Aparqué en una esquina frente a un parque, bajo un árbol grande. Me saqué el casco y me senté sobre el asiento de la motocicleta para disfrutar del viento repentino.
Los semáforos estuvieron de mi lado, y tengo algo de tiempo antes de volver a la pastelería para almorzar como hacemos todos los sábados que trabajo de corrido.
Llegamos a casa de Lara cerca de las cinco de la mañana luego de nuestra escapada el día anterior, exhaustas y riéndonos como nenas chiquitas. Ni siquiera nos habíamos cambiado o preparado las cosas para dormir. Lara, Lucía y yo caímos en la cama de Lara y Ro se adueñó del sofá individual de su habitación, que por suerte se puede mover para que sea más cómodo.
Lo malo es que me tuve que levantar a las nueve, porque a las diez empezaba a trabajar. Lara ya lo sabía, pero aún así se quejó e intentó detenerme mientras yo atentaba con reunir mi ropa para darme una ducha. Al final me dejó ir, pero cuando salí lista para comer algo e irme, Lara me esperaba con un paquete de galletas en mano, lista para irnos juntas. María ni se inmutó al ver a Lara llegar conmigo, ya conociendo a su sobrina de sobra, y a lo largo de la mañana nuestras amigas nos mandaron mensajes mientras cocinaban, desayunaban, incluso preguntando cosas mientras hablaban de quién sabe qué y tenían una discusión.
Me saqué el pelo de la cara y volví a revisar mi teléfono. Dejando de lado los cinco mensajes sin leer de Ro, me extrañó ver algunos mensajes de Silas.
'Buen día Eva.
Sé que probablemente estés trabajando, pero ¿Podrías llamarme cuando tengas un tiempo libre?
No importa la hora.'
Fruncí el ceño, los mensajes son de hace un minuto, y mientras resolvía llamarlo en ese mismo instante, otro mensaje suyo llegó. No lo leí, simplemente lo llamé y me llevé el teléfono a la oreja.
— Creí que estabas trabajando. — fue lo primero que me dijo, le oí moviéndose en donde sea que estuviera.
— Ya terminé las pocas entregas de la mañana y se acerca mi descanso para almorzar — le expliqué, recordando que ya van a ser la una de la tarde. —, ¿Por qué querías que te llamara?
La pregunta es pura cortesía, porque ya sé por qué quiere hablarme. Me pasé un poco con mi alcohol ayer, a pesar de que no tomé mucho mi límite es bajo, pero no tomé lo suficiente como para olvidar lo que pasó ni lo que él me dijo. Estoy segura de que para él es igual.
— Estoy por entrar en descanso también — evadió mi pregunta sin inmutarse. —, ¿Y si almorzamos juntos?
...
Desde mi lugar en una banca del pequeño parque, con la motocicleta a mi lado, vi a Silas bajarse de su auto y acercarse a mí. Su camisa blanca está arremangada a la altura de sus codos, y sus pantalones son oscuros. Notando su vestimenta ahora, me doy cuenta de que ni siquiera sé qué llevaba puesto ayer... Sólo recuerdo su rostro.
Se paró no muy lejos de mí, pero no me dijo nada mientras juego con mis manos y le sonrío.
Le vi morderse el labio antes de hablar. — ¿Te gustaría ir a alguna parte para comer?
— No tengo hambre — me negué.
Lara se había mostrado algo decepcionada de que no estuviera en la pastelería para su primer sábado trabajando de corrido, pero me instó a contarle cómo había ido todo cuando volviera. La noche anterior le había contado a ella y a mis amigas lo que había pasado mientras volvíamos en el auto, y Ro fue la primera en insistirme con que dejara de jugar y tomara una decisión de una buena vez.
O doy el salto y le pregunto a Silas si todavía puedo aceptar esa cita, o lo rechazo ahora mismo de una buena vez y comienzo a ponerle un alto a sus pequeños comentarios fugaces.
Me decidí por la primera opción, pero eso no me ponía menos nerviosa.
— Yo tampoco — me contestó.
Miré a mi alrededor, un grupo de niños juegan en una zona del parque con troncos y algunas hamacas, el resto son sólo un pequeño parque de flores y algunos árboles. Mucho más pequeño y simple que el que está cerca de mi casa, en el cual conocí a Leo.
Silas se sentó en la otra punta de la banca, y con una sola mirada pude notar que está tenso. Le escuché suspirar nerviosamente mientras apoyaba los codos en sus rodillas y se revolvía el pelo.
— Quería disculparme — Habló tan rápido que tardé un poco en procesar lo que me dijo. —, por lo que pasó ayer...
— ¿Por qué?
Se volteó a verme. — Eva, lo que dije estuvo fuera de lugar, y lo que hice también — se incorporó un poco en su lugar. —. No tenía por qué acercarme, vos saliste con tus amigos, yo con los míos, y yo no tenía por qué hacer nada, mucho menos decirte, bueno, eso. Me di cuenta enseguida que habías tomado, y tendría que haberte dicho 'hola' y volver con mis propios amigos, no bailar ni dejar que vos, bueno, ya sabes.
Movió sus manos y me observó desesperado. Asentí, diciéndole que entendía lo que quería decir.
— Lo que dije estuvo fuera de lugar y es estúpido, y no quiero que te sientas incómoda conmigo ni nada — insistió. Quise hablar, decirle algo, pero levantó su mano y me detuvo. —. Vos ya me dejaste en claro que no querés nada conmigo en el sentido que a mí me gustaría y te juro que respeto eso, ¿Sí? No volveré a hacer nada parecido, no sé en qué estaba pensando, pero prometo que no va a volver a pasar.