Ritsu Onodera. Veintisiete años. Editor del Departamento de manga Shoujo Emerald, de la editorial Marukawa. El cómo llegue a parar aquí y a encontrarme con el que fue mi primer y único amor de juventud es otra historia… aunque seguramente es conocida. Lo cierto es que, a pesar de mis resistencias y reservas, empiezo a darme cuenta de que lo que siento por Takano podría ser… ¿Eh? ¿Pero que estoy diciendo? ¡De ninguna manera! ¿Acaso espera que reconozca algo así? Debo estar perdiendo la cabeza…
Aquel era un día más en mi vida. Un día de trabajo, idas y venidas, documentos, encuestas y manuscritos que revisar. Un día cualquiera de no ser porque ese día y para mi alivio… pude salir del trabajo excepcionalmente temprano. Ni siquiera eran aún las cuatro de la tarde. Así que, cuando miré el reloj, se me ocurrió que no me apetecía volver a mi apartamento aún. Después de varios días en los que seguía comiendo a deshoras y de malas maneras, me apeteció ir a comer a un restaurante. Y en cuanto vi el menú que colgaba del marco de la puerta, no pude resistirme. Todo estuvo exquisito, incluso me recordó al tiempo en que vivía en casa de mis padres, con un servicio tan atento y dedicado. Quizá fue algo caro, pero hacía tiempo que no me relajaba de esa forma. Así que sin duda alguna, lo disfruté.
Lo mejor fue que cuando salí, todavía era muy temprano. No estaba acostumbrado a tener tanto tiempo libre, así que aproveché para dar una vuelta por aquel parque. Aquel que tantas veces había observado de paso y que me parecía tan bello. Los cerezos aun no estaban en flor, pero debía faltarles bien poco. Aun así, el verde de las plantas, el fluir del agua y todo lo que acompañaba a aquel estimulante paseo fueron algo tan insólito que mi mente enseguida empezó a traicionarme, como de costumbre…
No sé por qué me engaño… la pesadilla volverá a empezar mañana. Los plazos cada vez se acortan más y la fecha límite acecha una vez más, amenazante. Pero bueno, no me quejo… Al fin y al cabo, tengo un trabajo y las cosas últimamente van algo mejor con Takano. Aún no hemos hablado en serio sobre lo que sea que tengamos… y sobre todo… ¡Un momento! ¡¡¿¿Por qué tengo que pensar en Takano ahora??!!
En ese momento, como si me hubiera leído el pensamiento, sonó mi teléfono. Un poco molesto, busqué en mi bolsillo y cuando miré la pantalla, decía "Takano-san". Suspirando y esperándome lo peor, contesté la llamada.
— ¿¡Acaso espías también mis pensamientos!? — Respondí irritado.
— ¡Ah! ¿Así que estabas pensando en mí...? — Contestó con su habitual altanería.
— ¡¡No he dicho eso idiota!!
— ¿Que estás haciendo?
— ¿Qué te importa? Ya terminé el trabajo por hoy.
— Qué molesto… — Suspiró — ¿No puedes contestar y ya está?
— Estoy dando un paseo. ¿Algo más?
— ¿Con quién? ¿Cuándo vuelves? ¿Ya comiste?
— Estoy sólo, ya comí y… — Me detuve — ¡Ey, un momento! ¡¡NO ME INTERROGUES!!
— Entonces estás haciendo el vago… Así que vuelve a la oficina.
— ¿Qué?
— Necesito que recojas unos papeles muy importantes y no puedo esperar.
— Pe-pero, estoy muy lejos, en la otra punta de la ciudad, y además ya acabé por hoy y…
— ¡Onodera! — Interrumpió — Es una orden.
Ni siquiera pude responder a eso cuando ya había colgado el teléfono… Definitivamente voy a asesinarlo… disolveré sus restos en ácido y así nadie se dará cuenta… Si lo hago en su piso nadie sospechará del vecino… ¡buahahahahaha!
Pero al final, por más que fantaseé con descuartizarlo y que le escribí varios mensajes de texto, no me quedó otra que regresar a la oficina. Tal y como pensaba, mi día libre no fue más que un espejismo. Tardé aproximadamente una hora y media en llegar hasta la oficina desde donde estaba. Tuve que tomar un metro y dos trenes… Incluso el sol ya casi había desaparecido y todo empezaba a oscurecerse poco a poco a medida que me iba acercando a la Editorial. No puedo creer que me hiciera regresar… es extremadamente odioso…
Llegué al edificio de Marukawa tan tarde que tuve que acceder por la puerta trasera. Nunca había accedido por allí, por lo que incluso tuve que buscarla. De hecho, aunque había aparcado cerca de allí en el auto de Takano, siempre habíamos tenido que dar la vuelta hasta el acceso principal, porque esa puerta trasera solo era accesible cuando el edificio estaba cerrado. Todo estaba ya oscuro, y las pocas luces que se veían en el edificio dejaban entrever los pocos automóviles que estaban en el estacionamiento. La mayor parte de mis compañeros ya debían haber vuelto a casa, y sin embargo allí estaba yo… de vuelta tras un fracaso de día libre… acordándome de Takano y de todos sus ancestros…
A toda prisa, a riesgo de que la oficina ya hubiera cerrado, doblé la esquina del edificio hasta el acceso donde estaban las escaleras. Pero entonces algo me sorprendió. Alguien estaba allí, en el camino. Dos personas apoyadas contra la pared, sin percatarse de mi presencia. Me pareció que era Kisa. Y justo cuando levanté la mano para saludarle… ¿Eh? ¿Kisa está besando a ese chico?
No pude hacer nada en ese momento. Me quedé congelado observando atónito la escena. En cuanto se separaron, ambos miraron hacía mí y se sobresaltaron. Era evidente que no esperaban ser descubiertos, y tampoco yo esperaba encontrarlos así. El chico se despidió de Kisa y salió corriendo a toda prisa por mi lado, sin que yo supiera muy bien que decir. Kisa, que siempre me había parecido seguro de sí mismo, se había quedado blanco. Muy despacio me fui acercando sin saber muy bien que decirle.