Ya hacía un buen rato que Yokozawa se había marchado y yo no podía dejar de observar a Takano en silencio. Verle así, sin saber si quiera si iba a volver a sostener su mirada o sentir sus caricias me estaba destrozando. Incapaz de contener más tiempo la presión, acabé por romper el llanto que intentaba contener desde que le vi. Acariciando su mano, no podía quitarme de la cabeza las palabras de Yokozawa… Yo soy su familia…
— Por favor… no me dejes. — Le supliqué a Takano —. Tengo tantas cosas que decirte aún…
En aquel momento, mientras mis lagrimas caían por mis mejillas sin control, la puerta de la habitación se abrió de pronto. Se trataba de Kisa, así que inmediatamente solté a Takano y me limpié las lágrimas como pude, intentando disimular y mirando hacia otro lado para que no viera mis ojos.
— Hola Ricchan. ¿Cómo está? — Preguntó Kisa.
— No muy bien, parece… aunque los doctores no han dicho nada todavía.
— Ya veo…
No fui capaz de decir mucho más. Era muy probable que Kisa me hubiera visto tomarle de la mano y llorar, pero en aquel momento no tenía fuerzas para inventarme ninguna excusa o intentar cambiar de tema. Sin embargo, él se acercó a mí, me puso la mano en el hombro y me dijo:
— Está bien. No tienes que esconderte.
— ¿Eh?
— Puedes tomarle de la mano. — Respondió — Ya lo sé.
— ¿Qué?
— Bueno, creo que ya lo viste hoy… el que haya algo entre dos chicos no resulta algo nuevo para mí… así que lo que tienen ustedes es evidente para mí.
— Ri-Ritsu… — Volvió a murmurar Takano.
En aquel momento le agarré de la mano involuntariamente. Simplemente fue la respuesta que mi cuerpo dio a la llamada de Takano, dejándome por completo en evidencia delante de Kisa.
— Su-supongo… que ya no tiene caso negarlo ¿no? — Pregunté.
— No…
— ¿Hace cuánto que lo sabes?
— No lo sé… creo que un tiempo. — Contestó Kisa, mirando a Takano — He trabajado con Takano-san muchos años y le conozco bien. Como no dijeron nada, los respeté. Es mi jefe y tú mi compañero. No es asunto mío después de todo…
— Entonces… ese chico… el de antes…
— Sí… Yukina — Precisó —. Es mi novio. Hace unos meses que vivimos juntos.
— Y… ¿Cómo?
— ¿Cómo qué?
— ¿Cómo lo hacen? Es… ¿Es posible?
— ¿A qué te refieres? — Se extrañó él.
— Ambos son hombres adultos, y aun así tienen una relación y viven juntos… ¿es posible que eso funcione?
— ¿Y por qué no iba a serlo?
— Hay muchas complicaciones… — Le expliqué, sin saber muy bien cómo podía yo estar hablando de algo así con otra persona.
Eran todas y cada una de las cosas que a mí me preocupaban cuando pensaba en un futuro junto a Takano. Todas las que diferenciaban nuestra vida actual con aquella inocencia de la escuela: Nuestro entorno, nuestro trabajo, el ser adultos ahora, las responsabilidades...
— Te pregunto yo — Respondió Kisa — ¿Tú eres feliz cuando estás con Takano-san?
— Yo… esto… sí…
— Entonces, ¿importa algo más?
— Supongo que no pero… me asusta… — Confesé.
— ¿Sabes? Antes de conocer a Yukina pensaba que nunca iba a vivir un romance de verdad. Que eso no era para mí. Tuve muchas relaciones esporádicas y vacías, pero ninguna de verdad hasta que apareció él.
— No sé si lo entiendo aún…
— La razón por la que te cuento esto — Continuó él — es porque trabajo contigo. Sé como interpretas cada escena romántica de nuestros mangas y cómo intentas encontrar una explicación racional a todo. Por eso sé que ahora mismo tratas de entenderte a ti mismo sin éxito.
— Así es…
— No conozco vuestra historia ni sé lo que tenéis, pero te diré algo. Si el amor pudiera explicarse de forma racional... no sería el sentimiento más fuerte de todos.
En aquel momento, tras oír esas palabras de boca de Kisa, me di cuenta al fin de que llevaba demasiado tiempo intentando engañarme a mí mismo… Durante más de diez años intenté levantar cuantas barreras pude para convencerme de que todo lo que viví con Takano en el pasado estuvo mal. Tratando de convencerme de que amar a alguien no era correcto para mí. Pero desde que volvimos a encontrarnos, él fue derribando una a una todas esas barreras. Es más, incluso en aquel momento, un Takano al borde de la muerte, era capaz de seguir superando todas y cada una de ellas.
Kisa y yo estuvimos un rato en silencio. Yo seguía mirando a Takano a cada segundo, sintiendo como cada uno de mis pensamientos iban encajando perfectamente en mi cabeza después de tanto tiempo. Dejándome llevar por una sensación nueva, de paz conmigo mismo. Hay tanto que quiero decirte. Ahora estoy preparado. Por favor, dame la oportunidad de hablarte de nuevo. Necesito que lo escuches… No puedes irte sin decírtelo…
— Ricchan, ¿has cenado? — Preguntó Kisa.
— ¿Eh? No… no me dio tiempo. Recibí la llamada y…
— Bien. Ve entonces. Yo me quedo con él.
— ¡No! — Le interrumpí mientras apretaba un poco la mano de Takano — ¡No me separaré de él!
— No seas idiota. Ya sabes lo que le irrita que no tengas en orden tus comidas. No te preocupes… ve. Yo cuido de él.
— ¿De verdad?
— ¡Vamos, ve!
— De acuerdo. Volveré enseguida.
Me levanté aun un poco indeciso pero aun así tomé mi cartera de la bolsa y me dirigí hacia la puerta mientras Kisa me tomaba el relevo en el asiento. Sin embargo, tras abrir la puerta, me di la vuelta y le dije: