Selva De asfalto

4/ No duermes

Dayanne, no conseguía divertirse con algo que no la deprimiera. El Internet y la televisión cansaban su mente. Hace tiempo que no disfrutaba de la calma, el silencio y la soledad.

Que tal algo de intimidad consigo misma? Una buena ducha y una mano de gato con la cuál sentirse bella. Una ducha de burbujas, rodeada de velas, paz y tranquilidad.

Dayanne necesitaba eso, pues desde que dejó su trabajo de enfermera sus pelos han estado de punta, y no conseguía estar en calma. El ruido de las sirenas, los quejidos de los pacientes, las voces desesperadas de heridos, atender a los doctores histéricos que necesitaban asistencia en cuidados intensivos, o en el quirófano; Todo eso la había cansado.

¡Pero ya no más! Había hecho su plan para esta noche, una buena ducha, una tina de burbujas; pero antes una buena tasa de chocolate caliente y leer un libro de la pequeña biblioteca superior del tercer piso. Un lugar alumbrado por opacos faroles, y la que se hacía notar: Una lámpara de esas viejas que alumbraban lo suficiente para alimentar una buena lectura.

Los títulos de los libros eran algo viejos; pero gozaban de gran gracia en la actualidad para el público: Hamlet, El alquimista, Machbeth, El fantasma de Canterville, El mapa del tesoro, Gritos de media noche, El principito.

Hacer una selección del libro adecuado sería bastante difícil: Pero se inclinó por la comedia de “El fantasma de Canterville"

Tomó el libro, decidió que no quería leer en aquella lúgubre, obsoleta, y pequeña habitación. Sino en la cocina, que gozaba de buena iluminación, y un buen reflejo agradecido de la formica que estaba revestida la misma.

Tomó el libro, y comenzó su lectura. Le hacía gracia el ingenio de una familia norteamericana para no asustarse ante lo más lúgubre y temible, como un fantasma. Dayanne pensaba que debía hacerse del mismo ingenio para no estar estresada y mucho menos en medio de esa lúgubre y temible atmósfera que le rodeaba. La casa mal pintada, una tía algo transtornada y una vecina completamente loca. En medio de aquel silencio que la absorbia, hubo una serie de ruidos que comenzó a perturbar la tranquilidad de Dayanne.

—Tía, ¿Eres tú? — Dijo Dayanne alzando la vista de su lectura y sin recibir respuesta por parte de ella—  Tía, en serio, no quiero otro de tus juegos como el de aquella vez.

El rechinido continuaba, y está vez las cosas aumentaron, se escuchó como cayeron varios libros de aquella librera. Dayanne estática por su miedo, ero impulsada por su estrés y deseo de descansar, se levantó con la intención de dar fin a aquél motivo que interrumpía su lectura. Caminó hasta aquella librera, un libro era el que estaba en el suelo, pero tenía un separador en una página exacta, era el libro de Hamlet. Dayanne tomó el libro y entonces comenzó a temblar; una gota de un líquido rojizo se resbaló de la portada del libro. Dayanne intrigada y sin saber porqué diablos hacía eso, tomó el libro entre sus manos y lo abrió, y el libro tenía un olor Fétido, su separador no era más que un pedazo de plástico, con cabello en su interior, y las páginas estaban manchadas de escritos y símbolos con sangre, entre ellos un ojo, y un nombre: “Ana" “Alicia"

Dayanne comenzó a temblar, pero su curiosidad parecía jugar a las vencidas con su miedo. La página tenía un espacio libre que le pareció curioso a Dayanne, un pedazo de la página que no estaba manchado, era del primer capítulo del libro:

“ ...Horacio: ¡Arista leve es esa que perturba nuestra visión mental! ..."

Dayanne, no entendía la frase, pasó su dedo y las páginas aún estaban húmedas, la sangre había sido puesta hace poco. Vio otro espacio libre en la siguiente página:

“... Llueve sangre, se turba el sol, y el astro que influye en los dominios de Neptuno se eclipsa en eterno juicio; pues estos precursores de desgracias, feroces anuncios de nefasta suerte, y prólogo del mal que nos espera, ya la tierra y el cielo evidenciaron al país, a nosotros... Mas ¡Silencio! ¡Mirad, mirad donde aparece ahora!, ..."

Dayanne escuchó unos pasos justo atrás de ella, su cuerpo se entumeció del miedo y del pánico; no era necesario voltear, porque aquél instinto de que alguien estaba detrás, se había activado en ella. Pero no tenía el suficiente valor para voltear, y apeló a su reojo, y una silueta estaba en lo que parecía muy cerca de ella. La vio moverse y alejarse, y la vio dirigirse a la cocina.

En ese momento, tuvo el valor de voltear, pero aquella silueta había apagado la luz de la cocina. Sólo podía escuchar sus pasos, rondando por allí como un vagabundo, o como una fiera en busca de su presa, viéndola desde la oscuridad con las más mórdidas intenciones.

—No por favor — Dijo Dayanne soltando una lágrima. Mientras sólo se escuchaba una respiración agitada en medio de la oscuridad. — Te daré lo que quieras, pero no me hagas daño... Por favor.

—Ana— Dijo una voz masculina desde las sombras— Quiero de regreso a Ana — Dijo casi en susurros.

—Quien es Ana?



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En el texto hay: detective, terror y suspenso, deep web

Editado: 28.12.2019

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