Observo las luces trasera del auto de Anna cuando se va y entro a mi edificio pensando en esta noche, sin estar claro del todo acerca de cómo quedamos Anna y yo.
Sé que la noticia de mi compromiso no le sentó nada bien, ella trató e disimular su malestar poniendo la excusa de que la comida le cayó mal y aunque no le creí quise darle esa salida.
Le seguí la corriente porque no quiero que esta pequeña semilla que revivimos esta noche se pudriera. De algún modo presentía que si presionaba y le hacía admitir que su malestar era por la noticia que le di y no por la comida, las cosas se volverían raras e incómodas y con nosotros apenas volviendo a hablar, empezando a conocernos de nuevo y tratando de recuperar lo que teníamos... no quería que se fuera a la basura, así que no la presioné y fingí como sé que ella lo hizo.
Anna parece olvidar que sé cuando miente, pienso.
Y es que conozco cada gesto, cada mirada y caAnnada suspiro de ella. Es cierto que ha cambiado en estos años, pero hay cosas que no cambian con el paso del tiempo y a pesar de que Anna ya no es aquella muchacha risueña, tímida y optimista que recordaba, todavía sigue siendo ella misma, tal vez un poco más dura y con una capa de aspereza e inseguridad hacia las personas, pero eso no quita que esta noche descubrí que dentro de ella todavía existe la que fue mi mejor amiga.
–¿Todo bien, joven? _Pregunta Don Hernán cuando me abre la puerta.
–Si, Don Hernán. Me voy a ir a dormir, que pase buena noche. _Me despido rápidamente.
–Igualmente, joven. _Él me sonríe con su característico buen humor. Le devuelvo la sonrisa y me dirijo al ascensor.
Cuando estoy en mi departamento veo las tazas donde bebimos chocolate, ahora vacías, las recojo para llevarlas al fregadero y lavarlas.
Me gusta tener todo ordenado y limpio, no me obsesiono tanto por la limpieza ni nada de eso, solo me gusta que las cosas estén en orden para que a la hora de limpiar sea más fácil.
Mientras enjabono las tazas meticulosamente, empiezo a recordar la velada lo que me lleva a pensar en el final de esta, la llamada de Wendolyn y sus gritos... sé que cualquiera se enojaría al saber que hay una mujer en el departamento de su pareja, pero eso no quita el que ella ni siquiera me dejó que le explicara la situación, solo se alteró y gritó cuanta cosa se le pasó por la cabeza sin considerar que yo tenía que darle mi versión.
Esa es la parte de Wendolyn que no me gusta, sus celos... se vuelve errática e incontrolable cuando se pone celosa. No piensa las cosas antes de actuar o hablar y eso me enoja mucho.
Siempre le he demostrado que puede confiar en mi, que soy una persona fiel, que jamás la traicionaría de esa manera. Cuando hablamos de esto, hace mucho tiempo, yo le aclaré que no soy de los que les gusta ser infiel pues no busco solo placer en una relación, si no que busco apoyo, compañerismo, compañía y amor, quiero a alguien en quien pueda confiar. Ella me dijo que buscaba lo mismo y la mayoría de lo que yo buscaba lo he encontrado con ella, sí, pero siempre he sentido que le falta ese algo y ese vacío es peor cuando ella actúa de esa manera, por impulso.
A pesar de todo eso la respeto y por eso decido llamarla a primera hora, cuando ya esté un poco más calmada y así le aclararé las cosas.
Termino de enjuagar las tazas y me voy a mi habitación. Rápidamente me desvisto hasta quedar en bóxer para luego meterme a la cama. Decido encender el celular y poner la alarma para levantarme e ir a trabajar.
Rápidamente la programo para las siete de la mañana y reviso mis redes sociales por unos diez minutos, aceptando solicitudes de amistad, compartiendo imágenes, y comentando fotos de mis amigos y familiares.
Con curiosidad busco a Anna, pero sigue sin aparecer algún perfil suyo. Extrañado pienso que es raro que no tenga una cuenta. Quizás aparece con algún seudónimo y si es así, es poco probable que la encuentre. Mejor cuando vuelva a hablar con ella le preguntaré al respecto para así agregarla a mis amigos.
Con un bostezo enorme me salgo de la aplicación y bloqueo el móvil para luego colocarlo en la mesita de noche. Me acomodo hasta estar completamente a gusto bajo las sábanas y sin darme cuenta del momento preciso, me quedo dormido.
Beep, beep, beep, beep, beep, beep, beep, beep...
Cuando no soporto más el sonido de la alarma, extiendo el brazo y tomo el celular para detener el ruido tan molesto y estridente.
Me estiro todo lo que puedo para que se me quite un poco la pereza y bostezando continuamente me levanto para ir al baño y descargar la vejiga. Cuando termino me lavo las manos y los dientes viéndome en el espejo. Después me dirijo a la cocina para prepararme café y así despertarme un poco más.
Pongo la cafetera en marcha y me dirijo a la puerta para recoger el periódico que diariamente dejan en mi puerta.
Me siento en una de las sillas de la isla en la cocina con mi café con leche listo mientras abro el periódico para ojearlo.
Normalmente desayuno en la oficina ya que no me da apetito hasta que llevo al menos unas dos horas despierto, al menos en San Francisco así era y al parecer aquí tomaré la misma rutina.
Termino mi café y dejo el vaso en el fregadero, lo lavaré luego.
Me encamino hacia mi habitación específicamente al baño y me quito el bóxer para ducharme.
Cuando estoy vestido con una camisa manga larga blanca de botones, pantalón de vestir negro y zapatillas negras, me rocío un poco de colonia y tomo lo necesario para salir en búsqueda de un auto sin tener ninguna idea de por donde empezar.
Una idea se me ocurre y rápidamente la pongo en marcha. Llamo a Anna para saber si puede acompañarme ya que ella lleva bastante tiempo viviendo aquí, probablemente sepa de algún lugar.
Llamando a Anna 🐭...
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Editado: 19.10.2021