La siguiente etapa de la travesía llevó a Seraphina, Aliara y Drakon al temido Bosque Oscuro, un lugar donde la oscuridad parecía tener vida propia. Árboles retorcidos bloqueaban la luz de las tres lunas, y sombras acechaban entre las ramas como criaturas invisibles. Se aventuraron entre los árboles, donde la densa niebla dificultaba la visión y los susurros de la oscuridad se entrelazaban con el viento.
Seraphina, mirando a su alrededor con cautela, rompió el silencio: "Este bosque es diferente, está impregnado de una magia oscura. Debemos ser precavidos".
Aliara, sosteniendo su lira con firmeza, agregó: "Mis melodías siempre han disipado la oscuridad. Permíteme intentarlo aquí también".
Mientras Aliara comenzaba a tocar una melodía suave y esperanzadora, las sombras parecían retirarse, creando un espacio de luz alrededor del trío. Sin embargo, no pasó mucho tiempo antes de que una figura encapuchada emergiera de la oscuridad. Era Nyx, un espíritu del bosque oscuro, conocedor de todos los secretos que yacían en las sombras.
Nyx se dirigió a Seraphina con una voz susurrante: "He sentido vuestra presencia, viajeros. El Bosque Oscuro no concede su paso fácilmente. ¿Qué asuntos os traen a este reino sombrío?".
Seraphina, mostrando respeto, respondió: "Buscamos la Fuente de las Estrellas para cambiar el destino de Selenia. ¿Conoces el camino a través de este bosque?"
Nyx, con ojos centelleantes, sonrió y dijo: "La Fuente de las Estrellas, un deseo profundo. Pero el bosque no revela sus secretos fácilmente. Deberán enfrentar pruebas y descubrir la verdad por sí mismos".
Drakon, con una mirada decidida, añadió: "Estamos preparados para lo que sea necesario. Guíanos, Nyx".
El Bosque Oscuro, bajo la guía de Nyx, se convirtió en un laberinto de sombras y misterios. Mientras avanzaban, Nyx les advirtió: "Las pruebas que enfrentarán aquí son desafíos de la mente y el corazón. Presten atención a cada detalle, pues la verdad a menudo se esconde en las sombras".
Se adentraron en una espesura donde las sombras se retorcían como serpientes danzarinas. De repente, una voz resonó en la oscuridad: "¿Quién se aventura en mi reino?". Era una esfinge sombría que emergió de la penumbra, con ojos brillantes que desafiaban a cualquier intruso.
Drakon, con valentía, respondió: "Somos viajeros en busca de la Fuente de las Estrellas. ¿Puedes guiarnos, noble esfinge?"
La esfinge sonrió maliciosamente y propuso una adivinanza: "En el día lo verás, pero en la noche se esconde. Es más poderoso que los dioses y más malicioso que las sombras. ¿Qué es?"
Seraphina, pensativa, respondió: "Es la verdad".
La esfinge asintió y se desvaneció en la oscuridad, dejando paso a un túnel iluminado por luces parpadeantes. Nyx comentó: "Bien hecho. La verdad a menudo es la luz que guía a través de la oscuridad".
Continuaron su camino, enfrentándose a un río de sombras que susurraba secretos olvidados. Una figura etérea se materializó, revelando ser un espíritu de recuerdos perdidos. "Para avanzar, deben recordar lo que han olvidado", dijo con voz melancólica.
Aliara, cerrando los ojos, dejó que las melodías de su lira evocaran recuerdos de la infancia de Seraphina y las canciones que resonaban en los bosques de Selenia. A medida que la música llenaba el aire, las sombras del río se alzaron, revelando un puente hacia la siguiente parte del bosque.
"El pasado es un puente hacia el futuro", señaló Nyx. "Cada recuerdo es una piedra en ese puente".
La última prueba los llevó a una glade donde las sombras tomaban formas caprichosas. Un eco susurrante llenó el aire: "Solo aquellos que se conocen a sí mismos pueden desentrañar las sombras que los rodean".