Ya llevábamos un rato en la habitación cuando el Doctor volvió a pasar a visitarnos. Parecía bastante cansado, pero aún así seguía esbozando una sonrisa. Cuando entró, los tres pusimos toda nuestra atención a sus palabras.
— Buenos días. — Comenzó a decir — Sé que han tenido una noche muy difícil, de modo que no voy a robarles mucho tiempo.
— No se preocupe, doctor. — Respondí.
— Bien. Como les comenté, la transfusión funcionó y la intervención ha sido un éxito. Sus constantes son ahora estables y la medicación funciona. Pueden ver que la inflamación de sus heridas y contusiones se reduce y, aunque pueda ser prematuro, tal vez despierte cuando pase la anestesia.
— Por fin… — Suspiré.
— No obstante… — Continuó — Deberá permanecer en el hospital un tiempo hasta que podamos darle el alta. Y necesitará algunos cuidados en casa durante algunas semanas.
— No se preocupe, yo me haré cargo. — Contesté.
— Necesita mucho reposo. Nada de trabajo y tranquilidad.
— Por supuesto.
— Y también dieta suave, medicación controla y, por supuesto, nada de tabaco.
— ¡Hum! — Gruñó Yokozawa — Será difícil convencer de eso a Masamune…
— Yo vigilaré que cumpla todas sus órdenes, doctor. — Prometí.
— Bien. — Respondió él — Le pondré todo por escrito mañana. Ahora si me disculpan, debo volver a casa. Mi turno terminó hace una hora…
Efectivamente, el pobre doctor se veía exhausto. Había estado con nosotros durante todo el día y la noche, y sin duda estaría deseando regresar a casa para descansar. Le hice una reverencia y le despedí:
— Muchas gracias por todo, Dr. Nowaki.
— Por nada, Onodera-san. Es mi trabajo — Respondió con su ya habitual sonrisa.
El doctor nos despidió a todos y se marchó. Luego, y no sin esfuerzo, convencí a Yokozawa y Kirishima de que podían regresar a casa para que descansaran. Desde ahí ya podía hacerme cargo yo sólo. Después de todo, ya estaba junto a Takano, y ahora todo marcharía bien. Junto a él.
A pesar de las reticencias de Yokozawa, aceptaron finalmente el retirarse. Aun era temprano, y dadas las circunstancias de seguro Isaka-san no les reprocharía si faltaban al trabajo ese día.
— Llámanos si necesitas cualquier cosa. — Se ofreció Yokozawa, mientras vestía su abrigo — Hablaré con Isaka-san para que organice varias semanas de baja para ti y Masamune.
— Muchas gracias.
— ¡Ah! Y si necesitas ayuda para doblegarle con lo del tabaco o la medicación, avísame.
— Así, lo haré. — Reí.
Despedí también a Kirishima agradeciéndoles por todo y finalmente se marcharon. Luego el silencio y la calma volvió a inundar la habitación. Pero que importaba ya… le tenía allí conmigo. Ya nada podía ir mal.
Me recosté sobre el sillón y, sin saber por qué, me pareció infinitamente más cómodo esa vez. De modo que me acomodé y me quedé dormido tan profundamente como no lo había hecho en mucho tiempo. Al menos más del que recordaba haberlo hecho. Y por supuesto, tomando la mano de Takano.
No sé durante cuanto tiempo estuve dormido, pero cuando desperté ya caía la tarde. Observé a Takano, que aun seguía dormido, y todo parecía estar bien. Más o menos había aprendido a interpretar las indicaciones de los monitores, y podía apreciar que todo estaba estable. Pero más que eso, me lo decía su cara.
En ese momento, mientras me incorporaba vi algo sobre la mesa que llamó mi atención. Era una bandeja de comida, y todavía estaba caliente. Supuse que la habían dejado allí por si Takano despertaba, pero cuando me fijé en la tarjeta, decía:
Cena estándar para la pareja de Takano Masamune, a petición del Dr. Nowaki
El médico había tenido un último y amable gesto conmigo, lo cual agradecí infinitamente. Hacía ya varios días que no comía nada caliente, así que aquello fue como un maravilloso regalo.
Inmediatamente abrí la bandeja, separé los palillos y comencé a comer. No es que estuviera especialmente delicioso, pero después de todo, cualquier cosa así sabía de maravilla.
En aquel momento, Takano volvió a murmurar:
— Ri… Ritsu…
Mi primera reacción, casi instintiva, fue levantarme y comprobar que todo iba bien. Por fortuna, los aparatos no mostraban nada raro, y Takano seguía dormido. De modo que volví a acariciarle y la hablé para tranquilizarle:
— Estoy aquí. Sigo a tu lado.
Eso parecía funcionar, porque su gesto se destensó enseguida y siguió durmiendo plácidamente. De modo que me volví a sentar y terminé lo que me quedaba de cena.
Poco a poco, la actividad de los pasillos volvió a reducirse y atenuaron las luces. Yo había dormido durante prácticamente toda la mañana, de modo que estaba demasiado activo en aquel momento como para volver a dormirme. Sentado allí un poco inquieto, necesitaba hacer algo con que distraerme.
De modo que tomé mi lápiz rojo y los manuscritos que aún tenía pendientes y continué trabajando durante un rato más, perdiendo de nuevo la noción del tiempo.
Sin darme cuenta, había avanzado bastante cuando de pronto noté que Takano volvía a murmurar:
— Ri…Ritsu.
Esa vez continué sentado y concentrado en mis notas, y tan sólo levante la mano para acariciar la suya y tranquilizarle, sin levantar la vista de los manuscritos.
— Tranquilo. — Le respondí — Estoy contigo. No me voy a ir de tu lado.
— Ya veo… — Contestó él.
Rápidamente volví mi mirada hacia él y al fin, ¡Estaba despierto! Mi reacción fue casi inmediata. Me levanté de un salto desparramando por el suelo todos mis papeles y me acerqué a él para tocarle, con cuidado de no hacerle daño.