Señor L.

PRÓLOGO

Helen

9 de agosto del 2020. 5:20 pm.

No estaba rota, era una niña valiente y saldría de esto.

Esa era la típica frase de mamá, le encantaba subirme el ego diciendo que yo tendría un futuro prometedor sin importar que fuera lo que hiciera con mi carrera universitaria, ella creía que los sueños sí se podían cumplir, pero ¿Quieres saber cuál era realmente mi sueño? Mi sueño, era ser una gran escritora y cualquiera me podía decir —Claro, no lograrás tu sueño solo porque te gusta leer y crees tener lo que esas grandes escritoras poseen—.

Y, no. Realmente me gustaba escribir para que llegara el punto en que mi historia, tuviera un peso en la sociedad y alguien dijera —¡Wow!, tus letras me han ayudado—. Tal vez, de esa manera, no me hubiera sentido tan sola en este horrible mundo de porquería.

Para mí, la depresión nunca fue un juego, fue un problema serio en mi vida que seguramente con el debido tratamiento podía llevar un desarrollo dentro de los parámetros de normalidad, pero, debía esforzarme por ser mejor cada día y no desmayar, aferrarme a cualquier atisbo de luz que encontrara, no obstante ¿Qué pasa cuando esa luz es una persona? ¿Querías conocer la respuesta?




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