Seducido por la Jefa

Capítulo 43

-Ya lo sé todo. Cuanto has crecido, ahora sabes guardar secretos.- Ataco con ironía a mi hermana nada más verla aparecer por la puerta, aunque no tengo fundamentos sólidos porque es exagerada pero siempre ha sido una buena confidente. 

Después de que Isabel se fuera, me di un baño y me preparé para salir. No tolero continuar acá, tampoco sé donde terminaré, solo quiero estar en otro lugar e intentar desconectarme del mundo. Considerando que mi hija está en buenas manos con sus madrinas opté por tomar un poco de aire alejado de todos. Justo cuando iba saliendo choque con la traidora, o más leal amiga. Depende quien y desde donde se mire.

-Leonardo no seas insolente, sigo siendo tu hermana mayor.- Me reprende seria, obvio que ya está al tanto de lo acontecido.- Y si, sé guardar secretos. No me corresponde a mí andar divulgando la vida privada ni de uno ni de otro, vos sos mi hermano y ella mi amiga.- Declara con una madurez que no había detectado antes en ella.

- Por orden de antigüedad me lo debías.- Reclamo dolido, egoistamente pretendía que corriera a contarme cualquier cosa que supiera sólo por ser hermanos.

- No, a ninguno en realidad. ¿A caso le conté a ella que habías sido padre? ¿Le dije que tu novia falleció en el parto? No y no.- Se responde a si misma y se toma una breve pausa para continuar.- Son dos adultos que tenían que solucionar sus temas solitos, a los dos les aconseje que hablarán pero son uno más obstinado que el otro. ¿O no te acordas la cantidad de veces que te dije que tenían que hablar como personas civilizadas?- Claro que sí pero no lo reconoceré frente a ella, el orgullo ante todo.

-Como sea.- Le resto importancia.- Ya sé en quien no confiar ciegamente.

-Sos tan idiota.- Refuta, se está conteniendo de mandarme a la mierda y en verdad no estoy tan enojado con ella sólo aprovecho a molestarla y descargar un poco de ira.- Venía para ver cómo estás y de paso pedirte permiso.- La miro interrogante y continúa.- Fuimos a dejar a los mellizos y pasó lo inevitable. No hubo forma de sacar a Lule, acordamos cenar juntos y hacer una pijamada con las chicas y los enanos.

- Es raro que me pidas permiso para hacer algo con tus amigas.- Digo haciéndome el desentendido.

-Ah no pero si lo tuyo es de psiquiátrico, te pido permiso para que Eluney se quede con nosotras en casa de Isabel, tonto.- Ya se le está yendo la paciencia al carajo.

-¿Leila e Isabel en la misma habitación? Eso si es inaudito.- Reflexiono.- A Lule te iba a pedir que la cuides está noche, no soy el más indicado para ella hoy.

-Listo, entonces ya sabes donde estaremos.- Hace un pequeño festejo, besa mi mejilla y se adentra aún hablando.- Buscaré nuestras cosas y me voy. Edgardo vuelve en la madrugada o tal vez se vaya a lo de Fran. Se reunirá con unos amigos y quizás se vayan de fiesta.

- No me molesta que venga, después de todo le debo que haya sido el único que me reveló una verdad que todos sabían menos yo.- Si, estoy siendo más estúpido de lo habitual, creo que actuo así para no romper en llanto y demostrar lo patético que soy.

-Leo...- Escucho que vuelve hasta pararse frente a mí.- Lamento mucho lo de Loana, sé que sos el mejor papá que le podría tocar así como lo sos para mis otros sobrinos.

-Gracias Di. Sé que pareceré un loco después de todo lo que te dije hace un rato pero esto si es lo que pienso. Me duele lo que sucedió y ser el último en enterarme pero te agradezco que seas todo lo adulta que no he sido yo, que hayas estado para Isa y los mellizos mientras yo me lamia las heridas sin ver cuanto sufrían ellos.

-Si lo hago es porque los amo, a vos, a Lule, los mellis y también aprecio mucho a Isa. Es una mujer que vale todo el oro del mundo. Oli también se ganó un lugar en mi corazón pero no pude tratarla tanto y bueno. Eso. Si querés hablar o lo que sea ya sabes.- Dice y corre hacia las habitaciones, supongo que en busca de lo que necesitan para pasar la noche fuera. 

Nuestros padres nos inculcaron con el ejemplo que siempre es mejor exteriorizar las emociones pero hay cosas que como buenos hermanos las sacamos peleando y los sentimentalismos no son la manera más usual entre nosotros.

Tomo un juego de llaves, me aseguro de haber cargado la billetera y el celular, y salgo colocandome una chaqueta de cuero sobre el suéter de lana. El invierno ya invadió la ciudad y es notorio el frío que me cala apenas pongo un pie fuera del edificio.

Podría haber salido en el auto, pero al no definir mi rumbo opté por caminar. Después de todo, el barrio en que resido es agradable y con una vida nocturna agitada para tratarse de un jueves. Además es mejor que no me aleje tanto, la salida puede no terminar muy bien.

Camino sin rumbo viendo a los jóvenes inmersos en sus alegres preparativos para disfrutar de una noche alocada, o eso supongo por lo entusiastas que lucen. Hubo un tiempo en que fui como ellos, no me preocupaba llegar al trabajo amanecido y con resaca, sólo quería ir de fiesta, estar con mis amigos. Eso era antes, cuando no tenía ninguna preocupación más que algún desamor, cuando todavía creía en los finales felices, cuando no lidiaba con las consecuencias de mis pésimas decisiones.

La dirección errante de mis pasos me ha llevado por un camino que no conduce a ningún lugar en especial, calles que ciertamente he transitado en contadas ocasiones. Sólo hago eso, caminar viendo como el mundo sigue girando, como los transeúntes ignoran la mochila inmensa que cargo sobre mis hombros y como yo ignoro las suyas.

Antes pensé que el destino era cruel, aunque desconocía el alcance de su ironía. Justo frente de mis narices dos pequeñas niñas, quizás un poco mayores que Eluney, caminan inestables sujetas de sus manitos unos pasos por delante de sus padres. El parecido entre ellas es innegable por lo que deduzco que son hermanitas, gemelas supongo. 

Inmediatamente, mi mente proyecta a mis hijas. No serían gemelas, de hecho calculo que serían bastante diferentes físicamente entre sí, considerando que sus madres no comparten parecidos al menos esteticos. Viendolas imagino que se tendrían la una a la otra, que crecerian cercanas y mi corazón se acelera. Definitivamente soy demasiado sentimentalista para mi propio bien.




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