Me levanto, me ducho y me preparo para ir a trabajar mientras desayuno con mis primos.
- Habíamos entendido que llegabas ayer temprano.- comenta Eliseo dando cuenta de sus bizcochos.
- En realidad, llegue a la ciudad por la tarde pero estuve en casa de Isabel con sus mellis.
-¿Como con sus mellis primo? ¿Te toco ser niñera de nuevo?
- No boludo, fui a llevarle unos regalos y me invitaron a jugar a la pelota.
-¿Porqué regalos?
-¿A nosotros que nos trajiste?.- hablaron los dos al mismo tiempo y me río recordando a los rubiecitos y su manera tan graciosa de comunicarse.
-Ehhhm no les traje nada. Sólo traje para los niños.- En verdad ni siquiera pensé en comprar nada a nadie.
- No entiendo Leo, ¿Porqué traes regalos para unos nenes que son hijos de tu jefa?
-Y ¿Porqué después de un largo viaje de trabajo pasas la tarde en su casa?
-Vos no te estarás tumbando a tu jefa ¿no?- Emilio me interroga con la mirada, a esta altura ya debo estar colorado.
-¿Porqué te quedas callado? Es eso. Ay Leo sos joven e inexperto, cuando se canse a la mierda el trabajo.
- No creas que porque conquistas a sus hijos ella estará a tus pies.- sé que su preocupación es sincera pero lo que haga o deje de hacer no les incumbe.
-Basta, no busco conquistar a sus hijos. Me caen bien, son niños a los que su padre les niega afecto y me siento bien pasando tiempo con ellos.
-Entonces si te estás acostando con la madre y jugas a ser el papá.
-Estamos intentando llevar una relación pero sus hijos no entran en la ecuación y basta que no necesito más comentarios maliciosos.
- No se trata de malicia Leo, no nos gustaría que tu juventud te juegue en contra, ella ya ha vivido mucho y vas a salir lastimado.
-Ademas si es tan fría y calculadora como dice mamá...
- Es que no entienden nada, su frialdad es una fachada para el mundo, cuando la conoces un poco te das cuenta que tiene un corazón enorme y ha sufrido mucho, tal vez salga lastimado o ella pero quiero intentarlo.
-Okey primito, no nos metemos. Si necesitas algo decinos.
Me voy a trabajar con un sabor agridulce en la boca, los comentarios de mis primos y las dudas que ya tenía, me hacen caer una y otra vez en la misma encrucijada, me repito que quiero intentarlo para tranquilizar un poco mis ideas cruzadas.
El transporte público, como es de esperarse se demora, por suerte siempre salgo con más de veinte minutos de ventaja y llego a mi puesto cinco minutos antes de mí horario de ingreso. Me asomo a la oficina de Isabel para hacerle saber que llegue, está de espalda a la puerta hablando por teléfono.
-... después del mediodía, si mejor... quedamos a esa hora... donde siempre... claro que te he extrañado... si Diego, nos vemos.- escucho sólo lo que ella habla, estoy intrigado y muy celoso. ¿Diego? ¿Quien carjos es Diego? ¿siempre está rodeada de hombres? ¿No puede tener amigas como cualquier chica?
Se da la vuelta y me ve, luce tranquila, sin culpa.
-Buen día Leo. ¿Como estas? ¿Descansaste?
- Yo... yo no quería... escuchar, venía a avisarte que llegué.- No puedo explicar porque reacciono de este modo pero oir esa conversación un tanto íntima me descoloca.
- No pasa nada. ¿Me vas a saludar o seguís enojado?
-Buen día. ¿Estas bien? Isa ¿quien es Diego?- la curiosidad me puede y la pregunta sale de mí boca antes de poder detenerla.
-El marido de mi prima. ¿Qué pasa?
-Perdón, es que no sé, no debí escuchar, parecía una charla íntima yy...
- No debería explicarte nada, sobretodo porque me aplicaste ley de hielo toda la tarde y noche de ayer. Estaba hablando con Lucrecia, mi prima que está de visita por unos días, y su marido me está ayudando con un asunto por lo que nos reuniremos en la tarde. ¿satisfecha tu curiosidad?
-Sisi perdón, no debí escuchar ni preguntar, perdón. Pensé mal.
- Ya veo, es fácil pensar mal.- Me siento tonto por haber desconfiado y anhelo tenerla cerca, aspirar su aroma. Me acerco y beso su mejilla con ternura.
- ¿perdonas a este idiota y orgulloso que no sabe cómo retractarse?- la aprisiono contra mi cuerpo y dejo otro beso más cerca de su labio superior.- Me dio celos que dijeras que extrañas al tal Diego y no me pude controlar, quisiera que me extrañes sólo a mí.
-Escuchar conversaciones ajenas no está bien. Es mala educación y desvirtúa los hechos. Le dije te extraño a mi prima y luego respondí un comentario de su esposo. ¿Se entendió? Y con lo que te extrañe ayer teniendote tan cerca pero ignorandome me basta para muchos días.
-¿De verdad me extrañaste Isa?- la conversación es rara pero por alguna inexplicable razón me siento feliz.
-Claro que sí, sé que quedamos en no decirle nada a los niños pero esperaba alguna sonrisa o un beso robado en algún momento de distracción o de despedida. Me devané la cabeza pensando como romper la barrera que impusiste pero parecía inquebrantable.
- Lo siento, no es frecuente que me enoje pero si lo hago no encuentro vía de escape, es más creo que ayer me quedé para que notes mi enfado.
-Que retorcido señor Emer.- su tono sarcástico y su risa tan hermosa me hacen caer en la tentación de abrazarla y besar sus labios con ímpetu. En medio del beso el ruido de la puerta abriéndose nos sobresalta a ambos, nos separamos un poco.
-Hol...- al percibir la escena la mujer se detiene.- ay perdón Isabel, lamento ser inoportuna, disculpa.
-Hola tía, no te preocupes. Es raro verte en mi oficina ¿Sucedió algo?
-Ay no es nada, sólo...- interrumpe sus palabras y me mira, Isa tiene mi mano entrelazada con la suya, intento retirarme pero niega con la cabeza.
-Tía, Leonardo es de mi confianza, dime.
-Bien, venía a ver cómo estás, como fue tu viaje.
-Todo bien tía, este año lo llevo un poco mejor.
-Disculpen, mejor me retiro y hablan tranquilas.- pretendo hacerlo pero no lo permiten.