Sekaiichi Hatsukoi - La última barrera [yaoi/bl/gay]

11. Vacío

11. Vacío

Pasaron unos cuantos minutos más mientras esperábamos en aquella sala. Debían ser altas horas de la madrugada y Kirishima se había quedado dormido en su asiento. No podía culparlo… al fin y al cabo, tanto él como Yokozawa habían tenido un día de trabajo normal, a diferencia de mí. Mi llamada sin duda habría interrumpido su descanso tras toda la jornada.

Cuando Yokozawa se percató de que Kirishima dormía, se levantó a hablar con el personal de la sala. Al poco regresó cargando varias mantas. Me ofreció una y colocó otra sobre su asiento. Luego tomó una tercera y cubrió con ella a Kirishima con suma delicadeza. Podía ver el cariño con que le trataba, pareciendo de lo más tierno. Yo no era nada bueno con ese tipo de gestos, pero a él, a pesar de esa imagen que siempre mostró de persona ruda, le salía de lo más natural.

Pasado un rato, llegó al fin el médico, con varios papeles bajo el brazo y muy alterado. Parecía tener mucha prisa, y Kirishima se desveló cuando entró.

— Bien… — Comenzó a decir el Doctor mientras revisaba sus papeles — Por los resultados, Kirishima-san y Yokozawa-san no tienen un grupo sanguíneo compatible…

Sin duda, aquella noticia nos preocupó. Yokozawa maldijo entre dientes mientras el doctor seguía revisando las pruebas.

— Sin embargo… — Continuó el médico — Onodera-san sí lo tiene.

Eso sí me sorprendió. Por fin, tras tantas malas noticias, parecía haber algo bueno.

— ¡Hum! Como no… — Gruñó Yokozawa.
— ¡Vaya! — Añadió Kirishima — Parece que definitivamente ustedes están unidos por el destino.

Eso me hizo sonrojar, así que inmediatamente me apresuré a pedir al doctor que procediera:

— Estoy listo. Hágalo.
— Bueno, no es tan sencillo… — Continuó — Antes que nada, es necesario que sepa que usted es el único donante disponible. Eso significa que necesitaremos bastante aporte por su parte…
— Lo que sea necesario. — Insistí.
— Lo que quiero decir — Siguió el médico — es que esto tiene algunos riesgos. Es muy posible que se den mareos, anemia y pierda el conocimiento.
— ¡No me importa!
— ¡Onodera! — Interrumpió Yokozawa — ¡Escucha al doctor!

Estaba tan ansioso por ayudar a Takano que ni siquiera me importaba el riesgo. Si había algo que yo pudiera hacer, el tiempo apremiaba.

— Onodera-san, debe tener en cuenta esto… — Insistía el doctor — Lo habitual en casos de extracción es no llegar a completar una bolsa entera. En este caso vamos a necesitar más de bolsa y media. Teniendo en cuenta su complexión es mucha sangre…
— Lo entiendo doctor. Hágalo.
— Muy bien. Lo prepararé todo. Túmbese en esa camilla, por favor.

Obedeciendo al doctor, me tumbé en la camilla más cercana y recogí la manga derecha de mi camisa mientras la enfermera preparaba un par de bolsas, unos tubos, agujas y demás material para la extracción.

A mi lado, vi como Yokozawa hacía el intento de levantarse de su asiento para acercarse. Sin embargo, Kirishima le empujó del hombro hacia abajo para impedírselo, causando el enojo de este. Supongo que no quería que volviera a desmayarse por la presencia de las agujas.

Una vez que los instrumentos estuvieron preparados, me desinfectaron el brazo y me colocó la aguja en el pliegue del brazo. Poco a poco, mi sangre empezó a circular por los conductos que conectaban la aguja con las dos bolsas transparentes que colgaban del lateral de la camilla, que fueron llenándose de sangre muy lentamente. Aun no sé nada de Takano-san... espero que esté bien. ¿Por qué mi sangre no puede salir más rápidamente?

No sentí nada especial durante los primeros minutos salvo la ligera presión en el brazo por tener la aguja dentro. Kirishima se había colocado a mi lado, cerca del brazo. Justo en la posición ideal para que Yokozawa no pudiera verme. De hecho, este hacía lo posible para no girar la cabeza hacia mi posición.

— ¿Cómo te sientes? — Preguntó Kirishima.
— Bien. No noto nada especial. — Respondí.
— Aún es pronto. — Intervino la enfermera — Queda aún por extraer.
— ¿Sabe usted algo de Takano-san? — Le pregunté.
— No, lo siento. No estoy al tanto del caso. Sólo me ocupo de esta sala.
— Oh, gracias de todas formas.

A medida que la sangre iba saliendo y que la primera de las bolsas se iba llenando por encima de la mitad empecé a experimentar los primeros mareos. Me sentía un poco desorientado y la habitación empezó a dar vueltas, mientras notaba unas molestias en mi estómago…

— Onodera, ¿estás bien? — Preguntó Kirishima.
— Me siento un poco… mareado…
— Cierre los ojos. — Sugirió la enfermera — Reducirá un poco la sensación de vértigo.

Hice lo que pidió, pero parecía servir de bien poco.

— ¡Yokozawa quieres sentarte! — Oí que ordenaba Kirishima.

Según pasaban los minutos y la sangre salía notaba como mi cuerpo iba pesando más y más. Todos los sonidos empezaron a desvanecerse y, cuando intenté abrir los ojos, todo se veía borroso… Solo podía oír algo, de fondo, como si se oyera desde el fondo de una habitación:

— Onodera, ya casi estamos. Aguanta… aguanta…
— ¿Senpai? ¿Eres tú…? Senpai… no te vayas…




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