Los siguientes días pasaron con normalidad, todo parecía marchar bien, pasábamos los días tomando café, paseando por algunos lugares, reuniéndonos para cocinar juntos, lo cotidiano. Sin embargo, ha mediado de septiembre, en Storville azotó unas fuertes lluvias, fue la primera vez que había llovido con esa intensidad. Todos dormíamos plácidamente cuando comenzó, cómo es normal, nadie se tomo la molestia de tomarle atención, eran las 12 de la media noche, y todos sumidos en sus sueños decidieron dejar de lado la lluvia que se creía normal en esa época, y que pronto pasaría; pero a la una de la mañana, ese pequeño chubasco se transformó en una tormenta, un fuerte viento soplaba en mi ventana y esto provocaba que los vidrios vibraran formando un horroroso concierto de ruidos en toda la casa. Los rayos que caían iluminaban todo el pueblo, rayos que causarían algunos incendios considerables, pero el más memorable, sin duda, fue el que cayó en la iglesia de la localidad, la cruz colocada en la torre de la iglesia sirvió de para rayos, ya causa de su longeva y maltratada estructura, la iglesia no tardó en prenderse fuego. A la una de la mañana las personas se acurrucaban todas en una habitación con sus respectivas familias, la mayoría temiendo por la vida de sus hijos, y los niños temiendo lo inexplicable de la situación. Cuando salió el sol, por decirlo de alguna manera, porque no apareció durante ese día, las lluvias continuaban, de una manera mas calmada, pero continuaba el cielo derrumbándose sobre Storville, y las calles empezaron a convertirse en pequeños ríos que en algunas partes resultaba molesto, pero en otras terminaron arrasando con casas y sus bienes. Así pasó otra noche en Storville hasta la mañana siguiente, desconozco el momento exacto en la que las lluvias cesaron, yo me había quedado dormido profundamente esa noche a causa del cansancio de revisar toda la casa en busca de goteras o fugaz, o puntos de acceso de agua, y además de la preocupación de Alice.
Cuando desperté la tormenta había pasado, se notaba en el aire el olor a humedad, un frío recorría toda la casa. Me levanté de la cama y me dispuse rápidamente a cambiarme de ropa, no me di tiempo siquiera para desayunar, salí directo a la puerta de enfrente con la intención de ir a visitar a Alice, cuando salí directo a la puerta de enfrente con la intención de visitar a Alice, cuando abrí la puerta de enfrente, la visión que me ofreció el día fue un Storville totalmente deshecho, comenzando desde mi casa: todas las flores que ahí habían estado se podrían ahora en el fango, era difícil saber dónde estaban las baldosas de la entrada, todo estaba cubierto de basura y tierra mojada. En las casas, todas en general, se podían apreciar ramas, insectos y en algunas, aves muertas, causando así una visión post-apocalíptica del pueblo. Fue ahí, de camino a casa de Alice que noté los daños en la iglesia, sentí pena, pues, quiérase o no, lo que siempre ha mantenido unido a las pequeñas masas es la fe, y ahora ese templo destruido tan solo representaba la frágil alma de los habitantes de esa comunidad. Al llegar a casa de Alice pude considerar los daños provocados por la tormenta, al ser una casa vieja donde vivía los daños eran considerables, comenzando con la ausencia de la puerta de en frente, vidrios rotos, un jardín inundado. Me aproximé y entré en la casa
- ¿Alice?, ¿estás acá? – un silencio fue la respuesta, mi temor era grande, dentro de la casa las goteras y rajaduras eran notorias, el estuco de las paredes se caía por la humedad, el piso, si bien no estaba todo inundado, evitaba una entrada silenciosa a causa del gran charco de agua, me dirigí lentamente ahí. Luego de pasar por entre algunos cuadros en el suelo y algunas prendas de vestir pude entrar a la habitación, cuya puerta se encontraba entre abierta; en la cama y acurrucada, abrazada a sus íes estaba Alice, lloraba desconsoladamente
- ¿Alice?, ¿estás bien? – apenas terminé de preguntar Alice dio un brinco de su cama, sin importar que estuviera en pijama y sin sandalias, mojándose los pies saltó a mi cuello y me abrazó, sentía como mi corazón palpitaba de manera estremecedora, por una parte, me intrigaba y me agobiaba el haberla encontrado llorando y en esa posición, pero, por otra parte, me sentía realmente feliz de que ella estuviera bien.
- Estaba muy asustada, temía que algo te pudiese haber pasado
- ¿Por una simple tormenta?, exageras mujer - ¿exageraba?, que absurda fue esa respuesta en mi mente, yo también temía por ella – estoy bien, y tú también, ¿no me digas que llorabas por eso?
- No, bueno si, pero… mi casa, Timmy, todo lo que me costó trabajo construir, todo aquello por lo que trabajé, ahora se pudre en el agua, Dios me odia, ¿verdad?
Editado: 26.11.2018