Lorenzo y Lautaro a casa de Daniel? El muy imbécil los fue a buscar a la estancia de mí madre y a poco de llegar me dice que tiene que irse y no tiene con quien dejarlos. Estoy a cinco horas de la ciudad, ya estoy en camino pero no pueden quedarse solitos hasta que llegue.

Estoy en shock ¿como se supone que voy a cuidar a dos niños? Pero es mi jefa y me agrada, por eso respondo que lo haré.

-Te envío un mensaje con la dirección de Daniel, otro con la de mí casa.- me explica, estoy muy aturdido, ¿y si usan pañales? Jamás cambie un pañal.- el idiota estará esperándote y daré aviso al conserje de mí edificio para que te haga ingresar con su copia. Te llamo luego. Gracias Leonardo. Te recompensaré.

Antes de poder objetar algo la llamada finaliza y casi al instante me llega un mensaje tal como dijo. Les explico a mis primos lo que sucede y Emilio conduce hasta la casa de Daniel, llegando me encuentro con dos niños idénticos, con las facciones de su madre pero rubios como su padre. Cada uno tiene sobre sus hombros una pequeña mochilita y un chupete en su boquita, carajo son bebés; tras ellos un hombre claramente enojado.

-Al fin llegas niño.- eso suena muy feo, ¿que hago metido en este lío? Ya me duele la cabeza.- ¿que pasó? ¿te cambió por otro mocoso? De otro modo no estarías acá buscando a sus hijitos ¿no?- cada vez me cae peor el payaso este, supone que me acuesto con su ex, de última no debería de meterse en eso. ¿porque insistirá con lo de mocosos y eso? ¿ella tendrá un fetiche con hombres más jóvenes? La curiosidad mata al gato Leo, me recuerdo.

Los niños me miran sin entender nada, decido mejor cumplir mi deber y salir de acá cuanto antes. Me acerco a los gringuitos extendiendo mis manos y con una sonrisa.

-¿Ya están listos? Vamos a jugar...

Ya no puedo concluir cuando una mujer de unos 30 años, de belleza moderada sale de la casa con una niña en brazos, diría que de la misma edad que los rubiecitos, en algo se parecen los tres pero la nena no tiene las facciones armoniosas de mi jefa.

-Todavía no vienen por esas criaturas del...- se detiene cuando me ve, Lautaro y Lorenzo me han agarrado de las manos y se esconden un poco atrás mio.

La mujer me observa como intentando leerme luego mira al hombre parado delante mío y cuestiona.

- No me digas que es la nueva conquista, cada vez más chicos se los busca la zorrita.- e ingresa nuevamente a la casa. 

Sin siquiera mirar a sus hijos Daniel me mira, sonríe y dice - No te acostumbres, en unos meses se aburre y te tira. Es una niña malcriada que siempre juega con juguete nuevo.- se da la vuelta y se va. 

No entiendo nada, ¿A qué se debe esa advertencia? ¿porque es tan frío con los mellis? ¿Quien es esa mujer?

Regreso al auto con los niños, cuando mis primos los ven empiezan a reír. 

-Mierda si hasta pareces todo un papá Leo. 




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